Fernando Bonete | 03 de febrero de 2019
En los últimos años, la figura del militar escritor ha encontrado un joven representante que conecta con las nuevas generaciones desde la literatura. Hablamos con Daniel Fopiani (1990), sargento de Infantería de Marina y escritor. Como militar, Fopiani ha sido jefe de los Equipos Operativos de Seguridad de la Armada (EOS), y ha estado desplegado en el norte de Europa, el golfo Pérsico, el mar Rojo, Turquía, Egipto e Iraq. Como escritor, su primera novela, La carcoma, le valió el Premio Valencia Nova de Narrativa.
Ahora publica con Espasa su segundo libro, La melodía de la oscuridad, novela negra ambientada en Cádiz, donde un asesino en serie comete crímenes brutales contra su población; la Guardia Civil, impotente ante el caso, tiene como mejor baza al sargento retirado Adriano, un investigador excepcional… pero ciego. La novela, que va camino de convertirse en un superventas, ha presentado a Daniel Fopiani como uno de los autores revelación de lo que llevamos de 2019.
Fernando Bonete: Prosperar con la escritura no es nada fácil y el mundillo literario no ayuda. Pero es su segunda novela, y ya publica en el Grupo Planeta. ¿Cómo se logra publicar con una editorial de primer nivel como Espasa?
Daniel Fopiani: La única estrategia que me ha dado resultado a lo largo de mi trayectoria ha sido tratar siempre la literatura con humildad y respeto. La escritura es una carrera de fondo en la que siempre hay algo nuevo que aprender. No hay más secretos que el trabajo. Intentarlo una y otra vez. Nunca tirar la toalla.
Fernando Bonete: Combina su faceta de escritor con sus responsabilidades en la Armada. ¿Cómo es eso de escribir embarcado?
Daniel Fopiani: No es nada fácil. De hecho, cada vez que estoy desplegado en zona de operaciones, y en 2018 estuve más de cien días en la mar, mi ritmo de escritura decae sustancialmente. En un buque de guerra no hay espacios ni intimidad para este tipo de actividades. Pero uno se termina acostumbrando a lo que sea. Instinto de supervivencia, lo llaman.
Fernando Bonete: Entremos de lleno en su novela, ¿por qué Cádiz?
Daniel Fopiani: La primera razón es obvia, me he criado allí. Me lo he pasado de maravilla escribiendo sobre las calles que me han visto crecer. Además de esto, estamos hablando de una ciudad con más de tres mil años de antigüedad. Sin ir más lejos, The New York Times la ha catalogado como uno de los lugares más bonitos del mundo. Si alguien se da un paseo por el casco antiguo de Cádiz comprobará que las historias se escriben solas.
Fernando Bonete: Adriano, el protagonista, es investigador… y ciego. Algo así choca, no hay duda de que la contradicción es un buen reclamo para engancharse al relato, pero quizá va más allá. En La melodía de la oscuridad, la ceguera es todo un símbolo…
Daniel Fopiani: En La melodía de la oscuridad hay diamantes escondidos que el lector tendrá que desenterrar si sabe leer entre líneas. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos estado ciegos ante situaciones que preferimos no ver o reconocer.
Que una persona invidente formase parte de una investigación policial sin que le chirriase al lector era uno de los retos de esta novela. Pero ya en los primeros capítulos entendemos que Adriano no es el investigador oficial del caso, sino que el teniente encargado lo llama para saber su opinión sobre los crímenes. Por otro lado, Adriano fue uno de los sargentos más reconocidos de la Guardia Civil. Cuando fue víctima del atentado de la ETA lo perdió todo, quedó sumido en una oscuridad total durante años. Por eso, cuando el grupo de investigación de la Guardia Civil solicita su asesoramiento vuelve a sentirse útil, a sentirse vivo.
Fernando Bonete: Además, esa “oscuridad”, resultado de la ceguera, que forma parte del título y es habitual en el género de la novela negra, está muy presente y no solo como recurso. Adriano está inmerso en la oscuridad, el pesimismo, la desesperación… ¿Hay lugar para la esperanza en su mundo?
Daniel Fopiani: Claro que sí. Tenemos a Acho, el perro, que es un personaje que demuestra su felicidad y su libertad a lo largo de toda la novela. Y la esperanza, de hecho, es lo único que mantiene vivo al asesino de La melodía de la oscuridad.
Fernando Bonete: Asesino que es inmigrante, ¿metáfora del miedo actual a lo que viene de fuera o es llegar muy lejos?
Daniel Fopiani: Siempre hay miedo a lo desconocido. Pero quizá todo viene de una explicación mucho más sencilla. Mi trabajo como sargento de Infantería de Marina me permite estar en contacto permanente con el tema de la inmigración. Investigando un poco, descubrí que las etnias gitanas de Rumanía es un sector marginado de la sociedad. El propio país evita registrarlos en el censo, para así ahorrarse las subvenciones de las familias necesitadas. Y los propios gitanos, al sentirse marginados y que no forman parte de la sociedad rumana, tampoco registran a sus hijos. Tenemos así un problema existente en la actualidad: miles de personas sin identidad alguna. Tenía al asesino perfecto. Alguien sin identidad.
Escribir una novela no solo se trata de estructurar una trama que distraiga al lector. Una buena novela debe contener crítica, situaciones que hagan reflexionar. La inmigración es un tema latente de la actualidad y está muy presente en nuestra sociedad.
Fernando Bonete: En la descripción y en la narración, siempre es parco en palabras y muy directo. ¿No le gustan los adornos literarios?
Daniel Fopiani: Siempre he apostado por una narrativa fresca y directa, sin demasiadas florituras que entorpezcan la lectura ágil. Muestro mis historias de manera muy visual, disfruto haciéndolo así, es mi firma, y es lo que parece que está llamando tanto la atención a los lectores.
Fernando Bonete: Terminemos hablando de futuro, ¿seguirá en la novela negra, ya tiene algo proyectado?
Daniel Fopiani: Creo que es demasiado pronto para hablar de ello. De momento, sigo trabajando en La melodía de la oscuridad. Se suele pensar que el trabajo del escritor termina cuando le pone el punto final a una novela, pero no es así. Llevamos varias semanas promocionando la novela en una gira por toda España. Hace apenas unas semanas hemos firmado el contrato de su traducción al italiano, y Francia y Alemania están interesadas en su publicación en el extranjero. Seguimos trabajando.
No obstante, es cierto que la opinión general de los lectores me anima a seguir escribiendo sobre este detective invidente. Aún no he tomado una decisión, pero estoy casi obligado a reflexionar sobre esta posibilidad ante el aluvión de buenas críticas que estoy recibiendo con esta novela.