Íñigo Petit Zarzalejos | 04 de diciembre de 2018
El presidente de Inditex ha sido seleccionado, por segundo año consecutivo, como mejor ejecutivo del mundo por la prestigiosa publicación Harvard Business Review. Este galardón se concede en función de criterios cuantitativos y cualitativos, que engloban desde la retribución al accionista hasta aspectos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo. El ranking excluye a todos los CEO que lleven menos de dos años en el puesto y a cualquiera que haya sido encausado o condenado judicialmente. Y es que el delito no es compatible con la buena reputación, aunque en España algunos intenten retorcer las palabras.
Cuando en la carrera de ADE (Administración y Dirección de Empresas) se estudia una asignatura como Economía de la Empresa, se aprende que la primera tarea de un presidente o consejero delegado es velar por los intereses de los accionistas; esto es, buscar la máxima rentabilidad para sus inversiones asumiendo el menor riesgo posible. Si analizamos la trayectoria de Inditex, por supuesto desde mucho antes de la llegada a la presidencia de Pablo Isla -que era vicepresidente y CEO desde el año 2005-, este objetivo se ha logrado con amplitud, siendo una inversión muy rentable para todos aquellos que invirtieron en Zara en el año 2001, momento de su salida a bolsa.
Las camisas de Amancio Ortega . El derroche único de un ejemplo de trabajo y solidaridad
Como sucede en todas las empresas cotizadas, la rentabilidad del accionista proviene tanto del dividendo como de la revalorización del título cotizado. En ambos aspectos la intervención de la dirección de la empresa resulta fundamental, pues para lograr mantener una política de dividendos atractiva resulta necesaria una consistente disciplina con la cuenta de resultados ejercicio tras ejercicio. Y, por otro lado, como todos los inversores deben saber, la cotización de una compañía en el largo plazo guarda una elevada correlación con los beneficios empresariales esperados –quizá con la excepción de las grandes tecnológicas, cuyos modelos de negocio son completamente diferentes–, para lo que también se requiere de una correcta planificación y una cierta capacidad de anticipación; “saber lo que quiere nuestro cliente”, en palabras de Isla.
Pablo Isla ha demostrado su capacidad para continuar con el imperio creado por Amancio Ortega y ello le ha permitido mantener el reconocimiento a mejor directivo a nivel internacional por segundo año consecutivo y, lo más importante, una reputación intacta. Un éxito que contrasta con los valores que defiende, la ambición desde la humildad o la discreción, entre otros. Y es que, como dijo en una entrevista en la Harvard Business Review: “Lo que queremos que sea relevante es la empresa y la apertura de una tienda”.
Si analizamos su trayectoria, el éxito de Isla también ha sido posible gracias a un plan de sucesión bien estructurado, comunicado con anticipación y lleno de sentido común, lo que siempre facilita la bienvenida de los inversores, es decir, del mercado. Pensar que lo ha tenido todo hecho resulta más que osado, pues durante su presidencia han surgido todo tipo de desafíos, seguramente encabezados por el auge del comercio online y sus consecuencias, pero también de carácter interno.
Por todo ello, Pablo Isla es Marca España, reconozcámoselo.Decisiones como la subida del salario mínimo interprofesional o el fin del diésel han provocado un incremento de costes laborales, superior al 20%, que acaban pagando los más débiles.