Nacho Labarga | 15 de enero de 2019
La noticia del abandono del Sky como patrocinador del equipo más poderoso del pelotón ha provocado un debate en la familia ciclista. Todos los equipos de la máxima categoría, la denominada World Tour, viven en función de los patrocinios. En el deporte del pedal, a diferencia de otros como el fútbol, el baloncesto o la Fórmula 1, no se cobra entrada. Sus ingresos únicamente vienen a través de sus sponsors, que habitualmente son de marcas ligadas a la bicicleta.
El cuadro británico, que aún seguirá bajo el auspicio del canal televisivo hasta 2020, tiene extraoficialmente el presupuesto más alto de toda la serpiente multicolor, gracias a los 38 millones de euros (aproximadamente) de que disponen para manejar cada temporada. Por detrás de ellos aparecen otros como Katusha, BMC (que en 2019 ya cambiará de patrocinador y pasará a llamarse CCC) o Astana, que rondan los 30 millones. Rusos y kazajos sacan el dinero de marcas cercanas a grupos petroleros.
A letter from us to you, our fans, about today’s news.
— Team Sky (@TeamSky) December 12, 2018
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Movistar Team, el único español que compite en la máxima categoría y que encaja en sus filas a líderes tan destacados como Alejandro Valverde, Nairo Quintana o Mikel Landa, no llega a los 20 millones. Su director, Eusebio Unzué, reconocía recientemente en la presentación de su plantel en Madrid que «este deporte vive solo del patrocinio, aquí no hay ingresos por televisión», pese a que las carreras las emiten algunos canales privados como Eurosport.
Tras el adiós de Sky (que no de la formación, puesto que su patrón, David Bradford, está convencido de poder encontrar algún nuevo sponsor que siga con el trabajo que ha realizado durante la última década), algunos personajes importantes dentro del mundo del ciclismo, como el nuevo seleccionador español, Pascual Momparler, ya han alzado la voz pidiendo que el ciclismo cambie su modelo y cobre entrada a los fans. Es cierto que la disciplina sufre la incomodidad de que no sea practicada en un pabellón cerrado como otros deportes (o como se podría hacer y se hace en algunas competiciones de pista), pero sí se quiere explorar cobrando en algunos lugares concretos, como los últimos metros o zonas VIP cerca de meta.
En Bélgica, uno de los países con mayor tradición, ya se está cobrando a los fans en algunos tramos del Tour de Flandes (una de las clásicas más reputadas), mientras que el Tour de Francia, la madre de todas las carreras, pretende hacer lo mismo en localizaciones míticas como Alpe d’Huez. En nuestro país no ocurre en ningún sitio, pero desde la federación ya se pide que se estudie esta vía para que el ciclismo no viva únicamente de los presupuestos aportados por los patrocinadores.
Marcas de petróleo, casas de apuestas, servicios de correo nacionales, compañías de telefonía o televisivas o bancos son los habituales promotores de equipos ciclistas. Las cifras de retorno económico suelen ser casi siempre favorables, pero, en el ciclismo más que en otras disciplinas, la sombra del dopaje siempre hace peligrar el valor de esos acuerdos.
Radioshack reclamó a Lance Armstrong daños y perjuicios tras la confesión del americano, mientras que una empresa como Belkin se vio obligada a retirar su patrocinio tras el escándalo que acompañó a la formación holandesa anteriormente esponsorizada por Rabobank. Lo que hicieron fue crear una fundación, con el nombre de Blanco, para mantener los acuerdos concretados con los integrantes del equipo pero sin dañar la imagen y reputación de la marca de material informático.
Alejandro Valverde, campeón del mundo y maillot arcoíris tras la tormenta
Ciclistas veteranos como el español Rubén Plaza se han quejado recientemente de la deriva del ciclismo moderno, que cambió a su nuevo formato del World Tour buscando una «primera división» de altura en la disciplina. El tiempo ha demostrado que, como aseguraba el director Joxean Fernández Matxin en un medio deportivo, los equipos están viviendo por encima de sus posibilidades y, compartiendo opinión con el alicantino, lo que ha ocurrido es que la brecha entre «primera» y «segunda» ha aumentado.
Los peligros de presupuestos estratosféricos como los que tenía Sky han provocado que hasta el propio espectáculo se resienta (dominio absoluto de los ingleses en el Tour de Francia durante el último lustro, que ha hecho que incluso campeones como Alberto Contador pidan un tope salarial para igualar fuerzas). Quizá el anunciado adiós de la compañía provoque que, en sintonía con lo que están valorando algunos profesionales, el panorama del patrocinio ciclista dé un vuelco para ajustarse a las necesidades y a la realidad actual.