Pablo Casado Muriel | 31 de marzo de 2018
En 1961, el soviético Yuri Gagarin se convertía en el primer hombre en viajar al espacio. Su vuelo abrió el camino hacia la Luna.
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¡Poyejali!. “Vámonos”. Fue la expresión de Yuri Gagarin segundos antes del despegue que lo llevaría al espacio y a la eternidad. Aquel 12 de abril de 1961, en plena Guerra Fría, la Unión Soviética se apuntaba una gran victoria al colocar al primer hombre en el espacio.
El viaje de Yuri Gagarin a bordo de la Vostok 1 duró poco más de una hora y media, una sola órbita alrededor de la Tierra. El cosmonauta abría una nueva frontera para la humanidad y lo hacía mientras en Estados Unidos los astronautas del Proyecto Mercury se preparaban para llevar a cabo la misma tarea en menos tiempo. Objetivo que no cumplieron.
56 лет назад Юрий Гагарин на корабле «Восток-1» облетел Землю, и эти 108 минут изменили мир! С праздником!!! ?#ДеньКосмонавтики pic.twitter.com/3d213bD1If
— РОСКОСМОС (@roscosmos) April 12, 2017
Si al espacio ascendió un piloto de cazas que había destacado en el proceso de selección, quien descendió era ya un héroe nacional que los líderes soviéticos no dudaron en exhibir y utilizar para la propaganda. Por ese motivo, el hombre que disfrutaría el honor de ser el primero en contemplar nuestro hogar desde una altitud de más de 300 kilómetros, “veo la Tierra, qué hermosa es” -comentaría maravillado Yuri Gagarin desde su pequeña nave- debía ser mucho más que un buen aviador. Su personalidad tenía que ser especial y el mejor ejemplo del “perfecto camarada soviético”, como explica Manuel Montes en su excelente obra Alas rojas.
Yuri Gagarin demostró ser el mejor candidato posible para convertirse en un mito viviente. Las pruebas de selección mostraron a un joven trabajador, risueño y capaz de mantener la calma en los momentos de mayor tensión. De todas estas cualidades dio muestras en su misión espacial. El cosmonauta no dudo en amenizar la espera hasta el lanzamiento cantando y silbando sus canciones favoritas, y tampoco perdió la calma (como se comprobó en las mediciones médicas) en fases como el lanzamiento o la complicada reentrada en la atmósfera terrestre.
En Estados Unidos, Alan Shepard, John Glenn y el resto de pilotos de Mercury disfrutaban de las mieles de la heroicidad antes de haber montado en ninguna nave. Tom Wolfe narra los detalles de aquellos reconocimientos, por adelantado, en Lo que hay que tener, un clásico del nuevo periodismo imprescindible para conocer los detalles humanos de los primeros años de la carrera espacial.
Los niños sueñan con ser astronautas… ellos lo fueron
A Yuri Gagarin el reconocimiento le llegó después, fruto de la opuesta concepción que la URSS tenía de su programa espacial, basada en el secretismo y el hermetismo previo para evitar tener que dar explicaciones en caso de fracaso. Pero recibió todos los honores posibles en su país, incluido el de ser considerado “Héroe de la URSS”.
El cosmonauta compaginó su labor como personificación del modelo soviético con el seguimiento de un programa espacial que seguía desarrollándose y que pensaba continuamente en él como el mejor candidato posible para llegar a la luna. Su figura se convirtió en un referente fuera de la URSS y sus participaciones en conferencias aeronáuticas eran numerosas.
Yuri Gagarin viajó por todo el mundo y, en medio de esa Guerra Fría, llegó a coincidir y saludar a los astronautas estadounidenses (sus «rivales») encuadrados en el programa Gemini. Todo aquel que quería embarcarse en las misiones espaciales observaba al primer cosmonauta como un héroe y un modelo. No era necesario ser soviético para reconocer su estatus de mito viviente.
Pero convertirse en un icono también puede tener consecuencias negativas. La figura de Yuri Gagarin se utilizaba para, prácticamente, cualquier programa político diseñado por los líderes del Partido Comunista, y esto incluye su propaganda antirreligiosa.
Soviet anti-religion poster. "There is no God!" pic.twitter.com/ELGLB9guWt
— Soviet Visuals (@sovietvisuals) July 17, 2016
En uno de sus discursos contra la fe y “el opio del pueblo”, el mandatario Nikita Jruschov argumentó que Yuri Gagarin había estado en el cielo y “no había visto a ningún Dios allí”. Esta proclama provocó que se atribuyera, de forma apócrifa, la frase al propio cosmonauta, una expresión de la que no hay ningún registro en las grabaciones del vuelo. Excesos, pues, de los intentos de adoctrinar al pueblo.
Con la órbita de Yuri Gagarin a la Tierra, las alarmas volvieron a encenderse en Estados Unidos. La histeria vivida tras el lanzamiento del Sputnik en 1957 se repitió en el 61 con la sola idea de pensar que un hombre podía sobrevolar el espacio aéreo norteamericano sin ningún control. John F. Kennedy, recién llegado a la Casa Blanca y en un contexto de fracasos como el desembarco de la Bahía de Cochinos, decidió apostar por la carrera espacial y anunció, apenas un mes después de este viaje soviético, la intención de poner a un astronauta en la luna en el plazo de una década.
La competición estaba servida y, durante los siguientes años, Estados Unidos y la URSS lucharon por apuntarse tantos en el camino hacia el satélite terrestre. En la segunda mitad de la década de los 60, todo cambió. En primer lugar, Serguei Korolev, ingeniero jefe del programa espacial soviético, fallecía durante una operación. Un año después, el cosmonauta Vladimir Komarov moría en un accidente durante su reentrada en la Tierra tras viajar al espacio.
En una espiral negativa en la que las pérdidas soviéticas se cruzaban con los éxitos de la NASA y su programa Apolo, el 27 de marzo de 1968, apartado ya de la carrera espacial, Yuri Gagarin se estrellaba durante un vuelo rutinario en caza; tenía 34 años. El gran héroe ruso de la carrera espacial, y recuerdo viviente de los triunfos sobre Estados Unidos, también desaparecía. El cosmonauta no llegó a presenciar la hazaña de Neil Armstrong. El astronauta norteamericano puso el pie en la luna el 20 de julio de 1969. Estados Unidos había ganado.
Pasados 50 años desde el fallecimiento de Yuri Gagarin, y cuando las miradas de muchos vuelven a elevarse gracias a proyectos como los de Elon Musk y su SpaceX, es imposible no sentir reconocimiento, y hasta cierta envidia, ante la figura de aquellos pioneros del espacio.
Nombres como los del propio Yuri Gagarin, Neil Armstrong, Valentina Thereshkova o John Gleen forman parte de la historia de la humanidad. Los niños sueñan con ser astronautas… ellos lo fueron.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.