Bieito Rubido | 01 de febrero de 2021
Debemos creer en nosotros e imaginarnos en el futuro con más fuerza, aprovechando las oportunidades que la vida volverá a poner ante nuestros ojos.
En medio de la bruma de estos días todavía invernales, con Filomena a lo lejos y la covid en cada esquina, sin carnavales a la vista, con más Cuaresma que otra cosa, se impone hacer el esfuerzo mental e intelectual de creer en los demás, de reafirmar la confianza en una humanidad que ha sabido superar de estadio en estadio las posibles derrotas de la Historia. Ánimo, por tanto, en esta mañana de lunes. Los que tenemos la oportunidad de movernos por los medios de comunicación estamos mandatados moralmente a animar en tiempos de crisis y a advertir de la euforia excesiva en los días de bonanza. Vendrán nuevas primaveras y volveremos a vivir los veranos que todavía guardamos en la memoria. Debemos creer en nosotros e imaginarnos en el futuro con más fuerza, aprovechando las oportunidades que la vida volverá a poner ante nuestros ojos, al alcance de la mano.
Es cierto que no tenemos los mejores dirigentes de la historia reciente, sino, probablemente, los peores. También es una evidencia que el PIB se despeñó como nunca en tiempos de paz; que hay más de medio millón de parados más y cerca de un millón –mal contado– de trabajadores en los ERTES; que la hostelería se desangra y el turismo agoniza… y a pesar de todo, creo honestamente que la vida nos traerá un tiempo mejor. En esta mañana de arranque de un febrero trémulo, me resulta insoslayable decirle al amable lector que todo va a ir mejor, pero que tenemos que poner algo de nuestra parte, algo que incluya racionalizar el voto, para que el desbarajuste político, al menos, no sea culpa nuestra.
Poco pido, a estas alturas del año y de mi vida: quiero volver a vivir los veranos que viví. Ya no valen excusas, todo puede ser más hermoso. Depende de nosotros.
La izquierda y la extrema izquierda ya demuestran que les valen también los votos de la derecha más conservadora.
España es diversa, pero mucho menos de lo que los nacionalistas os empeñáis en aseverar; porque tú, Iceta, eres socialista y nacionalista, si es que eso es posible.