Bieito Rubido | 05 de abril de 2021
Sánchez, cada vez que trata de vituperar aquella fotografía, aquel acto que representa la defensa de la unidad de España, viene a demostrar que no cree en los valores que alientan una sociedad libre.
La izquierda tiende trampas semióticas en las que se cae con facilidad, en especial la centroderecha cuando no acierta a replicar y argumentar como corresponde en cada caso. Una vez más, se evidencia que el silencio no es rentable. Un buen ejemplo es el de la famosa foto de Colón, con la que la izquierda rupturista y corrosiva que ahora mismo gobierna España quiere afear sus principios a la oposición. De la foto de Colón, esa que recoge a los líderes de los tres partidos que deciden advertir a España de un intento de ruptura de su unidad, no hay que sentirse avergonzado. Todo lo contrario. La foto de Colón es una bandera que hay que llevar a todas partes. Representa la convivencia pacífica de los 47 millones de españoles y el firme deseo de vivir unidos y no aceptar planteamientos como los que había aceptado Sánchez de los golpistas catalanes. De no haberse celebrado aquella manifestación del 10 de febrero de 2019, Sánchez habría seguido adelante con una agenda absolutamente disparatada, con la que estaba pagando el apoyo de los independentistas en la moción de censura.
A partir de ahora, habrá que poner en su lugar lo que supuso aquel acto de arrojo político y reivindicación del espíritu democrático de los españoles que creemos en la convivencia. Sánchez, cada vez que trata de vituperar aquella fotografía, es decir, aquel acto que representa la defensa de la unidad de España, viene a demostrar que no cree en los valores que alientan una sociedad libre. En el fondo, cada vez que critica e invoca la famosa foto de Colón, el inquilino de la Moncloa manifiesta su intolerancia y su sectarismo.
Ahora, más que nunca, hay que reivindicar el espíritu de aquella jornada. Un espíritu que recoge varios valores positivos de la acción política: el arrojo y la valentía de los ciudadanos, la unidad de España, la convivencia entre distintos partidos y la fe en una sociedad libre que no se somete a una minoría vociferante como son ahora mismo los golpistas catalanes. Pero ¿qué extraña razón hay para rechazar la foto de Colón? Todo lo contrario, pasará a la historia como algo positivo, y como símbolo de una sociedad civilizada.
El catalanismo, en sus distintas versiones, jamás se mostró satisfecho y sigue empeñado en exigir un diálogo para el que no está preparado. Ese diálogo no es otra cosa que la imposición de sus tesis.
Se puede gobernar un país, administrarlo, orientarlo hacia un futuro de progreso y convivencia sin necesidad de destilar tanta ideología negativa y tanto odio hacia una parte de la población.