Pablo Casado Muriel | 18 de diciembre de 2018
Hablar del humor español del siglo XXI es hablar de monólogos, de bromas rápidas e improvisadas y de una visión caricaturesca de lo cotidiano. Los chistes sin filtro también ganan terreno… y traen problemas.
Se acercan las fechas navideñas y, con ellas, las televisiones de España seguro que están preparando sus habituales refritos que se mueven entre el bailoteo y la nostalgia. Programas en los que no faltarán el “descuidado” Boys, Boys, Boys de Sabrina, El tamborilero de Raphael… y tampoco los chistes de Chiquito, el teléfono de Gila y, Dios mío, cómo no, la empanadilla de Martes y 13. Los clásicos del humor español.
El humor está muy presente en los programas que echan la vista atrás, porque la forma en la que nos reímos cambia con los tiempos. Nuestros padres nos cuentan lo mucho que se divertían con Tip y Coll, mientras que a la gente de mi generación todavía se nos escapa algún “si hay que ir, se va” de Cruz y Raya. Y ahora, ¿qué bromas repetimos en bares y oficinas para hacernos los graciosetes?
Con José Mota y Juan Muñoz, Cruz y Raya, prácticamente se puso fin a un género humorístico que triunfaba en España y que era el de las imitaciones y parodias de motivos de la vida pública. Escenas que mezclaban series o películas de moda con los personajes famosos de la época, ya fuesen políticos, futbolistas o cantantes de copla. Estos espacios (un plan típico del viernes noche) incluían personajes ficticios que se convertían en clásicos. Y no puedo pasar sin mencionar al bueno de Bartolo o a la Blasa.
Aunque el género todavía sigue vivo en programas como Polònia, de la TV3 catalana, el triunfo de la stand-up comedy americana, es decir, los monólogos de El Club de la Comedia abrieron la puerta a un nuevo tipo de humor centrado en lo cotidiano.
Encontramos un primer rasgo característico del humor español de nuestros días, la cotidianeidad. El otro pilar sobre el que se sostiene es el de la agilidad de los humoristas.
Muchos de los programas más seguidos de nuestra televisión (en abierto o de pago) están conducidos por humoristas. Personajes que, tras triunfar en un terreno determinado, han dado el salto a lo generalista. Siendo capaces de hacer entrevistas, opinar sobre la actualidad política e, incluso, ser considerados la quintaesencia del periodismo. El factor común de figuras como Andreu Buenafuente, El Gran Wyoming o Jordi Évole es el de demostrar un ingenio y una rapidez mental capaz de convertir cualquier situación en un motivo para hacer reír.
Si dejamos a un lado estos espacios a caballo entre el magacín de actualidad y la comedia, me gustaría utilizar dos ejemplos concretos para presentar el esbozo del humor español de nuestros días. Hablaré de Pantomima Full y de La Vida Moderna.
Escribo este artículo después de salir a correr por el Retiro con mi amigo el runner. Me contaba un compañero de la Redacción que el fin de semana tiene partido de pádel en Coslada y esta noche he quedado con mi amigo “canallita” que me quiere contar sus últimas aventuras.
El runner, el que considera un partido de pádel como la final de Roland Garros y el amigo ligón. Tres individuos a los que, casi al 100%, todos ponemos un nombre concreto (incluso puede ser el nuestro). Personajes universales, que diríamos en literatura, y que Rober Bodegas y Alberto Casado, Pantomima Full, caricaturizan en un formato que también es hijo de su tiempo: vídeos diseñados para las redes sociales y que apenas llegan al minuto de duración. “Humor blanco” que, con apenas cinco frases y unos rótulos en blanco, son capaces de retratar a lo más variado de nuestra sociedad.
Era malo en el resto de deportes.
(Agradecimientos: @FMP_Padel) pic.twitter.com/xhDSg5J1ez— Pantomima Full (@Pantomima_Full) June 22, 2018
Ese chiste en el límite del fuera de juego, esa risa entre la carcajada y el “hala, qué burrada”, ese chascarrillo que nos cruza la mente en el momento más inoportuno… todo eso es La Vida Moderna.
David Broncano, junto a Quequé e Ignatius Farray, quizá máxima expresión del humor salvaje que tanto se estila en nuestros días, han creado un producto multiplataforma que triunfa en YouTube, que se publica como pódcast, pero que se graba y se emite en la sintonía de la Cadena SER.
Un programa de una media hora en la que los tres cómicos comentan diferentes noticias y sucesos de la actualidad. Un formato basado, como decíamos antes, en el ingenio de sus componentes y que ha decidido eliminar cualquier filtro a la hora de hacer chistes y bromas sobre cualquier asunto… superando incluso algunas barreras que, en ocasiones, provocan reacciones críticas contra los humoristas.
El baile del ladrón pic.twitter.com/TEEZsCeMtf
— La Vida Moderna (@vidamoderna) November 19, 2018
Este humor con escasas líneas rojas y basado en los reflejos del cómico nos deja otros referentes, como Ilustres Ignorantes, y ha dado un paso más con la importación de un género con larga tradición en países como Estados Unidos y que es el Roast. En estos programas, un personaje conocido recibe un “homenaje” a base de chistes y bromas que lo atacan directamente. También comienzan a viralizarse los Roast Battle, en los que dos invitados se enfrentan en un duelo de golpes bajos y chascarrillos del uno contra el otro. El insulto convertido en humor.
A esta fotografía se podrían añadir muchos más rostros que hemos dejado fuera. Para terminar, y porque prácticamente se les puede considerar como un genero independiente, es necesario citar a Joaquín Reyes y todo el círculo de Muchachada Nui, un grupo de cómicos que mantiene vivos recursos como el de la imitación de famosos, la creación de personajes o el propio humor absurdo y surrealista que tan bien supieron y saben desarrollar Faemino y Cansado.