Bieito Rubido | 26 de enero de 2021
En España ya se ha logrado un principio activo contra la covid, pero hay funcionarios con alma de burócratas que solo ponen palos en la rueda del progreso.
Más importante que la vacuna contra la covid es conseguir un tratamiento. En España el laboratorio PharmaMar ha logrado un antiviral que se muestra eficaz contra cualquier mutación del coronavirus. Lo acaba de publicar en la prestigiosa revista Science un grupo de virólogos e investigadores. La medicina se llama de varias formas, pero la más fácil de pronunciar es «aplidina». También aquí se cumple aquello de que «no hay opiniones, sino opinantes» y los opinantes que avalan la investigación española son nada menos que el virólogo Adolfo García-Sastre, del Mount Sinai de Nueva York, y Nevan Krogan, de la Universidad de San Francisco, en California.
Sin embargo, mientras en muchos países desarrollados están entusiasmados con la aplidina, que posee nada menos que veintisiete veces más actividad antiviral que fármacos ya aprobados, en España se le ponen todo tipo de pegas por parte de las autoridades. De nuevo, ser profeta en tu tierra es muy complicado. La mezquindad de las autoridades españolas en este caso comienza a bordear el delito, ya que no se puede obstaculizar el avance de la ciencia, cuando esta puede ser una ayuda trascendental para la lucha contra la pandemia. Salvador Illa se marchará hoy del Ministerio de Sanidad, tras una gestión más que censurable. Podría dejarle una nota escrita a mano a su sucesor acerca de lo que piensa de PharmaMar y la aplidina. Me consta que él cree en los investigadores españoles, pero hay funcionarios con alma de burócratas que solo ponen palos en la rueda del progreso. Eso sí es progreso y no con lo que se les llena la boca a los políticos y a sus escuderos funcionarios.
A pesar de la burocracia española, a toda la comunidad científica internacional le queda la esperanza de que en España ya se ha logrado un principio activo contra la covid. Se ve luz al final del túnel.
La ejemplaridad se ejerce de maneras muy variadas. Es excesiva la reacción por la vacunación de alcaldes, consejeros e incluso militares.
Que la hostelería lo esté pasando fatal es una pésima noticia para todos. Pero todavía es peor que los políticos de todo signo no sepan reaccionar a ello.