José María Legorburu | 28 de junio de 2018
Los sucesos en la radio han perdido peso a lo largo de los años. Un contenido que interesa desde siempre y que ahora ha pasado a tener secciones en los grandes magacines de tarde en la Cadena COPE, con Ángel Expósito y en Onda Cero, con Julia Otero.
La información de sucesos es uno de los contenidos más relevantes, hoy en día, en los programas informativos en televisión y, por supuesto, en los grandes magacines contenedor matutinos y vespertinos, con incontables conexiones en directo y tertulias interminables en las que son radiografiados hasta el más mínimo detalle. Sin embargo, en los últimos tiempos, los sucesos en la radio han ido perdiendo peso igual que lo han hecho en la prensa escrita.
No hay duda de que, en el periodismo de papel los sucesos vivieron momentos de gloria. Este tipo de noticias siempre han interesado a la población o, al menos, a una parte sustancial de la misma. Este interés llegó, en algunos momentos, a tal extremo que surgieron publicaciones específicas como la revista ilustrada Los Sucesos en la década de los 80 del siglo XIX y, entre otras y quizá la más relevante de todas, el semanario El Caso, a mediados del XX. Ya en la democracia, los sucesos también tuvieron mucho peso en la revista Interviú, e incluso fueron el contenido esencial del efímero diario sensacionalista Claro.
Pero, ¿qué ocurrió con los sucesos en la radio? Pues que también tuvieron relativa importancia, si bien, durante los años de control por la censura y de emisión obligatoria de «El parte» de Radio Nacional de España, estuvieron muy limitados. Las autoridades pensaban que no eran de buen gusto y podían causar alarma en la población. Se puede encontrar más de una referencia a esta timorata y moralista actitud en la monumental y aún inédita investigación sobre la censura radiofónica en el periodo 1939-1977 del profesor -y en su día estrella de la radio- Miguel Ángel Nieto, titulada «Pase sin lo tachado». La única ventana, por la que podían colarse este tipo de informaciones en las ondas durante este periodo, eran los espacios de información local, que, previo control de los censores, sí podían ponerse en antena.
Pasada la Transición y en el marco de los últimos coletazos de las programaciones tipo mosaico, plagadas de pequeños programas de contenidos variados, que fueron siendo sustituidas a partir de los años 80 por el modelo de bloques con objeto de concentrar la audiencia y tener mejores registros en las olas del EGM; podemos encontrar algunos ejemplos de espacios específicamente centrados en los sucesos, si bien admitían también otros contenidos, digamos que “aledaños”.
Es el caso de Así es la vida, dirigido y presentado por José Antonio Ovies en la Cadena SER en la mitad de los años 80. Se emitía en la sobremesa y contaba en su equipo con un principiante Jenaro Castro, hoy al frente del prestigioso Informe semanal de Televisión Española. Más tarde, ya en Onda Cero, Ovies estuvo al frente de un programa similar denominado La vida tal como suena (1990-1991). Era una de las piezas de un bloque de tres horas, que discurría entre las cuatro y las siete de la tarde, denominado La Colmena, y que incluía este espacio, Lourdes a las cinco con Lourdes Zuriaga y Lo que hay que oír con Andrés Aberasturi. Los contenidos eran similares y el subdirector era Juan Diego Guerrero, en la actualidad, al frente de Noticias fin de semana de Onda Cero. Ovies repitió la fórmula una vez más en la Cadena COPE, donde presentó en la madrugada A la vuelta de la esquina durante la temporada 1996-1997.
Entre 1989 y 1994, Radio Nacional de España emitió también en la noche del viernes al sábado La ley de la calle, programa en el que Arturo Pérez Reverte no solo hablaba de sucesos en la radio, sino que daba cabida a voces de la marginalidad. Fue un espacio en la línea de calidad de su director, reconocido reportero de guerra en prensa y televisión, prestigioso novelista y académico de la lengua, que fue galardonado con el Premio Ondas en 1993. Solo apenas unos meses después de recibir esta distinción, el espacio acabó abruptamente por disensiones en el horario de emisión entre su conductor y los directores de Radio Nacional de España y de RTVE, Diego Carcedo y Julián García Candau, respectivamente.
Desde entonces, si nos centramos en las cadenas generalistas de cobertura nacional, ha habido diferentes secciones de sucesos en la radio, ya no espacios en sí mismos, de menor o mayor éxito. Entre estos últimos destacan tres muy especialmente: uno que se emitió hace ya mucho tiempo en la desaparecida Antena 3 de Radio y otros dos que hoy en día siguen en antena con gran aceptación en Onda Cero y la Cadena COPE.
Sin ser un espacio en sí mismo, los sucesos en Antena 3 Radio eran cosa de Manuel Marlasca Sr., un excelente reportero que recorría las calles de Madrid en una unidad móvil de color negro, en vez de las habituales blancas de esta cadena radiofónica o la rosa, que se enviaba a cubrir las noticias del mundo “del corazón”. El veterano periodista, forjado en el diario Pueblo, salpicaba toda la programación de la emisora con crónicas y reportajes en directo, especialmente durante las largas horas del magacín Viva la gente.
En la actualidad, su hijo, Manuel Marlasca jr, también con una amplísima experiencia en este campo en prensa y televisión (tiene programa propio en la Sexta, Expediente Marlasca; historias de malos, y es redactor jefe de Investigación de la cadena), sigue presentando junto a Luis Rendueles (periodista del Grupo Zeta) el Territorio negro de La radio de Julia de Onda Cero. Y van unas cuantas temporadas… Por último, en La tarde de la Cadena COPE podemos escuchar Expediente Expósito, a cargo de los periodistas de sucesos del periódico ABC Cruz Morcillo y Pablo Muñoz. Este último, colabora también con Cristina López Schlichting en el fin de semana.
Quizá, como se ha podido advertir, los sucesos en la radio ya no tienen suficiente entidad para tener su propio espacio propio, posiblemente porque, como en la prensa y la televisión, siempre se han visto potenciados por la fuerza de la imagen, pero podemos aventurar que sí van a seguir teniendo su sitio. Al menos, mientras el hombre sea hombre, pues al fin y al cabo, estas cuestiones le vienen interesando desde siempre. No hay que perder de vista que en su Diccionario General del Periodismo, el profesor José Martínez de Sousa fecha en siglo y medio antes del nacimiento de Cristo la primera referencia escrita sobre un suceso. Fue nada menos que en la Roma antigua.