Bieito Rubido | 16 de abril de 2021
Que Sánchez nos haya presentado hasta en nueve ocasiones un plan para el que todavía no tiene ni un solo euro asegurado, comienza a ser una burla no solo a la opinión pública española, sino también a la economía productiva y sus protagonistas.
Si algo caracteriza a este tiempo de la vida política de España es la falta de coherencia que hay entre lo que los políticos dicen y lo que, más tarde, hacen. Sánchez e Iglesias son dos ejemplos paradigmáticos de esa incoherencia. Ello evidencia dos cosas claramente: el desprecio a la ciudadanía –y, por tanto, a sus votantes- y una carencia absoluta de principios democráticos. Claro que ellos ya han comprobado que eso no importa lo más mínimo, pues han llegado a gobernar España con esos atributos negativos. Da la impresión de que a los ciudadanos españoles les resulta indiferente, aunque tengo la íntima esperanza de que no sea así; de que, a pesar de parecer un pueblo resignado o “pasota”, sabremos colocar en su justo lugar a quienes han dado muestras inequívocas de su desprecio a la verdad. Detrás de ese desdén se esconden actitudes totalitarias y una peligrosa indigencia intelectual y política. No hay nada peor que la combinación de ignorancia y osadía al frente de un país.
Que Sánchez nos haya presentado hasta en nueve ocasiones un plan para el que todavía no tiene ni un solo euro asegurado, comienza a ser una burla no solo a la opinión pública española, sino también a la economía productiva y sus protagonistas. Que ese plan haya sido diseñado sin dialogar absolutamente con nadie, ni con la oposición, ni con los agentes sociales, ni con los expertos independientes, implica una arrogancia que no nos podemos permitir. Cuando se actúa con altivez –tan característica del menesteroso moral que duerme en la Moncloa— se está alimentando un embrión de malestar entre la población que no suele terminar en nada bueno.
Hay una receta sencilla que le voy a regalar a Sánchez sin pedirle nada a cambio: escucha un poco más a los demás, pero sobre todo a tus oponentes. Presta más atención a las ideas que otros te puedan ofrecer. Orilla tu soberbia, porque solo te llevará al fracaso, en cuya senda tan orientado te encuentras.
Cada vez que Pedro Sánchez aparece con su aire impostado de torero triunfador, nuevo desastre. Cuando dice algo, es que va a ocurrir lo contrario.
Ayer la extrema izquierda vino a demostrar que no tiene ninguna propuesta para la ciudadanía madrileña salvo la intimidación. Cada día, Podemos se parece más al chavismo matón de Venezuela.