Elías Durán de Porras | 07 de julio de 2017
La Guerra Civil continúa siendo una fuente de inspiración de primer orden. Incluso para autores que podríamos definir como la tercera generación de la contienda: los nietos de los que la vivieron. Es el caso del escritor Enrique Bocanegra (Sevilla, 1973), que en Un espía en la trinchera. Kim Philby en la Guerra Civil Española (Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias 2017) narra la trayectoria vital de uno de los espías comunistas más famosos de la historia, Harold Adrian Russell Philby (1912-1988), que en su etapa de corresponsal de The Times en la guerra española fue condecorado por el mismísimo Franco, sin que nadie de su bando sospechase que era un hombre al servicio del Kremlin.
Kim -apodo que recibió porque nació en la India, como el personaje de la obra de Rudyard Kipling-, fue uno de los integrantes de los “cinco de Cambridge”, toda una red de espionaje que sirvió durante años a la Unión Soviética. Hijo de John Philby, un oficial inglés que, al igual que Lawrence de Arabia fue clave para acabar con el Imperio Otomano, se formó como espía en Viena, Nueva York y Londres, pero su verdadera prueba de fuego fue España, donde estuvo a punto de perder la vida en el frente de Teruel. Con posterioridad, entró en los servicios secretos británicos, pero siempre al servicio del KGB. Cuando fue detectado, se organizó un verdadero escándalo en Inglaterra. Su nombre encabezó los titulares de los principales periódicos y tuvo que trasladarse al último lugar seguro que le quedaba: la URSS. Allí pasaría sus últimos días como reliquia viva de la Guerra Fría.
El autor de esta obra ganadora del Premio Comillas, cuyo jurado está presidido por el historiador José Álvarez Junco, es coordinador cultural en la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Sevilla, tras estudiar tres años Comunicación Audiovisual en la Universidad CEU Cardenal Herrera, Bocanegra desarrolló su actividad periodística en México, España, Argelia, Marruecos y Líbano; y también en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Asimismo, cursó el Máster en Comunicación de la Defensa por el Centro de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN).
El gran acierto de esta obra ha sido no circunscribir su narración a la Guerra Civil. El escritor sevillano abarca toda la trayectoria vital de Kim Philby para aproximar al lector la personalidad de un hombre de carácter tan embaucador como impenetrable. Sin llegar a ser una biografía al uso, se agradece la apuesta del autor, porque es la mejor forma de acercarse al protagonista.
Asimismo, Bocanegra ha incluido con gran tino un sinfín de trayectorias vitales de otros personajes clave en la vida de Philby, tanto de su círculo universitario como de otros lugares de Europa. De esta manera, el lector comprende cómo toda una generación se entregó al comunismo, incluso estudiantes de las más elitistas aulas de Cambridge. La pluma del autor ha hecho un gran trabajo en este sentido y recuerda las innumerables biografías de las que se sirve Paul Johnson para analizar un periodo histórico en El nacimiento del mundo moderno. Por las páginas de este libro aparecen Orlov, Kolstov, Koestler, Mathews, Capra, Hemingway, Burgess, Maclean, Mally, Merry del Val… Periodistas, espías, asesinos, diplomáticos, militares, etc… Un notable esfuerzo que sirve para comprender lo que supuso para toda una generación la decadencia de las democracias liberales tras la hecatombe de la Primera Guerra Mundial, la crisis económica del 29 y la aparición del bolchevismo y el fascismo.
Un espía en la trinchera muestra, además, un sobresaliente equilibrio entre la erudición que demuestra su autor y su notable prosa. Bocanegra ha consultado una gran cantidad de archivos y obras, como demuestran sus notas y bibliografía. Incluso entrevistó y consiguió material inédito de los periodistas que más sabían sobre Philby: Patrick Seale y Phillip Kinghtely, este último autor del gran libro de historia sobre los corresponsales de guerra. Todo ello sirve para demostrar que la Historia como narración, parafraseando a Tuchman con cierta licencia, es una forma inmejorable de acercar la disciplina de Clío, siempre que sea con rigor, lejos de la ficción y subjetivismo que entremezclan las novelas históricas.
Otro capítulo a destacar de esta obra es la distancia que mantiene su autor sobre los hechos. No nos encontramos con militancia, algo muy de agradecer sobre todo por el periodo en el que transcurre el libro. Bocanegra no toma partido en momento alguno. Los personajes se definen por sí mismos en función de sus acciones. Aquí se percibe, en mi opinión, el buen periodismo que, sin duda, ha ejercido el escritor; el periodismo que no antepone una visión del mundo a la objetividad y a los hechos. Es tan honesta esta obra que, cuando la heurística y la hermenéutica son difíciles de conciliar, el autor advierte siempre al lector de que va a entrar en las arenas movedizas de la especulación.
Y todo sin renunciar a la trama y suspense de una novela que tiene por momentos grandes influencias del buen cine, otra de las formaciones de Bocanegra. El principio, final y algunos episodios intermedios se leen como si se vieran en la gran pantalla. No me extrañaría que esta obra sobre Philby acabase en las salas de cine o en una serie para la televisión. Si es así, ojalá haga justicia al encomiable trabajo de Bocanegra.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.