MANUEL SÁNCHEZ CÁNOVAS | 09 de agosto de 2018
Los precios de algunos de los productos más vendidos en tiendas duty free españolas (exentas de IVA) pueden coyunturalmente resultar más económicos que en otros aeropuertos internacionales, pero sin tener en cuenta ni las condiciones de demanda, ni mucho menos la estructura del mercado y la forma en la que se otorgan sus concesiones.
Según el diario El Mundo, en los aeropuertos españoles el alcohol, tabaco, perfume y dulces resultan un 14% más baratos que en otros aeropuertos internacionales. ¿Realmente lo son? La pregunta lógica sería: ¿para quién? Desde luego, no lo son en España, dado el salario mínimo de 859 euros, repartidos en 14 pagas (10.302,69€ al año), que es pequeño en comparación el de los turistas de Europa que visitaron España en 2017. En Reino Unido, Alemania, Francia, Países Bajos y Bélgica se movía bastante por encima del español. Esto es así en un país que se ha hecho más desigual con la crisis, como muestra el Coeficiente de Gini, y con la segunda tasa de paro mayor de Europa (16%), en uno de los mercados (duales) de trabajo más injustos y con menor igualdad de oportunidades de la OCDE. Además, es difícil establecer comparaciones internacionales, dada la variabilidad de surtidos, las diferencias y los cambios en los precios locales.
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Un dato importante es la progresión de los vuelos low cost en Europa (17,7 millones, el 58% del total), que en 2018 crecieron casi un 10% frente a los vuelos convencionales (14,8 millones), que cayeron un (-0.3%). Por tanto, el precio debería tomar relevancia en el marketing mix de tiendas supuestamente libres de impuestos, frente a la calidad, diseño o variedad de la oferta para maximizar beneficios y la utilidad de los consumidores. Por no hablar de marketing digital: lo lúdico, la autogratificación y la consideración de los seres queridos en casa, a la vuelta de unas merecidas vacaciones, se enfrentan a precios hasta un 41% más económicos al comprar online en España. Esto es fácil de comprobar para múltiples productos, comparando precios en las webs de tiendas duty free de aeropuertos españoles: en una primera búsqueda aleatoria a 3 de agosto de 2018, el precio del perfume BOSS (200 ml.) del duty free de Madrid-Barajas casi doblaba el precio en tiendas online (103 euros, frente a 59,60).
¿Pero qué hay de la utilidad del consumidor? Como en el caso de Uber, poco le importó al regulador español, antes y después de la entrada de capital privado en AENA (empresa gestora de los aeropuertos españoles), cuál iba a ser la estructura del mercado de duty free, hostelería y tiendas de aeropuerto: la empresa que acapara las tiendas de duty free en España es Aldeasa, antes y después de los cambios accionariales en AENA, una multinacional que también controla los duty free de Reino Unido y otros países del mundo.
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¿No habría sido mejor una solución competitiva en lugar de garantizar un monopolio, probablemente lesivo para los intereses del consumidor, a una empresa extranjera? Aunque Aldeasa proporcionará a AENA rentas por 1.970 millones de euros en el periodo 2012-2020, además de un canon sobre ventas del 37% (la puja más alta de todas las recibidas), pertenece a la italiana World Duty Free, que se lleva los beneficios de este suculento sector español al extranjero: ¿no hay empresas en España, la meca del comercio al por menor y la hostelería en Europa, que puedan desempeñar mejor sus funciones? Con estos datos, ni resulta extraño que un perfume cueste el doble en el duty free, ni tampoco un bocadillo de jamón en Barajas (Fráncfort es más barato): la empresa que lo ofrece, si no es Aldeasa, posiblemente no haya obtenido su concesión a través de un proceso, o bien transparente, o donde el regulador tome en cuenta los intereses de todos los españoles. No solo es el ingreso fiscal a través de AENA, hay que considerar a todos los stakeholders en el equilibrio de los mercados, la eficacia, la equidad, la competencia y la competitividad.
Decisiones como la subida del salario mínimo interprofesional o el fin del diésel han provocado un incremento de costes laborales, superior al 20%, que acaban pagando los más débiles.