Bieito Rubido | 03 de mayo de 2021
Estamos en el día de reflexión de una campaña ciertamente atractiva que extendió su interés al resto de España. No se equivoquen, mañana no solo se vota el Gobierno de Madrid, mañana se le envía un mensaje muy claro a Sánchez: o vuelves al centro, a la moderación, a la socialdemocracia, o los votantes te echarán.
Dos aspectos de la vida política española nos atrevimos a apuntar en este Astrolabio diario y, con toda modestia, al igual que otros muchos analistas, hemos acertado con ellos. El primero es que el empeño de Sánchez en confrontar con Díaz Ayuso en materia sanitaria solo beneficiaba a esta última, la perfilaba como la oposición real a la abrasiva y extremista gestión del Gobierno central y aupaban a una nueva líder que hasta entonces no poseía el relieve y el carisma que terminaron otorgándole. En segundo lugar, también escribimos aquí que Pablo Iglesias solo iba a enfangar la campaña. Y así fue. Envió matones suyos a boicotear actos de Vox, montó el número de la cadena SER y magnificó unas supuestas amenazas, tratando de culpar al resto de España de algo que, o era un montaje, o era obra de un demente. Nada que ver con la violencia etarra que él comprendió y defendió.
Estamos en el día de reflexión de una campaña ciertamente atractiva que extendió su interés al resto de España. Se convirtió en una prueba para conocer de verdad la aceptación del Gobierno más extremista que hemos tenido hasta ahora. No se equivoquen, mañana no solo se vota el gobierno de Madrid, mañana se le envía un mensaje muy claro a Sánchez: o vuelves al centro, a la moderación, a la socialdemocracia, o los votantes te echarán.
Por supuesto, también se votará la apuesta por la libertad, en su amplio sentido, de Díaz Ayuso y el PP. La libertad de horarios, de enseñanza, económica, sanitaria y hasta taurina. Porque cuando se van cercenando fragmentos de libertad, acaba por extinguirse. Acertó de pleno la candidata del PP al plantear esa dicotomía: «Comunismo o libertad». Y la gente quiere libertad. No es una cuestión identitaria como pretenden algunos indigentes intelectuales de la izquierda. Es la cuestión histórica y permanente del deseo del ser humano por ser libre. Mañana votaremos sobre esta cuestión.
Ahora toca la ‘epidemia’ de las amenazas a políticos. Los medios tenemos una gran cuota de responsabilidad en todo ello, pero más todavía los políticos que quieren hacer un aprovechamiento perverso.
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