Paloma García García | 24 de junio de 2017
Marta Madrigal tiene 55 años y es de Barcelona. Estudió Turismo y ha dirigido varios hoteles de la Ciudad Condal, pero hace cuatro años encontró una vía de escape en su día a día: la artesanía. Lo que empezó siendo un hobby para evadirse, se ha convertido en una pasión llamada Entre/3. Es una empresa de productos de madera personalizados y artesanales que crece y da a conocerse gracias a Instagram, @entretres.
«A mí me ha dado la oportunidad de llegar a muchos sitios, tengo clientela por toda la Península, Baleares y Canarias. Incluso he servido pedidos a Italia, Portugal y Reino Unido. Sin Instagram no hubiera podido servir un súper megapedido a una tienda en Senegal y proveer a otras tiendas en nuestro territorio con las que mantengo una muy buena relación comercial». Este entusiasmo y agradecimiento que siente Marta hacia la red social deja patente que es una herramienta fundamental, y muy económica, para ayudar a los emprendedores. Sin las facilidades de Instagram para convertir este hobby en negocio «habría creado una página web, que ahora tengo en construcción, habría realizado visitas a tiendas, habría acudido a más markets o habría hecho más showrooms…». Es decir, habría tenido que emplear más tiempo o haber desembolsado más dinero para arrancar.
Instagram, la red social de fotografía que nació para editar con filtros las imágenes, se ha convertido en la aplicación de fotografía y vídeo más popular y rentable. Mark Zuckerberg, el dueño y creador de Facebook, decidió comprarla en 2012 por 640 millones de euros cuando apenas tenía 30 mil usuarios activos y una docena de trabajadores. Ahora supera los 600 mil usuarios en todo el mundo y 400 personas trabajan para la compañía (exclusivamente para Instagram, sin contar con el personal que trabaja para Facebook).
Desde su compra, no ha hecho más que crecer. Ahora mismo, su valor está cerca de los 30 mil millones de euros, en solo 5 años se ha multiplicado por 46. Zuckerberg tardó un año en monetizar la aplicación introduciendo pequeños anuncios. Solo durante este año, Instagram espera unos beneficios por publicidad de 3 mil millones de euros. Compañías pequeñas como la de Marta son las que, con sus pequeñas inversiones en publicidad en la red social, hacen crecer esta cifra.
Pero Instagram no es una varita mágica que funcione sola. «Es un buen escaparate pero hay que dedicarle mucho tiempo, contestar comentarios, directos… Aunque permite conocer marcas que de otra manera no las conocerías”. Tanto para Marta como para otras empresas o usuarios activos de la red social supone muchas horas dedicadas frente a la pantalla para obtener resultados y un mayor engagement. Esta es la palabra clave que los robots y algortimos de Instagram premian con un buen posicionamiento y mayor visibilidad. El engagement es la interacción que logra cada una de las publicaciones que postea cada usuario. Cuanta más conversación y mayor número de ‘me gusta’ acumulen las imágenes, mejor situado estarás en este universo virtual.
Dentro de Instagram, empresas como Entre/3 se ven obligadas a contactar con influencers para potenciar sus acciones de marketing. Estos influencers son personas con muchos seguidores y un alto engagement. Tienen un perfil y gustos muy concretos que encajan perfectamente con el nicho de mercado al que se quieren dirigir. Si un usuario muy potente muestra en alguna de sus imágenes un producto de @entretres, Marta logra una publicidad que solo le habrá costado el producto que le ha enviado. De esta manera, se trabaja con prescriptores de marcas. Tienen una comunidad de seguidores tan fiel a sus consejos que enseñar un objeto determinado consigue derivar clientes potenciales a esa marca. Con esta práctica ha surgido la problemática legal de la publicidad encubierta, no reglada. Con el tiempo, las leyes tendrán que ir adaptándose a las nuevas corrientes que nacen con las nuevas tecnologías, porque en Instagram se mueve mucho dinero por publicidad entre marcas e influencers que no figura en las publicaciones como anuncio.
El ritmo al que ha crecido en usuarios en los últimos años era inimaginable. En todo el mundo hay 700 millones de usuarios activos cada mes. El 20% de ellos está en EE.UU. Y España es el país donde más vídeos de Stories se hacen. Esta modalidad de vídeo efímero permite publicar pequeños vídeos de 15 segundos de duración que se eliminan automáticamente a las 24 horas.
Además, Instagram se está renovando constantemente. Hace un año cambió su imagen para lograr una navegabilidad más sencilla e intuitiva. Desde ese momento no ha dejado de presentar novedades: posibilidad de guardar las publicaciones que más nos gusten en una pestaña personal, archivar y esconder publicaciones en nuestro perfil personal que no queremos mostrar, darle ‘me gusta’ a los comentarios y no solo a las imágenes. Incluso está empezando a incorporar en algunas cuentas la opción de shop online sobre productos que se muestren en la foto.
La cualidad visual de Instagram también la ha convertido en plataforma solidaria mundial cuando suceden acontecimientos trágicos en cualquier parte del mundo.
https://www.instagram.com/p/BVSKSj0ArrR/Es una red social imprevisible en su crecimiento y en los usos que ofrece. Desde un emprendedor con bajos recursos que logra abrirse mercado y llegar a personas que con una tienda física nunca habría llegado y con una online habría tenido que invertir mucho en publicidad y marketing para hacerse visible; hasta un amante de la alimentación vegana, o fotógrafos que muestran de la mejor manera su trabajo, o madres con dudas y consejos que quieren compartir. Es una plataforma desconocida para las personas que superan los 35-40 años, pero forma parte del día a día de todas las generaciones posteriores. El desconocimiento da lugar al debate, a las dudas, al miedo… La exposición en exceso de la vida de las personas, el anonimato de los que critican con cobardía aprovechándose de las identidades falsas con las que se pueden registrar… son temas que Instagram y otras redes han trasladado a las conversaciones de hoy. Lo que debemos hacer es esforzarnos por conocer qué es Instagram, cómo se puede usar para bien, cómo para mal (para no coger ese camino) y no olvidar el sentido común cuando utilizamos o supervisamos el uso de Instagram.