Gema Pérez Rojo | 15 de noviembre de 2017
Las tendencias indican que en los próximos años continuará el crecimiento del grupo de población de 65 años o más y, especialmente, el de 85 años en adelante. A medida que aumenta la edad, también lo hace el riesgo de presentar problemas de salud física y/o psicológica. Esto aumenta el grado de vulnerabilidad para diferentes situaciones, incluida la probabilidad de malos tratos en el ámbito comunitario e institucional.
Los estudios realizados en el campo de los malos tratos se han centrado sobre todo en el maltrato infantil y, posteriormente, en la violencia de género. El interés por los malos tratos hacia las personas mayores es más reciente, aunque en los últimos años se está abordando cada vez con mayor intensidad. En muchas ocasiones, estas situaciones no son fácilmente detectadas, debido a diferentes razones. Una de las principales está relacionada con la terminología utilizada. Se utilizan muchos y diversos términos, como maltrato, malos tratos, trato inadecuado, negligencia, abuso, etc. Esto significa que no existe un término consensuado y universal y cada uno tiene unas connotaciones diferentes, lo que implica diferentes consecuencias como, por ejemplo, que ante un mismo caso se llegue a conclusiones diferentes. Además, aunque evidentemente las situaciones de malos tratos pueden ser explícitas, también incluyen situaciones mucho más frecuentes, muy sutiles, que pueden llegar a pasar inadvertidas, como el infantilismo (tratarlos como niños), trato de silencio, ignorarlos o la violación de derechos.
Tampoco existe acuerdo unánime con la definición. Se han elaborado múltiples. La más aceptada fue desarrollada por Action on Elder Abuse, en 1995; en el mismo año, fue acuñada por la Red Internacional para la Prevención de los Malos Tratos (INPEA) y, finalmente, ratificada por la OMS, en 2002, en la Declaración de Toronto. Describe los malos tratos como “un acto único o repetido o la falta de una acción apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación donde existe una expectativa de confianza, que causa daño o angustia a una persona mayor”. Incluye tres aspectos que son especialmente relevantes.
El IMSERSO se compromete a elaborar una ley para evitar los malos tratos a las personas mayoreshttps://t.co/L3OBJkn9rG pic.twitter.com/skyTay4bJ4
— CEOMA (@CEOMA_ong) October 22, 2017
En primer lugar, especifica que puede ser un acto único o repetido. Es decir, basta con que se produzca en una ocasión para hablar de malos tratos, no necesita reiteración. En segundo lugar, incluye tanto acciones como omisiones. Las acciones se denominan maltrato y las omisiones, negligencia. Y, en tercer lugar, hace referencia a que debe existir una expectativa de confianza. No obstante y, aunque esta definición parece muy completa, podrían añadirse tres aspectos más. Por un lado, la edad, de manera que para identificar como malos tratos a personas mayores el inicio debe ser a partir del momento en que se considere a alguien mayor. Por otro lado, los malos tratos pueden ser intencionales o no intencionales y, concretamente, en el caso de los mayores, la mayoría de las situaciones son no intencionadas. Esto, por supuesto, no significa que sean justificables, sino que será diferente la forma de intervenir. Finalmente, es importante tener en cuenta que puede ocurrir en diferentes ámbitos: familia, comunidad, instituciones. Aunque hay estudios que señalan que es más frecuente en el ámbito familiar, lo cierto es que se ha estudiado poco o muy poco en instituciones.
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Con respecto a las tipologías de malos tratos, tradicionalmente se incluyen maltrato físico, psicológico, sexual, económico y negligencia. Esto puede ser debido, por ejemplo, a que algunas categorías son extrapoladas de otros contextos donde tiene lugar la violencia. Sin embargo, otras, como la violación de derechos, no aparecen en todas las clasificaciones. Aunque actualmente se está empezando a abordar el campo de los derechos de las personas mayores, todavía queda mucho por hacer. Está muy relacionado con maltrato psicológico y consiste en privar a una persona mayor de derechos básicos que legalmente le corresponden: dignidad, intimidad, capacidad para toma de decisiones, etc.
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Existen muchas causas que derivan en situaciones de malos tratos hacia las personas mayores: factores individuales (trastornos mentales en el responsable de los malos tratos, deterioro cognitivo en la persona mayor), factores interpersonales (mala relación entre la persona mayor y el responsable de los malos tratos), factores asociados al contexto social (aislamiento) o factores socioculturales (edadismo). No obstante, el caldo de cultivo de los malos tratos son los estereotipos negativos hacia el envejecimiento. Dentro de esos estereotipos se incluyen creencias que provocan la discriminación hacia las personas por la edad (edadismo). La presencia de estos estereotipos tiene consecuencias en las personas mayores cuando ellas también los asumen como propios. De manera que pueden provocar que tengan un autoconcepto negativo, una baja autoestima y que empiecen a emitir comportamientos acordes con esos estereotipos, que se comporten en base al guion que se ha establecido y se produzca el fenómeno de “autoprofecía cumplida”.
El conocimiento de estos aspectos ayudará a fomentar la sensibilización y concienciación, detección e intervención ante estas situaciones.