David Vicente Casado | 22 de enero de 2019
Friedrich Nietzsche afirmaba que «la vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio». Para Carmen Palomo (Madrid, 1980), «pocas cosas pueden tocar tanto las cuerdas del alma como la música y la poesía».
GLOSAS AL FUEGO | CARMEN PALOMO | HEBEL EDICIONES | 2016 | 174 PÁGS.
Carmen combina la docencia y la investigación académica con la poesía. Escribiendo notas sueltas en el móvil durante sus trayectos en metro ha conseguido crear grandes obras merecedoras de importantes galardones, como el I Premio Internacional de Poesía «Francisco de Aldana» por su obra Glosas al fuego, que fue publicada en edición bilingüe digital (español-italiano), o el II Premio Esdrújula por su última obra, Las costuras del hambre. Unos reconocimientos que le han servido para encontrar una mirada objetiva en sus creaciones y que nos cuenta en eldebatedehoy.es
David Vicente: ¿Cómo se combina el derecho romano con la poesía?
Carmen Palomo: A priori, parecen dos realidades que tienen poco en común, pero hay un fondo similar, que es el cuidado y el amor por la palabra justa. En el fondo, el jurista tiene que tener un gran cuidado con las palabras, que son su principal herramienta de trabajo. Lo mismo sucede en la poesía, lógicamente para expresar realidades diferentes, pero vivimos esa misma experiencia del cuidado máximo por la significación de la palabra. La poesía está llena de dobles sentidos, de saturación de significado… En definitiva, son realidades que comparten más de lo que se podría pensar a primera vista
David Vicente: Su libro Glosas al fuego fueron apuntes filosófico-poéticos surgidos de la lectura de la obra de Nietzsche, ¿qué tienen en común la poesía y el filósofo alemán?
Carmen Palomo: Nietzsche era poeta. Escribió bastante poesía, mucha de la cual está publicada en español. Toda filosofía verdadera tiene algo de poesía, en el sentido de que se enfrenta al misterio. Son diferentes maneras de tratar de desentrañar el misterio. La filosofía, de un modo más racional, y la poesía, de una manera más intuitiva y con menos mediaciones y más simbolismo. Al final, ambas beben del deslumbramiento ante la extrañeza del mundo.
David Vicente: ¿Por qué Nietzsche?
Carmen Palomo: Siempre que leo necesito transcribir al lenguaje que comprendo, que es el lenguaje poético. Entonces, prácticamente de cada lectura, incluso de las de derecho romano, me surgen versos e ideas poéticas. Nietzsche es un autor al que leí bastante durante mi adolescencia, aunque no es el que más me marcó, pero es un autor con muchísima fuerza, una gran expresividad literaria. Llevo manteniendo un diálogo con él muchos años de mi vida y se me ocurrió plasmar este diálogo en forma de poemas.
Glosas al fuego no es un libro de fácil comprensión, porque el sujeto poético va cambiando en varias ocasiones, a veces yo me pongo en su piel y hablo como él, otras veces le hablo a él, otras veces lo hago junto a él del mundo que nos rodea… Muchas veces hago una interpretación o propuesta sobre el mundo en el que vivimos, que es de algún modo hijo de Nietzsche, por la influencia que han tenido su filosofía y todas las corrientes que después han bebido de él. Es un libro muy personal que está lleno de ideas, pero al final intento que prevalezca una mirada humana, de un ser humano a otro ser humano que han compartido preguntas, que se han dado respuestas muy diferentes, pero que, a pesar de todo, pueden dialogar y compartir cosas.
David Vicente: Además, me han contado que tiene usted un lugar muy curioso donde compone sus obras…
Carmen Palomo: Sí, suelo escribir durante mis trayectos en el metro. La falta de tiempo hace que mi móvil sea mi cuaderno de notas. Entre la docencia, la investigación y mi familia- soy madre de tres hijos- tengo una vida llena de obligaciones, que son una gran alegría pero te quitan mucho tiempo. Por ello, en el poco tiempo que me queda, el del transporte, no puedo dejar de contemplar. Cualquier lugar o momento es bueno para la contemplación si lo buscas y estás atento, cualquier pequeña cosa de la vida cotidiana puede deslumbrarte y dar lugar a un poema.
Creo que mi escritura refleja el modo y las condiciones que tengo para escribir, quizá es una escritura dependiente de la inspiración del momento.
David Vicente: ¿Hay alguna estación a la que le tenga usted más cariño o que le proporcione mayor inspiración?
Carmen Palomo: Si tuviera que elegir, diría la de Metropolitano, porque le han cambiado el nombre por Vicente Aleixandre. Me dio mucha alegría cuando llegué y, en vez de bajarme en Metropolitano, me bajé en Vicente Aleixandre.
David Vicente: Muchas de sus obras han cosechado tanto premios nacionales como internacionales, ¿qué suponen para usted todos estos reconocimientos?
Carmen Palomo: Cuando escribo, tengo el miedo de no haberlo contrastado con nadie. Por ello, el hecho de presentarme a estos premios ha sido una manera de salir de ese aislamiento y de buscar una palabra objetiva sobre mi obra.
Gracias a Dios, he dado con premios completamente limpios, que no siempre es fácil de encontrar, y con personas que hacen un gran trabajo por apoyar a la poesía que consideran de valía.
Carmen Palomo junto a David Vicente Casado, redactor jefe de eldebatedehoy.es | Daniel Velasco
David Vicente: Su última obra, Las costuras del hambre, ha merecido el Premio Esdrújula. ¿Dónde le gusta a usted poner el acento?
Carmen Palomo: Diría que en el silencio. Cualquier palabra que se diga en cualquier ámbito debe partir del silencio, la introspección y de una manera de mirar las cosas que debe ser de amor a lo que nos rodea. Solo del silencio y del amor pueden surgir palabras verdaderas.
David Vicente: También sé que es usted una apasionada de las humanidades, ¿qué importancia cree que tienen en la educación?
Carmen Palomo: Las humanidades son esenciales, absolutamente básicas y que es una batalla irrenunciable que tenemos que dar. Soy una gran amante del mundo clásico y pienso que la palabra lo dice todo: si queremos ser humanos, tenemos que estudiar humanidades. No podemos dejar de lado la filosofía, la historia, la lengua, el latín… Son esenciales en la formación de la persona. Incluso en la ciencia, o en una determinada manera de explicarla, las humanidades también deberían tener cabida. Se trata de profundizar en la mirada humana que intenta explicar el mundo que nos rodea. Es necesario defender esa mirada que se halla amenazada por un mundo excesivamente tecnificado.
David Vicente: Y materias como la música y las ya citadas humanidades, ¿qué complemento suponen para el alumno?
Carmen Palomo: Pocas cosas educan más el sentimiento y la capacidad de sentir que la música. Pocas disciplinas se hallan tan cerca de lo inefable como la música, trascendiendo todas las barreras de la comunicación: lenguaje, lugar, tiempo… Pocas cosas como la música nos ponen tan cerca del misterio.
La poesía es música, su ritmo tiene musicalidad, algo que a los poetas nos apasiona. Pocas cosas pueden tocar tanto las cuerdas del alma.