Víctor Arufe | 28 de febrero de 2019
La noticia es tan llamativa como cierta. Hace unos días, una madre entraba en contacto conmigo para decirme que estaba cansada de las malas prácticas que se ejercían en el colegio de su hijo, la última, castigar al niño sin Educación Física y sin recreo. Tras conocer este hecho, hablamos detenidamente y me contó lo sucedido. A los pocos minutos, sentí la necesidad de escribir este artículo, para que llegue al mayor número de personas posibles y sensibilizar así a la población sobre la importancia de la Educación Física y de la necesidad de conocer la raíz de los problemas de conductas de algunos niños.
Por más que reflexiono, me resulta complejo creer que la dirección de un centro educativo no público pueda llegar a una medida tan extrema para resolver un problema entre dos niños, surgido durante una clase de Educación Física.
Antes de entrar en detalle sobre los hechos, me pregunto por qué una de las materias más importantes para el crecimiento de la calidad humana en todas sus esferas es siempre tan castigada. El actual currículum educativo castiga a la Educación Física ofreciéndole la limosna de 2 horas semanales; a este castigo se le suma ahora el de la dirección de algunos centros educativos, que privan a algunos niños del derecho a practicar y asistir a las clases de Educación Física, y todavía mucho más importante: el derecho al descanso mediante el disfrute del recreo.
Educación Física, una asignatura a potenciar en los colegios. Una hora diaria de ejercicio
Según la versión de la madre, su hijo, de tan solo 11 años, le dio un balonazo, sin querer, a otro niño. Ante esta conducta, la dirección optó por castigarlo sin asistir a Educación Física 3 días y sin recreo durante una semana. Independientemente de que el niño pueda o no estar mintiendo, vamos a imaginarnos, en el peor de los casos, que se enfadó con otro niño y le dio un balonazo premeditado y con alevosía. Aun en esta situación, no se concibe que expertos en educación utilicen este tipo de castigos para corregir esta conducta.
Indagando sobre este niño, observo que los padres se han separado hace algún tiempo, y la madre afirma que desde que se produjo la ruptura matrimonial el niño cambió su forma de ser y su actitud, acogiendo un comportamiento con más ira y descargándola con seres cercanos. Indica que le cuesta atender en clase, se pelea en ocasiones y que siempre quiere llamar la atención.
Los hijos son los más afectados por la ruptura de los padres . Su interés ha de prevalecer
Señala, además, que en el centro no le prestan la más mínima atención a su situación, y una profesora sustituta fue la única dispuesta a entrar en su mundo y ver todos sus problemas, llegó a su corazón y el propio niño la echa mucho de menos, pues se sentía a gusto con ella. Quizá el diálogo, la escucha activa, una anamnesis fuese lo primero que tendría que hacer el personal del centro, antes de tomar la decisión de castigar sin una materia tan enriquecedora como la Educación Física.
Porque, aunque os parezca increíble, apostaría todo lo que tengo a que nunca lo castigarían sin ir a clase de Matemáticas durante una semana. Es realmente entristecedor este hecho, especialmente para quienes amamos la Educación Física pero, como bien sabéis, a veces la realidad supera a la ficción.
Me imagino que la dirección del centro tendrá prevista en la programación didáctica del docente de Educación Física cómo recuperar esas clases que perdió el niño, porque de lo contrario estará claramente en una situación de desventaja con el resto del alumnado. Es, sin lugar a dudas, un claro caso de acoso, pero duele mucho más cuando viene desde una autoridad educativa.