Bieito Rubido | 22 de diciembre de 2020
La hostelería pide ayuda pero la clase política permanece sorda. Solo son vulnerables aquellos que han decidido las élites gobernantes.
Después de la pandemia casi todo será muy semejante a como era antes. Casi todo, pero mucha gente habrá perdido el trabajo y hasta su negocio. Si alguien está sufriendo la covid de manera especial en España, ese es el sector hostelero, un colectivo conformado en su inmensa mayoría por familias que con esfuerzo mantienen el empleo de miles y miles de personas. Pocos países como el nuestro disfrutan un estilo de vida donde las relaciones sociales son tan relevantes. Vivimos en la calle, incluso en las latitudes más húmedas y frías. En mi Galicia natal no se puede entender la vida de la aldea, rural o marinera, sin la taberna. Es en ese lugar, casi desclasado, donde el territorio de lo común y de la conversación se transforma en el escenario de la comunicación espontánea y de la cohesión social sin impostura ni esfuerzo. La crisis económica del final de la pasada década se llevó por delante miles de estos locales, pero lo de ahora es mucho peor. Aquello era la destrucción creativa de los economistas liberales. Hoy es Othar, el caballo de Atila, dejando una tierra estéril, donde parece que nada puede volver a crecer.
Ayer se manifestó en Madrid un grupo de hosteleros provenientes en su mayoría de Galicia. La pandemia los ha arruinado y ninguna Administración –local, autonómica o central— parece estar dispuesta a preparar un plan de rescate de un sector que en España es mucho más que una actividad económica. Es también cultura, en el sentido de esa forma tan nuestra de entendernos e interrelacionarnos que nos convierte en uno de los países con mayor calidad de vida del mundo. La hostelería pide ayuda pero la clase política permanece sorda. Todo un signo de nuestros tiempos: solo son vulnerables aquellos que han decidido las élites gobernantes, pero la vida real sigue fluyendo a diario en bares, cafeterías, restaurantes, mesones y todos aquellos lugares donde la España real convive.
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