Al igual que otros grandes genios de la historia, Gustavo Adolfo Bécquer no recibió en vida el reconocimiento que su obra merece. Falleció hace ahora 150 años, sin haber logrado publicar un solo libro. Con el fin de conmemorar esta efeméride, El Debate de Hoy presenta un especial multimedia que ofrece distintas perspectivas de la faceta personal y literaria del poeta sevillano.
Un pódcast monográfico de La fortaleza Bastiani abre este especial. Fernando Ariza y Ángel Arias repasan la vida del autor, comentan algunos de sus versos y lo sitúan como puerta de entrada a la lírica.
Escucha el programa:
Con esta iniciativa, El Debate de Hoy sigue la tradición de El Debate histórico de rendir homenaje a grandes figuras de la literatura. En 1936, y a pesar de las turbulencias políticas, publicó un especial con ocasión del centenario del nacimiento del autor andaluz. Fernando Bonete desgrana un número que contó con firmas como las de Gerardo Diego, Dionisio Ridruejo o Agustín de Foxá.
Bécquer, a quien podríamos considerar responsable de nuestra educación sentimental, ha sumergido a numerosos jóvenes en el conocimiento y el amor por la poesía. Con la magia de sus palabras logró una prodigiosa fusión de lo popular y lo íntimo, tal y como explica la poeta Carmen Palomo.
Su figura ha grabado en nuestra formación una huella imborrable, sus versos han servido para expresar las emociones de sucesivas generaciones. Como recuerda Armando Pego, su gloria consiste en haber ayudado a forjar y enriquecer una sintaxis íntima que no podemos permitir que se extinga.
Si las rimas becquerianas son reconocidas, a la misma altura se encuentran sus cuentos y leyendas. La obra del escritor trasciende el plano de lo real y de lo empírico, y nos envía al inquietante abismo de lo fantasmagórico. Miguel Herráez nos invita a ascender al Monte de las Ánimas.
La imagen que tenemos de Bécquer es fruto de un tópico, pues ha pasado al imaginario popular con la forma caricaturizada de poeta romántico. Jaime García-Máiquez ahonda en su faceta más desconocida, la de periodista serio y trabajador, hombre de firmes convicciones políticas conservadoras y buen conocedor de la literatura europea.
Era abril en Sevilla… Aquilino Duque recuerda que el día en que murió Gustavo Adolfo Bécquer hubo un eclipse de sol. El cielo no se quedó indiferente y esta fue su manera de sumarse al duelo. La ciudad que lo vio nacer hizo lo que pudo por echar a volar la fama y la gloria póstumas con las que él soñó más de una vez en su desdichada vida.
Desde que el poeta de las golondrinas nos dejó, el verano es menos verano.