Bieito Rubido | 09 de febrero de 2021
España es una democracia plena, tan plena que ha logrado llegar a gobernar gente de tan escaso credo democrático como Iglesias y su pandilla.
Pablo Iglesias dice que España sufre una democracia de mala calidad. Tiene razón, pero las causas son justamente las opuestas a las que él esgrime. Pone como ejemplo la Rusia de Putin. ¡Qué querencia tienen los comunistas españoles por Rusia! Supongo que será porque allí a los opositores o los encierran o los envenenan. Como él ahora está en el poder, le debe de molestar que se descubra que paga a la niñera de sus hijos con dinero público o que hace trampas con las cuentas de su partido, o que nos hemos enterado de que no da un palo al agua. El poder, Pablo, es esto en democracia. Que los demás puedan ver lo que haces y lo que no haces, que es tu caso. De ahí a desprestigiar al país del que eres vicepresidente del Gobierno, la verdad es que se está a un paso de la degeneración moral y política.
España tiene un problema, lo tenemos usted y yo; entre otros, estamos gobernados por unos aventureros que presumen de una formación intelectual de la que carecen y por consiguiente no les asiste ni el sentido de Estado ni el de la Historia. Por eso Pablo Iglesias va diciendo todas las tonterías que dice, mientras Sánchez, su socio, mira para otro lado, convencido de que, entre sus trapacerías y los errores de la oposición, se consagrará en su interinidad de la Moncloa per vitam aeternam.
Ayer recurrí a Berthold Auerbach sin citarlo. Vuelvo a él, como los buenos predicadores hacen con San Pablo. Auerbach dejó sentenciado a Pablo Manuel Iglesias Turrión con esa tremenda frase: «De todos los males, el peor es el autodesprecio». La autocrítica es sana, pero viniendo de un comunista y con los precedentes que sobre tal práctica ya conocemos, mejor dediquémonos a defender a España, una democracia plena, tan plena que ha logrado llegar a gobernar gente de tan escaso credo democrático como Iglesias y su pandilla. No olviden que la historia de los países está llena de indeseables que ganaron las elecciones. Al fin y al cabo, el mayor enemigo de la humanidad es su propia estupidez.
Las escenas de violencia contra Vox por parte de independentistas y extrema izquierda sitúan a Cataluña en los niveles de repúblicas bananeras o de países subdesarrollados.
Más de dos mil menores, ya desarrollados, vagabundean por las calles de Tenerife, Las Palmas, La Laguna, Fuerteventura… El ministro del Interior, un tal Grande Marlaska, parece entender que aquello no va con él.