Stefanie C. Müller | 01 de junio de 2017
La última crisis financiera vivida a nivel mundial, y la nueva en la que podríamos entrar dentro de poco, tiene que ver en parte con el hecho de que se venden productos financieros de alto riesgo y cada vez con más complejidad que incluso los comerciales no entienden y menos los que los compran.
La Economía ya no es solo área del economista, sino que forma parte de la cultura general. Reina en la sociedad un desconocimiento sobre el complejo mundo financiero, los funcionamientos económicos y la función de los impuestos, lo que se llama el “Círculo de la Economía”.
Con cada firma en un contrato de compra/venta de acciones, swaps, obligaciones, bonos que realizamos damos nuestro ok a las condiciones. También el tique de cualquier artículo que adquirimos en una tienda es como un contrato de compra, solamente bajo ciertas condiciones podemos devolver la mercancía. No somos conscientes de la responsabilidad que tenemos como consumidores en el sistema económico.
Luego no podemos culpar al banco o a la empresa si perdemos nuestro dinero o no podemos anular un contrato de seguro. Un ejemplo más fácil: quien compra ropa barata en H&M o Zara, debe también interesarse por las condiciones laborales de las fábricas textiles en Bangladesh. Tampoco entenderíamos muchas veces el contexto legal que debe impedir la corrupción, el engaño o el abuso de los bancos, prohibir mentiras en la publicidad o evitar una posición de monopolio de una empresa. Recurrimos a expertos para ayudarnos con la declaración de la renta. Muchos no sabemos de nuestros derechos de consumidor, pero tampoco de nuestras obligaciones. Lo que solemos hacer es apuntar a otros como culpables, en lugar de ser nosotros responsables de nuestros actos.
Como profesora de Economía y Derecho, me he dado cuenta de que, aparte del enorme desconocimiento de cosas muy básicas como entender lo que es una cuenta bancaria, un seguro o una acción, pocos alumnos tienen un interés genuino en entender las complejas interrelaciones entre empresa, Estado, consumidor y leyes.
Hay que educar a una generación tan potente que ha dado forma a los youtubers, bloggers y creativos de lo que supone la vida económica, la responsabilidad del consumo, el manejo del dinero y tener la consciencia sobre lo que se firma.
En Estados Unidos o en Alemania, dos potencias económicas, Economía tampoco es una asignatura obligatoria, en muchos colegios ni se ofrece. En Alemania, en muchos länder, ni existe como asignatura. Yo tampoco he tenido Economía en mi instituto en Alemania. Pero parece absurdo que nuestros hijos, en el siglo XXI, sepan mucho sobre Moisés, Lope de Vega o Napoleón, pero sean incapaces de abrir una cuenta bancaria con 16 años, hacer una transferencia o que reconozcan la importancia del ahorro. Solamente el land de Baden-Württemberg lo ha introducido ahora como estándar a partir del primer curso de la ESO alemán. En el periodo de educación escolar que prepara para la universidad (Gymnasium–liceo), en este länder es obligatoria a partir de segundo de ESO. En Estados Unidos, el país del marketing y el centro financiero mundial, hay Economía como asignatura, pero tampoco es obligatoria.
En España se ha aprendido la lección en los últimos 5 años. Los bancos se involucran últimamente más en la educación financiera escolar. La Asociación española de la Banca (AEB), por ejemplo, ofrece muchas clases y workshops para aulas, en lo que concierne a la educación financiera de los niños en colegios e institutos. También la AERBE, Asociación de Representantes de Banca Extranjera en España.
En mis clases he invitado a participar a abogados, economistas, empresarios o consultores para sensibilizarlos más y que cuenten a los alumnos la teoría aplicada a la realidad: ¿Qué es una ampliación de capital, una DueDiligence o por qué hubo gente que invirtió en empresas que salieron a bolsa, como Facebook, sin remuneración inmediata? Esto estimula el aprendizaje y aumenta el interés por la Economía, que tiene cierta fama de ser aburrida. Pero el periódico alemán de Economía para el cual he escrito durante muchos años, Handelsblatt, decía en su publicidad: «No hay nada que resulte más intrigante que la Economía«. Gracias a su gran impacto en la sociedad, se han incrementado o introducido muchas colaboraciones de economistas o periodistas especializados en esta materia en colegios e institutos. Además, desde hace ya más que 10 años, tenemos antes del noticiario de las 20 h. en la primera cadena de la televisión pública alemana un apartado sobre la bolsa en el que se explican las tendencias, para que todos puedan entenderlo.
Para la elaboración de mi tesis doctoral, he desarrollado un gráfico para explicar la interrelación entre riesgos bancarios y financieros y la falta de educación sobre ellos. La educación escolar en este contexto es muy importante, pero también los bancos deberían invitar a sus clientes a charlas informativas, invertir en comunicación por correo electrónico o postal para explicar ciertos riesgos o también cosas básicas de la coyuntura. También los políticos deberían enfocarse más en explicar correlaciones entre impuestos, crecimiento y bienestar a sus votantes. Ellos mismos deberían entender mejor las correlaciones entre los actores económicos para ofrecer la mejor gestión política posible.
Vivimos en un mundo donde parece «sofisticado» el uso de anglicismos o términos extranjeros, pero mucha gente literalmente no sabe de qué habla. En lugar de aportar más claridad, solamente confunden más a los ciudadanos.
Un primer acercamiento a la economía y la crisis puede realizarse viendo las películas de Wall Street y vídeos del canal de Youtube del economista Leopoldo Abadía.
Decisiones como la subida del salario mínimo interprofesional o el fin del diésel han provocado un incremento de costes laborales, superior al 20%, que acaban pagando los más débiles.