Bieito Rubido | 28 de enero de 2021
España es diversa, pero mucho menos de lo que los nacionalistas os empeñáis en aseverar; porque tú, Iceta, eres socialista y nacionalista, si es que eso es posible.
Vamos a ver, Iceta, créeme que lo que te voy a decir es cierto, aunque a ti te hayan contado otra cosa. Mira, Iceta: no hay nada que se parezca más a un hombre que otro hombre, incluso si uno vive en Tokio y el otro en Nueva York. Y no te digo nada si en realidad uno vive en Tarragona y el otro en Castellón o en Teruel. España es diversa, pero mucho menos de lo que los nacionalistas os empeñáis en aseverar; porque tú, Iceta, eres socialista y nacionalista, si es que eso es posible. Pero ya va siendo hora, en el país más descentralizado de la UE, de que los políticos abandonen esa permanente exaltación de la diversidad, considerándola como un valor democrático, y se rechace lo común, lo que nos une. Todos juntos valemos más que separados. Está bien que se respete la diferencia y la diversidad, siempre que no se ataque el territorio común de la unidad de España.
La ficción y el sueño de una arcadia pasada en la que Cataluña, el País Vasco y hasta la propia Galicia fueron unos países libres e independientes, además de ser mentira es incluso rigurosamente acientífico. La democracia se caracteriza por el respeto a las minorías, siempre que la mayoría sea la que gobierna. En la España actual, en un ejercicio de generosidad por parte de los políticos de la transición, se les otorgó a las minorías nacionalistas una sobrerrepresentación que acabó siendo perversa y no obtuvo lealtad alguna al proyecto común y democrático de los españoles. Muy al contrario, esas minorías hicieron alarde de su ideas totalitarias y por ello ahora estamos donde estamos.
Por eso yo le recomendaría al nuevo ministro Miquel Iceta que trabajase más lo que nos une que la supuesta diversidad que nos separa. Que se mire al espejo y se dé una vuelta por la muy cosmopolita y libre ciudad de Madrid, a ver si encuentra ese problema con el que justificaron tanta deslealtad y ensoñación.
En España ya se ha logrado un principio activo contra la covid, pero hay funcionarios con alma de burócratas que solo ponen palos en la rueda del progreso.
España está muy barata y nuestro Gobierno está a todo menos a convertirnos en un país competitivo, en el que la clase empresarial se sienta respaldada.