Javier Morillas | 04 de febrero de 2017
Ha sido publicada la segunda edición de un libro de los mejores medievalistas de nuestro país. Se trata de «Hispania-Spania. El nacimiento de España», del profesor F. Santiago Cantera, doctor en Historia por la Universidad Complutense, ex-profesor del departamento de Historia de la Universidad CEU-San Pablo, donde tuvo lugar su presentación.
El libro basado en el análisis de los textos latinos originales de los siglos V, VI, VII y VIII, muestra el surgimiento y la historia unitaria de esos importantes y prósperos siglos del periodo hispano-godo. Un periodo fundacional muy poco tratado pero clave para explicar nuestra historia posterior unitaria -ahora cuestionada- y la propia memoria del «Regnun Spaniae», que en pos de la recuperación del Reino de Don Rodrigo impulsó desde el mismo 711 el proceso de «Reconquista» que terminó con la toma de Granada como diría el propio Rey Fernando.
No es un texto económico; pero recurriendo a su conocimiento del latín antiguo el autor nos permite inferir el porqué de aquellos «Laus Spaniae» de San Isidoro de Sevilla; que tanto nos llamó siempre la atención a los economistas. Especialmente porque nos habla de la riqueza de la España de aquel tiempo en frutos de todo tipo, aceite, miel, vino, cochinilla, metales, abundancia de ganados por todas partes, y tantas bondades que hacía de nuestra tierra aquella donde mejor se vivía del mundo.
Nos habla de la riqueza de la España de aquel tiempo en frutos de todo tipo, aceite miel vino, abundancia de ganados por todas partes
¿Eran ciertos estos «laudes» económicos que tanta influencia tuvieron en España -para bien y para mal- en el primer tercio del siglo XX?. De hecho tanto a Pablo Iglesias, fundador del PSOE y la UGT, como a los regeneracionistas les llevaría a pensar que España era rica per sé; achacando siempre al «mal gobierno» todos «los males de la Patria» que titularía Lucas Mallada.
Desconociendo su déficit hídrico, la menor fertilidad del suelo para la acumulación de excedente agropecuario y la más complicada orografía española comparada con la de nuestros vecinos europeos; máxime cuando llegó la hora de la constitución de los grandes «clousters» que iniciaron la industrialización.
Pero tras la caída de Roma, tanto la Galia, como Britania y las otras tierras de Europa se sumaron en el caos, la guerra civil y la descomposición social, política y económica. Y cabe inferir a partir de las fuentes disponibles que solo aquí se mantuvieron e incrementaron cultivos, ganados, acueductos y puentes; mejorando las calzadas y el comercio, progresando las ciudades y embelleciéndolas con nuevos monumentos.
Es decir, aquellos «laudes» eran ciertos en los siglos de aquella «Spania» o «Hispania»; cuya pronunciación, por cierto, siempre ha sido la misma, («España») a decir de lingüistas y otros expertos, como el catedrático de Historia Medieval, García Moreno, de la Universidad de Alcalá de Henares, uno de los presentadores del libro.
La investigación analiza y redescubre la creación y consolidación del Regnum Spanorum. Y es que la descripción de aquellos años fundacionales y «Founding Fhaters» de la nación española vienen a coincidir con lo que la racionalidad económica aplicada infiere.
De su lectura deducimos que en dichos siglos, como ahora en España, cuando hay estabilidad institucional y política hay ondas largas de crecimiento y progreso económico general. Por el contrario, cuando hay incertidumbre constitucional surgen las tensiones y las energías se dilapidan en pugnas improductivas.
Explica el gran arraigo que las cajas de ahorros llegaron a tener en la sociedad española, impulsadas en su inicio por la Iglesia
Y que, como todo colectivo, necesita para paliar éstas de un común «relato país», -un storytelling-, y una adecuada selección de su clase dirigente; que en aquellos siglos sintetizó la «Mater Spania» isidoriana, y el «Aula Palatina» de su capital en la «Civitas Regia», Toletum.
Solo en un contexto de previsibilidad -siempre difícil en una monarquía electiva, aunque regularizada la sucesión en el 633- y crecimiento pudo crearse nuestra primera Caja de Ahorros; para préstamos sin interés, inspirada por el Obispo Fidel de la entonces «Emerita Augusta», y que culmina su sucesor Másona (571-605).
Un primer gran ejemplo de banca ética, no sólo de España sino quizás de toda Europa. Y que contribuye a explicar el gran arraigo que las cajas de ahorros llegaron a tener en la sociedad española, impulsadas en su inicio por la Iglesia, a través de párrocos y Obispos en sus distintas diócesis.
Cuando sabemos que las Cajas llegaron a captar más de la mitad de los depósitos de las familias de nuestro país; en dura competencia con los bancos convencionales. Hasta que el cambio de la Ley de Cajas de 1985, condujo a unas entidades politizadas y quebradas. Incluso la otrora próspera «Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid» fundada por el Padre Piquer en 1702.
Esta segunda edición coincide con un tiempo en que ciertos colectivos frivolizan con casos como el de la Catedral de Córdoba, luego mezquita, y antes basílica de San Vicente. Y cuando caducas pedagogías olvidan tres siglos fundamentales y explicativos de nuestra continuidad histórica como nación.
La que va desde la caída del Imperio Romano a la invasión musulmana; periodo en el que nace esa «hermosa desconocida», como la llamó el gran medievalista francés J. Fontaine. Más de 30 Reyes y decenas de tantos pensadores y «Hombres Ilustres«, que cual «Vida de los Césares» son dignos de ser recuperados y puestos en valor de nuevo.
El Duque Pedro de Cantabria, Julián de Toledo, Gosvintha, Juan de Bíclaro,Valerio del Bierzo, Braulio de Zaragoza, el Dux Eutropio de la Tarraconense, Justo de Urgel, el Duque Claudio, Leandro, Hermenegildo, Asturio, Montano, Conancio, Brunekilda, Minicea, … Y desde «Pampilona» -Pamplona- a «Tarraco», o «Valentia», Valencia.
En 2015 se cumplieron los 1.600 años de la muerte del Rey Ataulfo en «Barcina», Barcelona, donde había trasladado su Corte
De «Lucus» -Lugo- o «Aurienses» -Orense- a Victoriaco -Vitoria-, Velegia -Iruña-, o a la Bética, pasando por Valeria, Ercábica, Recópolis, Hispalis, Malaca, Segovia o Matritum, ya entonces un pequeño poblado fruto de un «vicus» romano, con guarnición permanente en un poco defendible montículo -el actual Palacio Real- en el centro de la península junto al siempre marginal cauce del Manzanares. Nada comparable con el Tajo y la fortificada Toletum.
Se cumplieron en 2015 los 1.600 años de la muerte del Rey Ataulfo en «Barcina», Barcelona, donde había trasladado su Corte. Cuando enfilamos el 1.500 aniversario de la capitalidad de Toledo; la que fue llamada «Constantinopla de Occidente», y que F. Santiago Cantera debiera señalarnos en qué año exacto celebrar.
La primera edición de este libro, en 2014, no pudo presentarse al agotarse rápidamente. La actual está ampliada con ilustraciones aclaratorias
Porque aunque dejó el entorno universitario -para hacerse monje benedictino-, felizmente no ha dejado la investigación. Y esperemos que el sosiego de su retiro monacal -hoy como Prior de la Abadía benedictina del Valle de los Caídos- le permita seguir investigando y alumbrando aquellos siglos clave de la nación más antigua de Europa.
La primera edición de este libro, en 2014, no pudo presentarse al agotarse rápidamente. La actual está ampliada con ilustraciones aclaratorias. Y hay quien piensa que en cada hogar de nuestro país tenía que haber un ejemplar de este libro. Por cierto un buen regalo para cualquier festividad o cumpleaños.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.