Beatriz Mesa | 02 de marzo de 2017
Las 5W del corresponsal desembarca en las librerías en un momento de difícil travesía para el periodismo de corresponsalía. Lo hace desde el coraje, la sinceridad, la autocrítica y la ilusión de continuar preservando un oficio que permite, a través de sus actores, los corresponsales, dar a conocer a la opinión pública cómo palpita el mundo más allá de las fronteras españolas. ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién? ¿Por qué? Son las cinco preguntas que los autores del manuscrito, los profesores y periodistas Mario Alcudia y Esther Cervera se hacen en inglés para desvelar la labor del corresponsal de radio y televisión. Eso sí, ofrecen claves del oficio, pero también detalles de una vida personal y profesional plagada de miserias y grandezas.
Con uno de nuestros protagonistas en Roma donde es corresponsal durante el viaje de estudios #MasterRomaCope17 ?? pic.twitter.com/RSyCIKJRce
— 5WCorresponsal (@5Wcorresponsal) January 16, 2017
El manuscrito no solo está concebido para ser leído, es también una muy útil herramienta de trabajo en el aula universitaria donde generaciones futuras ya están dispuestas a echarse una mochila en la espalda y saltar a cualquier esquina del mundo para informar. Las 5W del Corresponsal se convierte así en rosario de todo joven español que entre sus deseos profesionales destaca el Ser Corresponsal. El libro —que ya queda como un referente bibliográfico— da cuenta del compromiso social del periodista con la realidad que vive cada día, las dificultades e incomodidades que supera estoicamente en la invisibilidad porque en España, su redacción, normalmente lo ignora. Los obstáculos a veces surgen en el caso de la corresponsal por su condición de mujer.
La corresponsalía exige dedicación, especialización, formación continuada, capacidad de análisis y, sobre todo, mucha calle. Claro que la exigencia del contacto callejero depende del escenario donde el periodista se mueve. No es lo mismo trabajar en la región del Magreb u Oriente Próximo, donde la información pocas veces llega de manera oficial y requiere otro tipo de elaboración, que en Londres o Estados Unidos. En cualquiera de los dos casos, el ágil manejo de las fuentes obliga al periodista a estar siempre operativo, al servicio de los demás y hacer justicia a la información que cae en sus avispadas manos. Las diferencias entre un corresponsal y otro vienen marcadas igualmente por el contenido de la información, porque mientras que el interés de los países árabes reside en temas relacionados con el papel de la mujer, los derechos humanos o la religión, en Bruselas u otra capital europea, el corresponsal se vuelve más burocrático y vive envuelto en numerosas ruedas de prensa de naturaleza económica.
Aquí puedes escuchar la entrevista con @ExpositoCOPE https://t.co/woceZrUkE9 @JLConcejero @DoriToribio @oscarmijallo @lorenzomila pic.twitter.com/Sri1oKSBTz
— 5WCorresponsal (@5Wcorresponsal) January 4, 2017
Sobre el riesgo, no es el mismo para el que se mueve en sociedades caracterizadas por la represión política, la violencia, los conflictos o las guerras que para aquel que disfruta de una cierta estabilidad y depende informativamente de agencias y periódicos. Sin embargo, la proeza del periodista debe ser valorada no por la ausencia de la seguridad que asume dignamente —que también— sino por otros parámetros capitales: la vocación y la humildad. Por suerte, abunda lo primero y, por desgracia, escasea lo segundo. Esta última, por ejemplo, ha venido siendo uno de los lastres del oficio, el deseo de contar primero una información, a cualquier precio y, si puede ser, en exclusividad. Sin embargo, la recesión económica y el mazazo que supuso contra el sector periodístico desvió las prioridades. Hoy, con el zarpazo de las redes sociales, se ensalza la rapidez y la cantidad huyendo de la calidad y la profundidad de la información.
La transformación de la prensa somete al informador a una gran presión para que cuente «ahora», sin embargo, una historia propia necesita responsabilidad, viajar, contrastar y lo más desafiante, saber construirla y comunicarla. Y una buena historia, así como un buen análisis, requiere el contacto permanente del corresponsal con los actores del país o los países que cubre, por lo que implica estar en el lugar donde se produce o se busca una noticia. Por ello, es importante la inversión en el corresponsal que ya entró en una fase de autonomía económica. Es decir, nos autofinanciamos para dar voz a los que no lo tienen. En mi caso, en África. Los medios de los que dispone el corresponsal, cada vez más precarios, constituyen un handicap en el desarrollo profesional, pero lejos de normalizarse esta situación debe denunciarse con el fin de construir una nueva sociedad de la información a la que el corresponsal debe también adaptarse.
Adaptación o morir, dicen los compañeros de la profesión. Muere el que deja de creer que la figura del corresponsal seguirá siendo una figura imprescindible en el periodismo español y muere el que deja de pelear por hacerse un hueco en unos contenedores informativos muy concurridos por la información de casa, muere el que deja de crear sensibilidades en la redacción central, muere el que tira la toalla cuando no es escuchado al otro lado del hilo telefónico, muere el corresponsal que deja de ser testigo de su realidad. Muere el que deja de mezclarse con el entorno social en el que trabaja y deja de buscar la integración. Muere el que interpreta desde el prejuicio y el cliché… Las 5W del corresponsal recoge estos sentimientos y muchos otros, haciendo justicia a nuestra labor que busca la verdad sin traicionar los países que trabajamos.