Bieito Rubido | 04 de marzo de 2021
La derecha, no se sabe muy bien por qué extraña razón oculta, abandona la batalla cultural. Es esa dejación la que explica gran parte del desnorte actual de la sociedad española.
Desde la Grecia clásica, y es posible que desde mucho antes, se sabe que las ideas son las que mueven el mundo. Por eso los grandes líderes de todo tiempo –políticos, religiosos o económicos— siempre han basado su acción y capacidad de movilización en el pensamiento. Y por eso también me llama la atención el desprecio histórico que desde el centroderecha, en sus distintas versiones, a lo largo de los últimos años, se han despreciado los paradigmas culturales y se ha renunciado a dar esa batalla. La economía ha sido la bandera del PP tanto con Aznar como con Rajoy. Quedó demostrado que en lo material España avanza más con la derecha que con la izquierda, que suele devolverla notablemente empobrecida. Sin embargo, la derecha, no se sabe muy bien por qué extraña razón oculta, abandona la batalla cultural. Es esa dejación la que explica gran parte del desnorte actual de la sociedad española, más deteriorada en muchos aspectos de sus valores que países como Francia, Italia o el mismo Portugal.
Si Pablo Casado quiere finalmente auparse con una victoria electoral en las próximas generales, tiene que hablar de economía, sin duda, pero también retomar seriamente la batalla de la ideas. Ahora mismo el bien más preciado de los hombres, la vida, sufre un acoso con la cultura de la muerte, a caballo del aborto y la eutanasia. Qué decir del otro maravilloso bien moral que representa la libertad. Nunca como ahora hemos sido menos libres. La dictadura de lo políticamente correcto encorseta y resta oxígeno a los espíritus libres. La libertad en España ya solo la defienden unos pocos políticos, y no están precisamente en la izquierda.
Hay que intentar transformar los ideales en acciones que conquisten los objetivos que propugnan. Ya sabemos que el pensamiento, por si mismo, no delinque. Ahora tenemos que lograr que las buenas ideas y su plasmación en la vida real, su representación en el mundo corpóreo, vuelvan a ser moneda de curso legal en nuestro país. Y es que la moneda mala ha ganado terreno, como casi siempre, a la buena… pero tal vez sea el momento de revertir la situación. He ahí un reto para los jóvenes y animosos dirigentes del espacio de centro derecha, donde se acoge el mayor número de ciudadanos, aunque todavía votan divididos.
Este Gobierno socialcomunista está entregado a la propaganda y le da resultado. El problema radica en que eso es pan para hoy y hambre para mañana.
Está claro que José Ricardo de Prada, por sus simpatías políticas, está inhabilitado para juzgar al ochenta por ciento de la población española.