Luis E. Togores | 14 de noviembre de 2016
La primera imagen que surge, sin lugar a dudas, en el imaginario de un español sobre la resistencia francesa contra la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial son las películas Arde París o El día más largo.
Recientemente, la historiografía española ha puesto en valor el papel fundamental en la liberación de los republicanos españoles refugiados en el país vecino como consecuencia de la victoria de los Nacionales en abril de 1939: una parte de ellos alistados en las escuetas fuerzas de la Francia Libre de De Gaulle, especialmente en la famosa 9ª, y otros en las partidas de maquis, sobre todo comunistas, que nacieron como consecuencia de la invasión de la URSS por Alemania en el verano de 1941, ya que hasta esa fecha los comunistas franceses colaboraban activamente con los nazis fruto del Pacto Molotov-Ribbentrop que había convertido a Hitler y a Stalin en aliados.
Es de señalar que en la extensa bibliografía de profesor Gildea, fellow del Worcester College, no cita un solo autor español de los que tratan la fundamental presencia española en el maquis galo. ¡Europa empieza en los Pirineos! Al menos para los historiadores británicos incluso ante del Brexit.
La realidad es que sólo una minoría de franceses optó por integrarse en la Resistencia durante la guerra contra Hitler
La historia de la Resistencia francesa ha tenido poco recorrido fuera de la propia Francia ya que, como señala el autor, muy poco tenían de que presumir en el contexto histórico épico que es la II Guerra Mundial.
Para hacer frente al trauma de la derrota en seis semanas en 1940, y a años de colaboracionismo en Francia, se tejió el mito de que la Resistencia había comenzado el 18 de junio de 1940 cuando De Gaulle estaba aislado en Londres; que sólo un puñado de miserables había colaborado con los nazis, mientras un puñado de héroes había iniciado la lucha apoyado por la inmensa mayoría del pueblo francés. Por último, aunque la deuda militar con los Aliados era importante y que algunos extranjeros habían participado puntualmente en la Resistencia, Francia había sido liberada por los propios franceses.
La realidad fue que sólo una minoría de franceses optó por integrarse en la Resistencia, mientras que la mayoría del pueblo francés vivió el fin de la guerra como un alivio, confió en que el mariscal Pétain defendería sus intereses y convivió más o menos pacíficamente con las fuerzas de ocupación alemana. Como afirmó uno de los líderes de la Resistencia, Emmanuel d`Astier de la Vigerie: “creo que uno solamente se podría haber unido a la Resistencia si era un inadaptado”.
La historiografía española ha puesto en valor la participación de combatientes republicanos en la Resistencia francesa, especialmente en la famosa 9ª
A pesar de todo esto, de la visión distinta que comunistas y gaullistas han querido transmitir sobre la Resistencia francesa, y de sus intereses enfrentados y sus ocultaciones, el libro de Robert Gildea viene a contar de forma solvente esta parte desconocida de la Historia de Francia, de la II Guerra Mundial y de muchos españoles y de otros países de Europa que combatieron en suelo galo junto a un puñado de franceses.
Escribe una historia con nombres y apellidos, sin grandes batallas ni enormes unidades, ya que es la guerra de unos pocos, muy pocos, en su enfrentamiento con el ejército más poderoso de Europa hasta su derrota en el Frente Ruso a partir de 1943.
En unos momentos en que la Ley de Memoria Histórica vuelve a dividir a los españoles, conocer el caso francés, sus errores y aciertos en su tratamiento histórico y político de su propia historia, puede ser una fuente de inspiración para los políticos y ciudadanos de a pie de España.
Señala Robert Gildea que “los mitos son relatos desarrollados para definir la identidad y las aspiraciones de grupos de personas o de países enteros y no necesitan basarse en hechos históricos probados”.
En 1972 Pompidou afirmó: “¿Acaso no ha llegado ya la hora de correr un velo sobre esa época en la que los franceses se odiaban mutuamente y se despedazaban y mataban entre sí?”.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.