José Carlos Rodríguez | 05 de junio de 2017
Nada tiene la resistencia a la muerte como una idea. Las ideas sobreviven incluso a su propio éxito, cuando se llevan a la práctica y muestran ser un ejemplo más de la escasa capacidad del hombre para entender lo que le acaece. Una de las ideas que han sobrevivido es esa predicción marxista de que los ricos se harán más ricos y los pobres ahondarán en su miseria, mientras que la clase media languidece hasta desaparecer y convertirse en el exiguo vértice entre dos mundos opuestos. Como todas las previsiones del filósofo alemán, resultó ser un fiasco. Pero, asimismo, como todas sus ocurrencias, ha venido a este mundo para quedarse. Las ideas sobreviven, sí, pero nunca con la misma vestimenta; la cambian para pasar desapercibidas en los nuevos tiempos. Hoy no se habla de las inexorables fuerzas del capitalismo, pero sí se dice que la clase media decae.
“La crisis ha lanzado a la miseria absoluta a las clases populares y ha acabado con lo q llamaban clase media” @agarzon #QueNoNosJodanLaVida
— Izquierda Unida (@iunida) November 21, 2016
Lo primero que hay que decir es que “clase media” o “clase baja” son conceptos más que discutibles. Lo que hay es personas que ganan más o menos, no que pertenecen a una clase inmóvil, donde nacen y mueren. De hecho, los datos muestran que las diferencias de renta son también diferencias de edad; es decir, que quienes ganan menos son jóvenes, pues están en el comienzo de su carrera profesional, y que, a medida que ganan experiencia y se hacen más productivos, también suben sus ingresos.
Pero, más allá de eso, la clase media o la gente que en un determinado momento tiene unos ingresos medios, ¿es una realidad cada vez más exigua? Estos debates siempre se producen primero en los Estados Unidos y luego los importamos aquí. Y resulta que sí, que en los Estados Unidos lo que se considera clase media está en declive. Pero no por los motivos que reflejan los medios de comunicación.
Esto lo sabemos por un informe elaborado por Stephen Rose para el Urban Institute y publicado el año pasado. Rose compara los datos de 1979 con los de 2014 y define cinco clases distintas: baja, media baja, media, media alta y alta. La clase media, en los Estados Unidos de hoy, la constituyen quienes generan una renta de entre 50.000 y 100.00 euros para una familia de tres personas. La media alta, entre 100.000 y 350.000, y la alta, quienes superan esa cota, siempre para una familia de tres miembros. ¿Cuál ha sido el destino de la clase media en estos 35 años?
Los datos muestran que, efectivamente, ha decrecido. De representar al 38,8% de la población, ha pasado a ser el 32%. Esos casi siete puntos de diferencia, ¿se han caído por la escalera de ingresos? En absoluto, quienes están en las clases baja y media baja son ahora menos: del 24,3% en 1979 al 19,8 en 2014, y del 23,9 al 17,1, en el caso de la clase media baja.
Entonces, ¿por qué decae la clase media? Porque ha hecho que la media-alta se multiplique por más de dos: del 12,9% en 1979 al 29,4%, más recientemente. Sí, tres de cada diez estadounidenses tienen unos ingresos familiares que superan los 100.000 euros. Cuando oiga hablar de pobreza en los Estados Unidos, recuerde con humildad que un pobre en aquel país tiene más nivel de vida que la clase media en gran parte de Europa. Pew Research ha llegado a las mismas conclusiones.
Nosotros, los europeos, mientras criticamos el sistema económico estadounidense, que crea una nueva clase media alta, mientras criticamos a Asia porque no obliga a sus trabajadores a pagar el dislate de Seguridad Social que pagamos nosotros, vemos cómo nuestra clase media sí pierde importancia por arriba y por abajo, si comparamos los datos de 1991 con los de 2010. Con cuatro excepciones: Holanda, Francia y, sobre todo, Gran Bretaña e Irlanda, según Pew. Son los cuatro países en los que la población de bajos ingresos más ha caído.
¿Y España? Según el estudio de Pew Research, en estas dos décadas, las que van grosso modo de los Juegos Olímpicos de Barcelona al Mundial de fútbol de Sudáfrica, el porcentaje de adultos viviendo en la clase media cayó del 69 al 64%.
Con otra metodología, y con la vista puesta en la crisis económica, la Fundación BBVA cree que de 2004, un año representativo de cuando no imaginábamos la crisis, a 2013, último año antes de la recuperación, la clase media se ha resentido (ha pasado del 58’9 al 52,3%). Tres millones de personas se han descolgado de la clase media. BBVA considera que forma parte de ella quien entre en los ingresos que están entre el 75% y el 200% de los ingresos medianos (los de la familia media). Esa pérdida la absorben quienes están por debajo del 75% de la mediana (del 31,2 al 38,5). Ha aumentado, por tanto, la desigualdad y tres cuartas partes de ese aumento se deben, concluye el informe, a las dentelladas del paro.
El paro, sí, es una de las causas de que la clase media haya menguado con la crisis. A finales de 2004 había 18.490.800 ocupados, según la EPA, y en 2013 la cifra había caído a 17.135.200. Es decir, que entre los años que compara la Fundación BBVA, en los que caen de la clase media tres millones de españoles, se pierden 1,36 millones de ocupados. ¿Cómo es posible? Porque la Fundación tiene en cuenta los ingresos familiares y basta que un miembro caiga en el paro para que quienes viven con él pasen a engrosar la clase baja.
¿Por qué no ha ocurrido como en los Estados Unidos, donde las fugas de la clase media han sido hacia arriba? Porque la crisis ha sido más dura en España y porque no solo han caído las rentas del trabajo, sino también la riqueza de las familias. La riqueza financiera se ha recuperado, a base de ahorro privado, y ha pasado del billón de euros en 2007 a los 1.319.827 millones de 2016. Pero la riqueza inmobiliaria, que es 3,7 veces la financiera, ha caído claramente. Sumando la inmobiliaria y la financiera, la riqueza de los hogares era en junio de 2007 el 679,4% del PIB y, en diciembre de 2016, el 524,7%. Mientras, la riqueza de las familias estadounidenses ha pasado en estos años de los 66,2 billones de dólares, en 2007, a los 90,2 billones de finales de 2016.
Pero abramos el foco. En los países emergentes, la estrella es, precisamente, la clase media, que ha crecido aceleradamente en las últimas décadas. Es lo que Peter Gregory, del Institute of Public Affairs, considera que podría ser “El movimiento antipobreza más exitoso de la historia”, todo ello de la mano de la globalización y del libre comercio, que tan mal caen hoy en la Casa Blanca. Con 3.200 millones de personas entrando en esa vaga categoría de quienes viven sin verdaderas estrecheces pero con frenos a sus apetencias, según Brookings, y todo ello en un mundo conectado, se puede hablar ya de una clase media mundial.
Decisiones como la subida del salario mínimo interprofesional o el fin del diésel han provocado un incremento de costes laborales, superior al 20%, que acaban pagando los más débiles.