Bieito Rubido | 02 de febrero de 2021
Siento el mayor de los respetos hacia las víctimas mortales de la covid y sus familias, pero no debemos convertir a la hostelería en el mayor de los sacrificados.
Si la prudencia es la mayor virtud del político y se demanda en momentos como los que ahora vivimos, no querría yo despreciar a quien tiene ese ápice de audacia en su gestión, como solía demandar Baltasar Gracián. Por eso valoro el arrojo que está demostrando durante esta pandemia Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid. Su correligionario Feijóo discrepa de ella, pero él también vive instalado en la duda que supone el confinamiento drástico y la hecatombe económica, aunque esta última va por barrios. A diferencia de la crisis de 2008, en la que todos perdíamos, en esta ocasión algunos ganan. Entre los perdedores sobresale el sector hostelero, que clama en el desierto ante una clase política insensible, que convierte al camarero o al cocinero en un número más de la estadística negra del paro en España. Pero detrás de ellos, hay familias que también merecen la consideración y el escudo social prometido por la izquierda que, sin embargo, no aparece por ningún lado.
Está por demostrar que la hostelería sea el satán de la covid en España. Tenemos los peores datos de Europa, tanto en contagios como en muertes, pero no está nada claro que su origen provenga de la interacción en los locales que cumplen escrupulosamente, a veces hasta el punto de la impertinencia, con las normas fijadas por Sanidad. La tercera ola tiene su origen en los encuentros familiares de Navidad y me temo que vendrán todavía un cuarto y un quinto repunte, pero si lo abordamos como este habremos condenado a España al mayor empobrecimiento en tiempos de paz.
Siento el mayor de los respetos hacia las víctimas mortales de la covid y sus familias. No podría ser de otra manera, pero no debemos convertir a la hostelería en el mayor de los sacrificados, porque entonces es probable que resulte lisiada toda España. Por eso aplaudo el arrojo y el liderazgo de Díaz Ayuso.
Debemos creer en nosotros e imaginarnos en el futuro con más fuerza, aprovechando las oportunidades que la vida volverá a poner ante nuestros ojos.
La izquierda y la extrema izquierda ya demuestran que les valen también los votos de la derecha más conservadora.