Bieito Rubido | 19 de enero de 2021
El vicepresidente del Ejecutivo siempre comprende mejor a aquellos que van contra el conjunto de los españoles que al pueblo al que aspira gobernar.
Pablo Iglesias, el vicepresidente de este Gobierno socialcomunista, está dedicado a la revolución y abandona sus verdaderas responsabilidades como miembro del Ejecutivo, donde cobra, por cierto, una respetable cantidad de dinero, además de costarnos al conjunto de los ciudadanos un pico entre escoltas, coches, asesores y plus de seguridad. ¿Que los ancianos se mueren en las residencias?, eso no va con él ni con su revolución. Con él va el acoso a la Monarquía y la defensa de delincuentes como Puigdemont. ¿Se acuerdan de él? Es ese personaje de escasas luces y cero coraje que dio un golpe contra la Constitución española y después no encontró mejor opción que huir de la Justicia, a diferencia de sus compañeros de fechorías, que se sentaron en el banquillo de los acusados y ahora pagan por sus delitos.
Iglesias Turrión, Pablo Manuel, siempre comprende mejor a aquellos que van contra el conjunto de los españoles que al pueblo al que aspira gobernar. Su incapacidad para empatizar con el ciudadano normal, de la calle, es verdaderamente chocante, toda vez que su discurso pretende decir lo contrario. Entiende a los terroristas de ETA, a los golpistas catalanes, a los exdelincuentes que se afilian en sus filas, a los represores chavistas o a los iraníes que cuelgan a los homosexuales. Pero a usted y a mí, que nos levantamos todas las mañanas para trabajar, para mejorar un poco nuestra vida y la de los nuestros, que nos cuesta tanto esfuerzo mantenerlos a flote…, a los abuelos que se mueren, a los autónomos, a los pequeños empresarios… todos esos no estamos en su «juego de tronos».
Nada que ver los exiliados republicanos españoles del siglo pasado con Puigdemont. Más allá del desastre que supuso la Segunda República para nuestro país, ellos tenían otra nobleza y su causa era la defensa de España, su patria y nación. Puigdemont ha sido un aventurero que perpetró un delito contra la democracia de todos nosotros y no ha tenido la valentía de dar la cara. ¡Qué desenfocado anda Iglesias! A él, esto de gestionar y trabajar en un Gobierno le aburre mucho. A él, lo que de verdad le gustaría sería competir con Ana Rosa Quintana.
La herencia de este Gobierno rupturista puede ser mucho peor que la de Zapatero. Sube impuestos a quien trabaja, penaliza a quien invierte y premia la vagancia.
Entre la covid, la tormenta Filomena y la mala jugada de Illa, a Sánchez solo le salen bien sus asuntos particulares.