Antonio Manuel Moral Roncal | 10 de abril de 2018
Hace unos meses, Antena 3 emitió una serie titulada Tiempos de Guerra, ambientada en el conflicto desarrollado en el protectorado español de Marruecos en los años veinte del pasado siglo. El argumento desarrollaba la historia de unas enfermeras que se presentaron en Melilla, entre ellas Carmen Angoloti, duquesa de la Victoria. Esa dama enfermera fue un personaje histórico de primera categoría que conviene recordar a las generaciones presentes.
Nacida el 7 de septiembre de 1875, fue hija de Carmen Mesa y de Joaquín Angoloti Merlo, hombre de negocios. Con apenas diecisiete años, Carmen contrajo matrimonio con el oficial de caballería Pablo Montesinos Espartero, primogénito de los duques de la Victoria. En 1905, su marido fue nombrado agregado militar a la embajada española en Berlín, por lo que la pareja vivió varios años en el Imperio alemán. Si el duque ejerció como gentilhombre de Cámara de Alfonso XIII y miembro de su escolta, Carmen Angoloti fue nombrada dama de la Reina Victoria Eugenia en 1911. Las puertas de palacio se abrieron a ella, intimando pronto con la familia real, con la que mantuvo una estrecha amistad durante toda su vida. Cuando los Reyes tuvieron que marchar al exilio en 1931, los acompañó en su estancia en tierras francesas.
La labor humanitaria de Alfonso XIII durante la Gran Guerra . En busca de desaparecidos
Como numerosas mujeres de clase alta de su época, Carmen participó en obras de asistencia social, llamada entonces «de caridad o beneficencia». En ellas demostró su voluntad férrea, tenaz e incansable, su sentido de la responsabilidad, espíritu organizador y religiosidad, como en el caso de la construcción de la iglesia madrileña de la Concepción, en el barrio Salamanca. Precisamente, para finalizar la misma, fue necesario lograr un préstamo del Banco de España, el cual exigió avalistas. Si bien Carmen logró que relevantes figuras de la nobleza se comprometieran a ello, estas la requirieron que, previamente, firmara también el presidente del Gobierno, líder del anticlerical Partido Liberal. Sin dudarlo, la duquesa de la Victoria se presentó en el despacho del mismo -que entonces era el conde de Romanones– y logró convencerlo, estampando su firma. De esa forma, el resto de avalistas también rubricaron el acuerdo y se logró terminar la construcción de la iglesia.
Pero, sobre todo, su figura está ligada a la guerra de Marruecos tras el desastre de Annual, derrota española que se produjo entre finales de julio y comienzos de agosto de 1921. Los soldados heridos llenaban los hospitales, que no se encontraban preparados para tal aluvión, siendo necesarias más medicinas, camas y personal. La reina Victoria Eugenia, fundadora y presidenta de la Cruz Roja, decidió elegir a Carmen Angoloti para que hiciera todo lo posible para ayudar a los heridos en Melilla.
La duquesa de la Victoria se desplazó a África con María Benavente -hija de médico y sobrina del gran dramaturgo-, Concha Heredia y Carmen Merry del Val. Como enfermeras, se presentaron ante los jefes militares con la pretensión de arreglar la cuestión sanitaria, levantar hospitales, curar heridos y dar una lección a los hombres. Cuatro mujeres en una guerra atroz, llena de miserias. Ante la oferta de vuelta a España que le sugirió un oficial, Carmen respondió que cumpliría su misión: «O con usted o contra usted. Es orden de la Reina y basta».
#TalDiaComoHoy en 1921 tiene lugar el Desastre del Annual, una grave derrota militar española ante los rifeños comandados por Abd el-Krim. pic.twitter.com/iIFrBxItNn
— Archivos de la Hist. (@Arcdelahistori) July 22, 2017
Este equipo femenino logró encontrar un local para establecer un hospital: un antiguo edificio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, al que dotaron de 100 camas, logradas a bajo precio de un comerciante alemán, desesperado ante la negativa del ejército a comprárselas. Continuaron buscando enseres, ropa y material, inaugurando el centro sanitario el 4 de agosto de 1921, el cual se llenó en muy poco tiempo de heridos. Fue necesario buscar otro local para ampliar el nuevo, por lo que el Ayuntamiento de Melilla cedió un grupo escolar recién construido, que se puso en funcionamiento a finales de ese mismo mes con 200 camas. Paralelamente, el número de enfermeras voluntarias aumentó con más incorporaciones: varias hermanas religiosas y todas las damas de la Cruz Roja de Melilla.
Carmen y sus enfermeras se convirtieron en una ayuda inestimable. La duquesa de la Victoria organizó los suministros, llevó la contabilidad, recogió donativos, mantuvo correspondencia con la Reina y personalidades de la época, dispuestas a colaborar en su labor asistencial. Victoria Eugenia impulsó una suscripción nacional para comprar material quirúrgico, instrumental y mobiliario, que en poco tiempo alcanzó la cifra de 400.000 pesetas de la época. Asimismo, la Reina comunicó a Carmen Angoloti la idea de crear la fiesta de la banderita, para obtener fondos para la labor de Cruz Roja en la campaña africana.
Más adelante comenzaron a levantarse otros hospitales como en Larache, mejorando otros como el de Ceuta y, donde no fue posible establecerlos, se instalaron barracones prefabricados. La Reina envió a la duquesa información sobre aquellos que ofrecía una empresa británica, en forma de caseta con cuatro habitaciones, que fueron finalmente adquiridos. En la organización de los hospitales de segunda línea destacaron los buques-hospitales, como bases fijas, servicios técnicos y centro de evacuación de heridos. También en ellos participó la incansable Carmen Angoloti, la cual no dudó en acudir al frente de guerra, en Tauima, Zeluán, Nador, Monte Arruit y en el desembarco de Alhucemas, atendiendo personalmente a los soldados.
Durante la guerra y tras su finalización victoriosa, la duquesa de la Victoria recibió numerosos homenajes y medallas, levantándose dos monumentos, en Cádiz y Madrid, en reconocimiento a su intensa labor humanitaria. Hasta dos líderes socialistas participaron en los mismos, llegando a escribir Pablo Iglesias en un libro de firmas: «Enemigo de la guerra, rindo homenaje a la señora que ha demostrado elevadísimos sentimientos de humanidad, a la par que una extrema modestia». Por su parte, Indalecio Prieto añadió: «La duquesa de la Victoria es el símbolo de la solidaridad humana. He aquí un carácter forjado por la caridad entre ayes de heridos y estertores de moribundos que al quejarse y al morir la bendicen».
Duquesa de la Victoria.
— Conocer Madrid (@ConocerMD) October 18, 2016
Monumento D Julio González dedicado a la duquesa que es también un homenaje a las enfermeras de la #CruzRoja #Madrid pic.twitter.com/CVi6KCNYVJ
Como escribió Jacinto Benavente, tío de una de las enfermeras que llegaron a Melilla, «el mal pago añade mérito a las buenas obras». Al estallar la Guerra Civil, el marido de la duquesa de la Victoria fue llevado a una checa y asesinado, mientras ella era encarcelada. La Cruz Roja argentina, al saberlo, solicitó a la española que intercediera y solicitara clemencia para salvarla. La respuesta telegráfica que recibió del presidente del comité, Romeo, fue la siguiente: «Manifestámosle exduquesa Victoria no pertenece institución hace cinco años». Su suerte estaba echada. Sin embargo, el encargado de negocios de la Argentina, Edgardo Pérez Quesada, logró sacarla de la cárcel, otorgándole asilo diplomático, al reclamarla por su nombre, no por su título nobiliario. Al darse posteriormente cuenta, los milicianos republicanos se presentaron en la embajada argentina y exigieron su devolución, a lo que se negó Pérez Quesada, pese a sus amenazas, presiones políticas y diplomáticas. La duquesa de la Victoria fue evacuada y trasladada a Marsella en enero de 1937.
Tras la Guerra Civil, Carmen Angoloti ayudó a la reconstrucción de la Cruz Roja, participando en asambleas internacionales como representante de España. Falleció en Madrid el 4 de noviembre de 1959, con la satisfacción de haber vivido una vida al servicio de los demás. El poeta Eduardo Marquina escribió que las manos de la duquesa de la Victoria tendrían siempre rastros de fuego y sangre, pues «señales como esas dejan los astros en las llanuras celestiales».
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.