Bieito Rubido | 28 de abril de 2021
El terrorismo yihadista en Burkina Faso se llevó por delante la vida del periodista David Beriain y del cámara Roberto Fraile. David siempre jugó con la muerte, siempre la tuvo excesivamente cerca.
Ayer fue un día triste para el periodismo español. El terrorismo yihadista en Burkina Faso se llevó por delante la vida del periodista David Beriain y del cámara Roberto Fraile. No conocía a este último, pero sí mucho a David Beriain. El pasado 16 de abril, todavía, cuando iba a embarcar en el avión que le llevaría hasta el país africano, hablamos de proyectos de futuro y quedamos para sentarnos a trabajar a su regreso. Desgraciadamente, ya no será posible.
David pertenecía a la categoría de los grandes. Tal vez por eso, Dios siempre se acaba llevando a los mejores muy jóvenes. Lo conocí en La Voz de Galicia, a donde lo trajo su profesor Paco Sánchez, procedente de un diario argentino de Santiago del Estero. En aquel momento queríamos que se encargase de hacer periodismo de investigación. Pronto se hizo popular en la gran redacción del primer diario de Galicia y pronto también comenzó a proponer iniciativas ciertamente novedosas para un diario regional en España, como era el hecho de viajar como enviado especial a la guerra de Irak. Finalmente, logró su objetivo.
Recuerdo su empeño en entrar en Irak, estuvo dos días desconectado de la redacción. Fueron dos días duros para mí, porque me planteaba si había acertado al aceptar su propuesta: era la primera vez que La Voz de Galicia enviaba a alguien a una guerra y podría morir en ella. David siempre jugó con la muerte, siempre la tuvo excesivamente cerca. Cuando regresó de su primer viaje al Irak de la guerra, mantuvimos una larga conversación acerca de los riesgos que corría y de lo mucho que a mí me preocupaba eso y con aquella sonrisa que a todos derrotaba y que abatía cualquier resistencia, me convenció de la necesidad de hacer un segundo viaje a Irak. A partir de ahí, se convirtió en una especie de reportero volante que le otorgaba al diario un plus de calidad. Pero en esos viajes, su espíritu irrefrenable de aventura le hizo concebir otra vida, ya lejos de las redacciones, y un buen día se fue de La Coruña.
Nos encontramos muchas veces en Madrid y me contaba sus idas y venidas por medio mundo. La última vez, el 16 de este mes. Habíamos quedado en vernos a su regreso. Ya no será posible. David Beriain era bueno y generoso y se quedará para siempre en el corazón de quienes lo hemos tratado y conocido. Descansen en paz él y Roberto Fraile.
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