Bieito Rubido | 20 de enero de 2021
Le voy a explicar cómo se hace un médico en España, para que entienda la perversión y cortedad de miras de esa clase política a la que otorga su confianza cada cuatro años.
Le voy a contar cómo luchan contra la pandemia y las enfermedades en general las clases dirigentes españolas. Puede creer el amable lector que voy a criticar los históricos recortes, difícilmente documentados, pero no. Le voy a explicar cómo se hace un médico en España, para que entienda la perversión y cortedad de miras de esa clase política a la que le otorga su confianza cada cuatro años. Para ingresar en una facultad de Medicina de España hay que ser de los alumnos más brillantes del bachillerato y acceder a la universidad con una nota media superior al 9. Es posible que aun así no logre plaza en ninguna de las facultades abiertas. Si consigue ingresar estudiará seis años de carrera, más tarde preparará la oposición a MIR (médico interno residente). En caso de aprobar, estará un trienio formándose en un hospital y, tras casi once o doce años, corre el serio riesgo de irse al paro, entre otras cosas, porque en media España es más importante que ese joven médico hable gallego, catalán o euskera que contar con una buena formación científica. Ya puede el joven doctor haber estado formándose en Mount Sinai de Nueva York que, si no habla catalán, no tendrá plaza ni en Baleares ni en Valencia. Así combaten contra la covid los políticos españoles.
Si esto se lo cuentan a algún experto en salud pública de algún país adelantado, creerá que España está inmersa en una guerra de tribus entre hutus y tutsis. La mezquindad de la clase dirigente de nuestro país alcanza esos grados de ineficiencia. Lo identitario, lo propio, lo anteponen a lo bueno.
España necesita ser repensada, pero no en la dirección en la que pretende la extrema izquierda rupturista. España tiene que ser pensada para volver a algo tan elemental como que un buen médico de Almería, si es bueno de verdad, pueda obtener plaza en cualquier hospital español. Lo que más me interesa de mi cardióloga, que por cierto es excepcional, es su conocimiento sobre un órgano llamado corazón, su dominio de idiomas vernáculos me trae al pairo. Sirvan estas líneas de hoy para solidarizarme con todos los profesionales de la sanidad española, que sigue siendo de las mejores del mundo, en estos duros días de la tercera ola de la pandemia.
El vicepresidente del Ejecutivo siempre comprende mejor a aquellos que van contra el conjunto de los españoles que al pueblo al que aspira gobernar.
La herencia de este Gobierno rupturista puede ser mucho peor que la de Zapatero. Sube impuestos a quien trabaja, penaliza a quien invierte y premia la vagancia.