Javier Arjona | 22 de agosto de 2018
Dado que cada cierto tiempo viene a colación una sorprendente duda sobre la españolidad histórica de Ceuta y Melilla, sobre el proceso de descolonización del siglo XX o la cuestión abierta del Sáhara Occidental, no está de más hacer un recorrido geográfico e histórico por nuestro pasado colonial en el norte de África.
Entre los meses de noviembre de 1884 y febrero de 1885, el canciller Otto Von Bismarck, protagonista y artífice de la unificación alemana al dictado de Prusia, organizó en Berlín una conferencia internacional con el objetivo de ordenar la problemática de la expansión colonial europea en África. Como consecuencia de aquellos acuerdos, las principales potencias de Europa llevaron a cabo un proceso de ocupación efectiva del continente negro, repartiéndose la hegemonía de los distintos territorios con la aquiescencia del resto de países.
Sin embargo, siglos antes de la Conferencia de Berlín, España ya tenía plazas históricas en el Magreb. Sin pormenorizar puntos estratégicos como Argel, Trípoli u Orán, cabe citar la ciudad de Melilla, conquistada por los Reyes Católicos en 1498, o la de Ceuta, incorporada a la Monarquía Hispánica como parte de Portugal en 1580, ya en la centuria de los Austrias Mayores, y antes de la llegada de la dinastía alauita para promover la unificación de Marruecos en 1666.
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Siglos más tarde, en el año 1860, también el territorio de Ifni, localizado en la vertiente atlántica norteafricana, le fue reconocido a España tras la firma en Tetuán del Tratado de Wad-Ras, que puso fin a la primera guerra contra el sultanato marroquí, originada precisamente por un ataque rifeño a Ceuta. No fue este el único incidente en el norte de África, toda vez que en 1893 tuvo lugar la denominada Guerra del Rif, tras el asedio de Melilla por tribus locales en plena regencia de la reina María Cristina de Habsburgo, y, ya en el siglo XX, la Segunda Guerra de Marruecos (1911-1927).
Con esta situación geográfica de partida, España reclamó en Berlín el control de una amplia franja norte del territorio de Marruecos, en torno a las ciudades de Ceuta y Melilla, quedando el resto del país alauí bajo dominio francés. Además, reclamó el territorio de la costa atlántica sahariana que estaba en frente de las islas Canarias, al sur de Ifni, con el objetivo de establecer un protectorado que acabó recibiendo el nombre de Sáhara Español.
Llegado el año 1912, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, y tras haber tenido lugar las denominadas crisis marroquíes provocadas por la política expansiva del II Reich alemán, el Tratado de Fez estableció formalmente el Protectorado Español de Marruecos, que englobaba la parte norteafricana y la zona del Cabo Juby situada por encima del Sáhara Español. Esta última región, formada por los territorios de Saguía el Hamra y Río de Oro, y nunca vinculada históricamente al sultanato marroquí, se acabó convirtiendo en provincia española en 1958.
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Cuando el proceso de descolonización impulsado desde la Organización de Naciones Unidas (ONU), tras concluir la Segunda Guerra Mundial, fue impulsando la independencia de los distintos países africanos, España se vio obligada a conceder la independencia al Protectorado Español de Marruecos, que se hizo efectiva por completo en 1958. El Sáhara Español, sin embargo, no tuvo este reconocimiento, puesto que a todos los efectos era territorio soberano español. En paralelo, tuvo lugar una nueva guerra entre Marruecos y España, tras la reclamación de la región de Ifni por parte del rey Mohamed V, que, aunque se saldó con victoria española, fue el detonante de la cesión del territorio al país vecino en 1968.
En esta tesitura, la única plaza norteafricana que seguía bajo dominio español en esta segunda mitad del siglo XX, al margen de las históricas Ceuta y Melilla, era el Sáhara Español. El territorio también había sido reclamado por Marruecos, aprovechando el proceso de descolonización, aunque en este caso sin ninguna justificación histórica. En el año 1970, recta final del tardofranquismo, la ONU aprobó un referéndum de autodeterminación para el Sáhara Español, al tiempo que nacía el Frente Polisario como grupo armado por la independencia del territorio.
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La injerencia de Marruecos paralizó el proceso iniciado para la celebración del referéndum y, aprovechando la debilidad del régimen franquista, el rey Hassan II promovió la denominada Marcha Verde, con el objetivo de llevar a cabo una ocupación pacífica del territorio. Tras un acuerdo tripartito (Acuerdo de Madrid) entre Mauritania, Marruecos y España, el Gobierno de Carlos Arias Navarro ordenó la salida del Sáhara Español el 28 de febrero de 1976. Acto seguido, el Frente Polisario proclamó la República Árabe Saharaui Democrática e inició una lucha por la independencia contra Marruecos que continúa inconclusa.
Desde ese momento, el Sahara Español pasó a llamarse Sahara Occidental. Aunque el territorio está actualmente ocupado en su mayor parte por Marruecos, no existe reconocimiento por parte de Naciones Unidas, que no otorgó validez al Acuerdo de Madrid, hasta el punto de seguir sosteniendo que, a efectos jurídicos, se trata de un territorio no autónomo administrado por España. Así pues, se trata de unos de los actuales 17 territorios no autónomos que en el mundo están bajo supervisión del Comité Especial de Descolonización de la ONU.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.