Antonio Miguel Jiménez | 15 de diciembre de 2018
¿Por qué el torneo de tenis más importante de Francia recibe el nombre de Roland Garros? ¿Qué llevó a los británicos a denominar ‘tanques’ a los vehículos blindados? ¿Hubo españoles en la Primera Guerra Mundial? Y, si fue así, ¿al lado de quién combatieron? ¿Qué le ocurrió realmente al 1er Batallón del 5º Regimiento de Norfolk en Galípoli, que fue dado por desaparecido?
ESO NO ESTABA EN MI LIBRO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL | JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ GARVI | EDITORIAL ALMUZARA | 320 PÁGINAS | 17.95 €
Imagino que, así de primeras, la mayoría de lectores no tendrá una respuesta inmediata a estas preguntas. Si usted sí la tiene, enhorabuena: es un especialista en la Primera Guerra Mundial. En mi caso, y como historiador (aunque de la Antigüedad), no tenía dichas respuestas. Ni siquiera una ligera aproximación.
Posiblemente, si el libro de José Luis Hernández Garvi, publicado por la Editorial Almuzara, Eso no estaba en mi libro de la Primera Guerra Mundial (2018) se hubiera titulado Causas y consecuencias del estallido de la Primera Guerra Mundial, sí podría haber conocido muchos de los hechos históricos y de las teorías historiográficas del conflicto: desde las importantes cuestiones del colonialismo, el imperialismo o el nacionalismo, en el ámbito más general, hasta hechos muy concretos como la Crisis de Agadir, en 1911, o la primera ofensiva de la Liga Balcánica, en 1912, contra el Imperio otomano.
Pero el libro de Hernández Garvi se aleja de todo eso y, aunque me pese decirlo, de todo lo que los no historiadores catalogan como “lo aburrido”. En este volumen encontramos una selección de interesantes hechos y anécdotas de la Primera Guerra Mundial, cuya finalización conmemorábamos hace poco más de un mes, que despiertan un interés voraz en la “Guerra que acabaría con todas las guerras”, y hace de su lectura algo adictivo. Bien, pero ¿qué hay de las preguntas de arriba?
Como cuenta José Luis Hernández Garvi, el torneo de tenis Roland Garros recibe su nombre del aviador francés con dicho nombre. Pionero en aeronáutica, deportista y héroe de guerra, ideó cómo se podía disparar una ametralladora sin que esto destruyera la hélice del aeroplano. No contento con ello, Garros se convirtió en un as de la aviación francesa y, tras ser derribado en una misión, salió ileso y cayó prisionero de los alemanes, para, tras tres años de cautiverio en un campo de prisioneros, fugarse de dicho campo y volver a sus líneas para retomar sus misiones. Fue derribado y muerto poco más de un mes antes de que terminara la guerra. Su tesón, su patriotismo y sus servicios a Francia le valieron el reconocimiento póstumo.
Tolkien y la guerra. Realismo bélico en “El Señor de los Anillos”
Y, ¿qué llevó a los británicos a llamar ‘tanques’ a los primeros blindados? La razón que expone el autor es curiosa y divertida a partes iguales. Para camuflar la fabricación de los blindados, y que nadie pudiera imaginar la nueva arma que se estaba gestando, los envíos de las planchas de acero se consignaban como contenedores de agua (water container, WC en sus siglas inglesas), lo que daba pie a la confusión y a no pocas bromas con la palabra WC (water closet, es decir, inodoro). Por ello, dichos envíos pasaron a consignarse como tanques (tanks) de almacenamiento de agua, aquilatándose poco a poco el término tanque como sinónimo de la nueva arma.
En cuanto a los españoles en la Gran Guerra, hay que decir que sí, los hubo. La gran mayoría, como apunta el autor, luchó bajo bandera francesa, y no en cualquier cuerpo, sino en uno de élite: la Legión Extranjera. Aunque, sin duda, destaca la increíble historia (que da para varias novelas de aventuras) de Antonio Beltrán Casaña, oriundo de Jaca, quien, tras emigrar a Estados Unidos, cruzó a México para luchar con los revolucionarios de Pancho Villa; después fue leñador en Canadá y, a su vuelta a Estados Unidos, que acababa de entrar en la guerra, no dudó en alistarse como voluntario. En Europa destacó en la batalla, siendo, incluso, condecorado. Pero desertó y volvió a su Jaca natal. En la Guerra Civil española comandaría la 72ª Brigada Mixta en el bando republicano.
En cuanto al “Batallón Perdido” de Norfolk, habrán de buscarlo en el libro. Esto solo ha sido un esbozo de las numerosas anécdotas y hechos interesantes, a la par que desconocidos, que no suelen hallarse en los libros de historia y que aquí nos presenta José Luis Hernández Garvi de manera seria al tiempo que accesible para todos.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.