Ramón Pi | 28 de abril de 2017
RAMÓN PI: En el mundo del periodismo, se conoce a la ACdP como «la Santa Casa», porque fue el alma de la Editorial Católica, una de las empresas periodísticas más importantes de España desde principios del siglo XX hasta la muerte de Franco. ¿Estamos ante el proyecto de resucitar antiguos esplendores?
CARLOS ROMERO: “El Debate” fue la primera gran obra de la ACdP, cuando en 1911 el padre Ayala le encarga a Ángel Herrera que lo dirija. Y, efectivamente, haciendo las cosas como las hacía don Ángel, lo encumbró. El Debate fue el periódico de referencia de los católicos españoles durante el fin de la Monarquía y toda la II República. Pero don Ángel hizo más cosas: comprendió que no existían los periodistas que él necesitaba para hacer el periódico que quería y, de este modo, nació la Escuela de Periodismo de El Debate. Primero, manda a algunos de ellos a Estados Unidos, a formarse profesionalmente en las técnicas periodísticas modernas, y cuando vuelven funda la Escuela de Periodismo de El Debate, precursora no solo de la Escuela de Periodismo de la Iglesia, de la que han salido magníficos profesionales, algunos de los cuales siguen en activo, sino también de las facultades de Periodismo que hoy están por todas partes.
Lo que define a EL DEBATE DE HOY es el complemento del título: un «diario de análisis, reflexión y valores». Yo creo que es justo lo que necesitamos
Y, junto a El Debate, surge también la “Editorial Católica” (EDICA) con un grupo de periódicos regionales, muchos de ellos todavía funcionando; la agencia de noticias Logos; la revista infantil Jeromín … E inaugura también nuevas formas de periodismo, como son la sección de economía o la de deportes… El Debate fue un periódico innovador en todos los ámbitos.
R.P: Pero la Asociación cuenta con tres universidades y varios colegios…
– Una labor formativa importante, sí, pero nos faltaba un medio de comunicación. Claro, plantearse hoy en día un periódico o una revista de papel es impensable. Por costes, y también porque el papel parece que está en decadencia; la iniciativa tenía que ser digital.
R.P: Más barato, pero igual de difícil.
– Efectivamente. Poner en marcha un medio digital no es nada sencillo. Primero, tuvimos que buscar a la persona adecuada, porque tampoco fue fácil, porque los buenos suelen estar ya trabajando y no tiene por qué funcionar siempre eso de decir “deja lo que estés haciendo y ven con nosotros”.
La ACdP es una asociación privada de laicos. No hablamos en nombre de la jerarquía, que ya tiene sus medios de comunicación. Nosotros hablamos desde un punto de vista obviamente católico, pero sin comprometer a la Jerarquía
R.P.: Y, además de no ser fácil, tampoco es barato con los buenos de verdad.
– (Sonríe) Pues debió de ser la Providencia, que nos puso a Justino Sinova en nuestro camino, un hombre con mucha experiencia, que es profesor emérito en nuestra Universidad CEU San Pablo y, cuando le planteé esta iniciativa, la acogió con muchísima ilusión. Ese es el punto de partida y fundamental para construir una obra de esta envergadura.
R.P.: Ya está la idea, y ya está la persona.
– Desde la primera idea del periódico digital hasta ahora, pasaron bastantes meses. Primero, había que decidir qué era lo que queríamos, porque un periódico digital al uso, con noticias inmediatas… de eso hay muchísima oferta y no nos pareció lo adecuado. Entonces, lo que define a EL DEBATE DE HOY es el complemento del título: un «diario de análisis, reflexión y valores». Yo creo que es justo lo que necesitamos. Y le confieso que cada vez que abro EL DEBATE DE HOY por la mañana me siento orgulloso de lo que se está haciendo. En pocos meses, hemos conseguido resultados espectaculares que los lectores están valorando muy positivamente. Hay una gran calidad, hay artículos sobre todos los temas de actualidad, diez grandes secciones… El titular escueto, la noticia puede leerse en cualquier dispositivo… Pero el análisis, para provocar el debate, ha de ser sugestivo y de alto nivel. Además, Justino ha sabido rodearse de un equipo muy bueno; una redacción joven, pero muy profesional y con toda la ilusión del mundo. Están haciendo un trabajo magnífico.
R.P.: En cuanto a la publicidad…
– De momento, estamos empezando con una publicidad muy modesta, pero tengo confianza en la publicación. Poco a poco irá calando y conseguiremos más anunciantes.
R.P.: ¿Existe la idea o el deseo de que un día, si todo fuera muy bien, EL DEBATE DE HOY fuese la plataforma en la que se reconociera no solo un sector de la opinión, sino un determinado partido o una determinada opción política? Algo parecido a lo que le ha ocurrido al PSOE con «El País», que parece que es el que marca la política socialista…
– Es pronto para hablar de eso. De momento, vamos a consolidar el proyecto y a hacer que crezca.
R.P.: Otra pregunta de futuro: un periódico de la Asociación Católica de Propagandistas, ¿aspira a ser o no puede evitar ser o no puede impedir que la gente crea que es una especie de portavoz oficioso de la Jerarquía?
La ACdP es una asociación privada de laicos. No hablamos en nombre de la Jerarquía, que ya tiene sus medios de comunicación. Nosotros hablamos desde un punto de vista obviamente católico, pero sin comprometer a la Jerarquía. Y si pensáramos otra cosa, nos equivocaríamos. Y si hay quienes piensan otra cosa, se equivocarían también. Pero es que, además, dentro de la Casa, de la Institución, hay puntos de vista diferentes sobre los más variados temas. Históricamente ha sido así y hoy es lo mismo. En cuestiones opinables, que son muchísimas y algunas muy importantes, no ser portavoces de nadie distinto de nosotros mismos es lo que nos asegura nuestra libertad.
Hoy, igual que ayer, seguimos apostando por la evangelización de la vida pública a través de hombres y mujeres comprometidos que valoran la excelencia y la competencia profesional, pero sin soberbia, con toda sencillez y humildad
R.P.: El Padre Ayala, jesuita que transmitió a la ACdP la espiritualidad ignaciana. ¿Qué haría el Padre Ayala hoy? ¿Se ha hecho esta pregunta?
– Claro que sí. Muchas veces. Y con frecuencia la respuesta es bastante fácil. Lo que cambia, más que otra cosa, son algunas formas actuales, pero no lo esencial. Hoy, igual que ayer, seguimos apostando por la evangelización de la vida pública a través de hombres y mujeres comprometidos que valoran la excelencia y la competencia profesional, pero sin soberbia, con toda sencillez y humildad.
R.P.: ¿Cuántos propagandistas hay?
– Somos pocos. Unos cientos. Y con la ayuda de Dios, los pocos que somos hemos sacado adelante unas obras importantes: tres universidades, colegios, los Congresos y las Jornadas Católicos y Vida Pública, etcétera; y ahora “EL DEBATE DE HOY”.
R.P.: Hablemos, si le parece, un poco de España. “EL DEBATE DE HOY”, ¿ha nacido porque la situación del país reclama una publicación así o a la ACdP le hace falta un medio, con independencia de lo que esté pasando en España?
– Las dos cosas: la Asociación tenía la necesidad de comunicar temas importantes y la situación también lo requería. No hay muchos medios digitales de nuestro estilo. Hay muchas páginas católicas, pero con nuestro estilo, no. La época actual de España, qué duda cabe, es apasionante. Pero, ¿cuándo no lo ha sido? Son tiempos complicados, en buena medida por la voluntad que algunos tienen de hacer ingeniería social. Esto es grave. Pero, ¿dónde estamos los católicos? Lo cierto es que deberíamos estar más unidos. Somos una inmensa mayoría que contribuye a facilitar la convivencia entre todos los españoles, sean del signo que sean, y eso es bueno, muy bueno. Pero necesitamos aprender a trabajar juntos en el día a día y no solo de cara a la celebración de grandes acontecimientos o manifestaciones. Para que los legisladores tengan en cuenta la opinión de los católicos es preciso elevar nuestra acción a un nuevo nivel. Cada cual por su cuenta no tiene fuerza. Pero juntos podríamos afrontar grandes proyectos.
Deberíamos estar más unidos. Los católicos somos una inmensa mayoría que contribuye a facilitar la convivencia entre todos los españoles, sean del signo que sean, y eso es bueno, muy bueno. Pero necesitamos aprender a trabajar juntos en el día a día, y no solo de cara a la celebración de grandes acontecimientos o manifestaciones
R.P.: Parece que ha pensado mucho en este punto.
– Lo de que la unión hace la fuerza es cierto y tendríamos que hacer un esfuerzo en ese sentido. Pero no es una tarea fácil. Tiene que ser por convicción. Se trata de preguntarnos: ¿Qué es lo que queremos?, plantearnos una meta y a continuación ver como lo podemos hacer juntos. Y eso no se consigue solo manifestándonos por la calle; la calle hace ruido un día. Y, además, no mucho, porque los medios de comunicación no suelen estar por la labor. Dentro del carisma de esta Casa está la coordinación con movimientos y asociaciones católicas. Nosotros estamos en condiciones de facilitar esa tarea.
R.P.: ¡Veo que, a pesar de todo, es usted optimista!
– Verá, no sé cuándo, ni cómo, pero saldremos de esta. Además, las generaciones de hoy tienen a su disposición recursos y herramientas que les dan oportunidades para hacer casi lo que quieran. Con esfuerzo y con sacrificio muchas veces, pero hay motivos para el optimismo. Hoy, muchos jóvenes, sin pretenderlo, han de viajar al extranjero por motivos laborales. A todos ellos les animo y les digo que hagan de la necesidad virtud. Que aprovechen este periodo de su vida para conocer mundo, hacer nuevos amigos y adquirir una formación global. Y después, de vuelta a España, todo ese bagaje podrán aplicarlo en sus trabajos. Sin duda, la sociedad española se lo agradecerá. Todo tiene su lado bueno; hay que encontrarlo y aprovecharlo para que dé fruto.
Carlos Romero Caramelo es, en efecto, un optimista impenitente que sabe que los grandes árboles fueron un día minúscula semilla, y planta, y siembra, con paciencia y sin desmayo, con la mirada lejos y los pies en el suelo. Debe de ser un rasgo del realismo de la espiritualidad jesuítica de los propagandistas.
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