José Luis Orella | 16 de septiembre de 2018
La princesa Leonor, de manos de sus padres, iniciaba, hace unos pocos días, su primer acto oficial en Covadonga, ante la Virgen de la Gruta, donde don Pelayo levantó su espada contra los invasores de Hispania. El primer acto oficial de la princesa de Asturias es su entrada en una vida pública de la que ya no saldrá hasta su fallecimiento. Su seguimiento la obligará a estudiar sus palabras y a medir muy bien sus discursos, porque, a partir de ahora, todo lo que diga será analizado exhaustivamente para conocer el pensamiento de la futura soberana de España. La elección de Asturias, tierra de su madre y de donde ella es princesa, junto a los títulos de princesa de Gerona y de Viana, como heredera de la Corona española que agrupa los reinos de Castilla, Aragón y Navarra, empieza a aclarar la situación.
Los Reyes, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía presiden los actos conmemorativos del XIII Centenario del Reino de Asturias y el I Centenario de la Coronación Canónica de la Virgen de Covadonga pic.twitter.com/lPzk9KIYhW
— Casa de S.M. el Rey (@CasaReal) September 8, 2018
El primer acto oficial de la princesa de Asturias fue en Covadonga, donde don Pelayo inició la Reconquista contra los invasores islámicos, cuya acción idealizada será el inicio de una recuperación del territorio que lo llevará a 7 siglos de lucha. Los reinos cristianos vencedores se considerarán herederos de aquella unidad peninsular lograda por la unión de visigodos e hispanorromanos bajo una misma Fe. Su interpretación desde nuestro siglo XXI puede ser discutible, pero desde el siglo VIII lucharon por una idea unificada, que dio origen a los diferentes reinos que después unirían bajo su cetro los Reyes Católicos, quienes darían aliento a una de las mayores gestas de la historia, el descubrimiento y evangelización de un nuevo mundo, que será el continente americano. Covadonga es el origen de un NO a un dominio extranjero y el SÍ a la defensa de lo propio, que dará origen a la diversidad española, asentada en los viejos reinos que surgieron durante la Reconquista. El primer acto oficial de la princesa Leonor es un recuerdo a ese origen unido de todos, pero de una unidad en la diversidad.
En un momento como el actual, cuando los nacionalismos periféricos se han decantado de forma abierta por la ruptura, especialmente el catalán, se hacen necesarias respuestas efectivas que recuerden nuestras gestas. La carencia de una educación nacional, abolida por el sistema autonómico, fagocitó la enseñanza de la historia y de las humanidades en común, y favoreció la fragmentación con el adoctrinamiento ideológico llevado a cabo por las consejerías autonómicas de Educación. Ahora miramos, asustados, un proceso largo de abandonos que ha dado origen a varias generaciones de jóvenes que no se sienten partícipes de una comunidad nacional y mucho menos se sienten motivados a conocer su historia.
La monarquía siempre fue una de las piedras clave de aquella unidad en la diversidad. Un símbolo que todavía proyecta, de forma simbólica, un gran poder mediador en ámbitos como Hispanoamérica, Filipinas o Guinea Ecuatorial, con las que compartimos religión y cultura. La unidad de España es el primer punto de las obligaciones de un monarca como Felipe VI, preparado, como su padre, para representar a su país en la escena internacional de su momento, pero también para mostrarse digno heredero de una historia milenaria. Por esta razón, el primer acto oficial de la princesa de Asturias debía ser en Covadonga, en la cuna de una comunidad histórica que decidió luchar por mantener su identidad cristiana y su vinculación a la civilización europea. En su primer acto oficial, la futura reina debía ser vista como el símbolo de la unidad nacional, y garantizar para el futuro que será la reina de una España unida en su diversidad.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.