Antonio Miguel Jiménez | 19 de febrero de 2018
Ya son 75 años los que han pasado desde la finalización de una de las batallas más duras de la historia: la contienda por Stalingrado. El pasado 2 de febrero se conmemoraba la rendición alemana, que llevó a cabo ante al Alto Mando soviético el famoso mariscal de campo Friedrich Paulus por la «ciudad de Stalin», anteriormente llamada Tsaritsyn, y en la actualidad Volgogrado, la ciudad del Volga.
DAVID M. GLANTZ CON JONATHAN M. HOUSE | A LAS PUERTAS DE STALINGRADO | DESPERTA FERRO EDICIONES | 2017 | 720 PÁGS. | 29,95 €
No cabe duda de que a lo largo de los siglos tienen lugar acontecimientos que determinan el desarrollo histórico y parece claro que las grandes batallas son uno de estos acontecimientos determinantes. Una frase, discutible como poco pero que demuestra la importancia de estos acontecimientos bélicos en la historia y en las mentalidades, es la atribuida al filósofo presocrático Heráclito de Éfeso: “La guerra es padre de todos”. Pues bien, la batalla de Stalingrado, acaecida entre agosto de 1942 y febrero de 1943, fue uno de estos acontecimientos: la gran debacle del ejército alemán y el comienzo del fin del III Reich.
Pues bien, para quien quiera profundizar de la forma más completa posible en esta importante batalla, Desperta Ferro Ediciones, una de las más punteras y audaces editoriales del momento, dedicada a la historia militar, ha editado A las puertas de Stalingrado (2017), el primer volumen de una tetralogía que promete ser la “gran obra” sobre la batalla de Stalingrado. El mayor especialista occidental en la operativa del Ejército Rojo durante la segunda guerra mundial, David M. Glantz, y el especialista y profesor de historia militar Jonathan M. House presentan un proyecto titánico que “trata de proporcionar una historia operacional exhaustiva de toda la campaña alemana de 1942 y de la respuesta soviética a dicha campaña, una contienda que duró desde mayo de 1942 hasta marzo de 1943”, según las palabras de los propios autores, que dejan claro su objetivo en la primera página del prefacio.
#Historia Este mes hace 75 años que terminó la batalla de #Stalingrado. En la Biblioteca Centro de Documentación de @Defensagob hay un centro de interés con libros y películas prestables: https://t.co/zYv3b2YQcr @EjercitoTierra @IHyCM_ET pic.twitter.com/jbsUBprDH3
— PubliPatDef (@PubliPatDef) February 10, 2018
Como Glantz y House advierten al comienzo de la obra, sobre la batalla de Stalingrado se han vertido ríos de tinta y se han escrito millares de libros. Pero esta tetralogía, empezando por A las puertas de Stalingrado, no pretende ser una obra más, sino la recapitulación de todo cuanto se ha escrito sobre dicha batalla. Algunas fuentes en las que se apoyan son ya clásicas, como las soberbias historias alemanas de la campaña, y otras han ido surgiendo tanto de la clandestinidad y del anonimato como de los ahora desclasificados archivos soviéticos, otras son estudios recientes, etc. Eso así, entre todas forman un rico mosaico de una policromía riquísima que ha dado lugar a esta genial obra.
Por otra parte, hay que decir que la utilización de tan ingente número de fuentes da a los autores suficiente legitimación como para realizar afirmaciones cuyo objetivo no es otro que desbancar tópicos de la mentalidad popular, como por ejemplo que “al contrario de lo que la gente piensa, la ciudad de Stalingrado no era el objetivo original de esta campaña; de hecho, solo aparece mencionada de paso en la orden de operaciones alemana original. Incluso después de que la pugna por la ciudad hubiera llamado la atención de todo el mundo, Alemania persistió en su objetivo original de capturar los campos petrolíferos de la región del Cáucaso […]. Solo mediante el examen de esta campaña como un todo se puede llegar a entender la batalla de Stalingrado en su contexto adecuado.”
Este extracto forma parte de la explicación del origen de la operación alemana en que se enmarcó la batalla de Stalingrado: el Fall Blau (Operación Azul). Concluida la rápida, aunque efímera, victoria de la Wehrmacht frente al Ejército Rojo, muchas de las necesarias materias primas para el sostenimiento de las divisiones Panzer de Hitler comenzaban a escasear en una fecha tan temprana como octubre de 1941 (cuatro meses después del inicio de la Operación Barbarroja), especialmente el petróleo. Y por ello se ideó el Fall Blau, que mediante varias fases pretendía llegar a los campos petrolíferos en el Cáucaso de Maikop y Bakú, reducido el primero, inmenso el segundo. Además, dicha región “contenía extensas reservas de carbón, turba, manganeso y otras materias primas […], además de ser la puerta natural a Oriente Medio”, por donde pasaba la ruta de ayuda a la Unión Soviética desde Irán. Sin duda, el Cáucaso era el objetivo estratégico principal de Alemania en su campaña oriental.
Pero, de hecho, no fue esa la zona elegida por Stalin para plantear batalla, lo que le provocaría más de un dolor de cabeza, y es que, como afirman los autores de la obra que nos ocupa, “resulta irónico que un grupo de marxistas convencidos, que, supuestamente, creían que la base de todo el poder se hallaba en el control de los medios de producción, pudiese centrarse en la defensa de su capital política [Moscú] e ignorar el valor económico que sus oponentes habían visto en la región sudoriental de la Unión Soviética.”
Por otra parte, hay que señalar especialmente que en A las puertas de Stalingrado el lector sigue paso a paso las primeras operaciones -muchas de ellas preparatorias- de alemanes y soviéticos que desembocarían en la batalla por Stalingrado. Así, en la obra se relatan los acontecimientos apoyándose en los testimonios de sus protagonistas, tanto de los respectivos altos mandos -el Oberkommando des Heeres alemán y la Stavka soviética- como de los soldados de tropa, siendo convenientemente aderezado con un completo aparato crítico integrado por los principales y más recientes trabajos académicos.
Así, se describen todas las operaciones acaecidas, desde la conquista alemana de Crimea por el Undécimo Ejército de von Manstein, donde la encarnizada defensa de la ciudad de Sebastopol llevada a cabo por el almirante F. S. Oktyabrskiy, al mando del Ejército Costero Independiente, sería un pequeño precedente de lo que ocurriría en Stalingrado; o el incontestado avance alemán sobre Jarkov por el Sexto Ejército del (todavía) general Paulus, y que le valió la Cruz de Caballero, con sus respectivas respuestas de generales soviéticos de la talla de S. K. Timoshenko, primero, y D. I. Riabyshev y K. S. Moskalenko, después; hasta “el avance del Decimoséptimo Ejército alemán sobre Novorosíisk y de las vanguardias Panzer de Kleist en la región del Térek” y el camino hacia las montañas del Cáucaso. Es decir, una narración completa, detallada y apoyada en las fuentes sobre las operaciones germano-soviéticas de abril a agosto de 1942, como reza el subtítulo de la obra, y con mención especial al número y detalle de mapas, tablas, apéndices y demás documentos que jalonan la obra.
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Además, David M. Glantz y Jonathan M. House no se limitan a hacer una detallada descripción de las maniobras militares germano-soviéticas, sino que también realizan brillantes interpretaciones y extraen valiosas conclusiones, de las que rebosa la obra, a raíz de las actuaciones de los respectivos dictadores y sus altos mandos en el desarrollo de las distintas operaciones concretas y de toda la campaña en general.
Un gran ejemplo de la amplia perspectiva del conflicto entre alemanes y soviéticos es el cambio de actuación de sus respectivos jefes supremos. Así lo afirman los autores de manera clara: “En el transcurso de cuatro años de conflicto, Hitler y Stalin intercambiaron de forma gradual papeles en lo referente a sus comandantes militares. El dictador alemán […] permitió, en un inicio, que sus generales empleasen su juicio profesional pero fue estrechando paulatinamente su control hasta el punto de que, para 1944-1945, cada comandante sobre el terreno debía ejecutar ciegamente cualquier orden del Führer. Por el contrario, Stalin comenzó con una total ausencia de confianza en sus subordinados, pero, con el tiempo, llegó a reconocer que les podía permitir un grado de flexibilidad e iniciativa considerable en la toma de decisiones.” Es decir, que fue la confianza en el criterio de los subordinados lo que auspició la victoria alemana inicial y la soviética final, así como la desconfianza, el excesivo control y la inflexibilidad propiciaron el inicial desastre del Ejército Rojo y la final derrota de la Wehrmacht. Esto no es solo la conclusión extraída de un hecho histórico, sino una realidad aplicable a la propia vida, una enseñanza de la Historia como maestra, recordando las famosas y ciertas palabras del político y orador romano Cicerón en su De oratore: “la Historia es […] maestra de la vida” (II, 36).
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.