Fernando Jiménez | 14 de noviembre de 2018
Las arenas mediática y política se han visto sacudidas durante los últimos días por el recrudecimiento del adoctrinamiento en Navarra. No es para menos, ya que los destinatarios de ese adoctrinamiento son los niños y el campo elegido para realizarlo, la educación sexual. El origen de la polémica es la aplicación por parte de la comunidad foral (gobernada por la coalición Geroa Bai, con el apoyo de partidos como Podemos, Bildu e Izquierda Unida) del programa educativo Skolae, que abarca distintos aspectos de la formación integral de niños y adolescentes, interpretados y dirigidos desde las premisas de la ideología de género. Un programa que, entre otras cosas, promueve que los pequeños de 0 a 6 años puedan “aprender a construir” su “propia narrativa biográfica como niña o como niño”. Para este fin, Skolae contempla incluso la realización de “juegos eróticos”.
La consejera @solanarana presenta el programa Skolae pic.twitter.com/giVVbE8uiB
— Gobierno de Navarra (@gob_na) April 16, 2018
Este proyecto de adoctrinamiento en Navarra plantea varios problemas muy graves. De entrada, es un proyecto totalitario, pues Skolae tiene un carácter obligatorio tanto para los colegios públicos como para los concertados (si bien estos podrán elaborar sus propios materiales, al menos de momento). Es decir, no se deja a los padres la opción de poder elegir modelos alternativos. Incluso, a tenor de lo que expresa el propio documento preparado por el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra para explicar el programa, el fin es mucho más ambicioso: sustituir a los padres en su función de principales orientadores de sus hijos.
Así, el texto establece como objetivo principal que “todo el alumnado desarrolle la competencia global de elegir su proyecto vital, desde la libertad y la diversidad de opciones, sin condicionantes de género”. El Estado se convierte, de facto, en el principal formador de los niños, por encima de la familia, de modo que esta forma de adoctrinamiento en Navarra ataca un derecho fundamental de los padres, reconocido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, que no deja lugar a dudas en su artículo 26.3: “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”.
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Pero lo que más alarma suscita de este proyecto de adoctrinamiento en Navarra son las medidas concretas que contempla para lograr sus fines. Bajo la retórica de palabras clave como “igualdad” o “diversidad de opciones”, se parapeta un supremacismo ideológico que, más allá de fomentar el lógico respeto a las personas de distinta orientación sexual, fomenta una concepción de la sexualidad individualista y materialista, en la que el “yo” se antepone al otro. No es extraño que Skolae fomente “una actitud de cultivo y comprensión hacia el autoerotismo” o “el análisis de diversidad de gustos y placeres”. Todo ello desde edades muy tempranas, en las que la mente de los niños es especialmente moldeable y en las que no se ha dado un desarrollo sexual completo que permita integrar o discriminar vivencias y propuestas.
Dentro de este programa de adoctrinamiento en Navarra es especialmente grave la intención de que los niños de 0 a 6 años practiquen “juegos eróticos infantiles”. Aunque desde el Gobierno de la comunidad foral se ha intentado quitar hierro, esta expresión es sumamente peligrosa. En una sociedad en la que la hipersexualización alcanza incluso a los niños (tal y como queda reflejado hasta en programas televisivos de entretenimiento), puede contribuir a un proceso de normalización de ciertas conductas que algunos han defendido en Europa a nivel político (recuérdese el caso del partido holandés Caridad, Libertad y Diversidad, que pretendía legalizar la pedofilia y rebajar la edad de consentimiento hasta los 12 años). La opinión pública y la sociedad civil deben mantenerse siempre alerta ante semejante amenaza.