Javier Arjona | 12 de mayo de 2019
El físico y divulgador científico Michio Kaku desentraña las claves de nuestro futuro en la Tierra.
Nacido en la ciudad norteamericana de San José poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, Michio Kaku se formó en la Universidad de Harvard apadrinado por el físico Edward Teller, uno de los científicos que contribuyeron al desarrollo de la bomba de hidrógeno. En el año 1972 se doctoró en Física por la Universidad de California (Berkeley) y, desde hace casi tres décadas, ocupa la cátedra Henry Semat de Física Teórica en la Universidad de Nueva York. Como gran divulgador científico ha escrito innumerables artículos y más de una docena de libros con los que ha buscado siempre atraer al gran público hacia complejas disciplinas como la física, para responder a complicadas preguntas sobre el universo y el destino del ser humano.
El futuro de la humanidad
Michio Kaku
DEBATE
416 págs.
21.93€ | EBOOK 10.99€
Su última obra lleva por título El futuro de la humanidad, y en ella el autor se sumerge en cuestiones cada vez más en boca de la opinión pública, como la colonización de Marte, los viajes interestelares, la inmortalidad o el futuro más allá del planeta Tierra. Se trata de un fascinante libro, escrito para todos los públicos, en el que aborda tres grandes bloques temáticos: cómo salir de la Tierra para colonizar el sistema solar, el viaje a las estrellas con destino a otros exoplanetas y la vida en un universo en el que podrían existir otras civilizaciones avanzadas. Kaku lleva a cabo este viaje desde una visión científica y deísta, haciendo en determinados tramos del periplo un ejercicio de imaginación siempre basado en las leyes físicas.
En la primera parte del libro, el científico americano hace un interesante repaso por los inicios de la carrera espacial, de la mano de los programas Sputnik y Apolo, y explica cómo, tras las tragedias de los transbordadores Challenger y Columbia, a una opinión pública desfavorable se sumó un excesivo coste difícilmente justificable sin la rivalidad de la Guerra Fría. El presidente Barack Obama canceló en 2011 el nuevo programa Constellation, por el que poner a un astronauta en Marte suponía casi 500.000 millones de dólares de las arcas públicas.
Todo cambió en el año 2015, cuando determinadas compañías privadas como Virgin Atlantic, del magnate Richard Branson, Blue Origin, del fundador de Amazon, Jeff Bezos, o SpaceX, de Elon Musk, creador de Tesla, se unieron a la carrera espacial espoleando a la NASA. La agencia espacial norteamericana se marcó entonces el objetivo de Marte, pasando por la Luna, con el nuevo cohete transbordador SLS (Space Launch System) y la cápsula Orión. La tecnología tiene ciertas similitudes con el cohete Saturn V y la cápsula Apolo, que en 1969 llevó a la superficie lunar al hombre por primera vez en su historia.
En 2019 está prevista una misión preparatoria de la NASA, orbitando en torno a la Luna, donde se va a construir en los próximos años el portal Deep Space Gateway, que emulará a la Estación Espacial Internacional, orbitando en torno al satélite terreste. Este será el punto de enlace desde el que otro novedoso cohete, el Deep Space Transport, lleve finalmente una tripulación al planeta rojo. Michio Kaku explica cuidadosamente en su libro cómo será la vida de los astronautas en Marte, mientras otras misiones comenzarán la exploración de las lunas de Saturno o Júpiter, y compañías privadas como Planetary Resources planificarán la extracción de minerales en asteroides de nuestro sistema solar.
El físico californiano aborda en la segunda parte de su libro los viajes a otras estrellas, y lo hace desde las limitaciones humanas para llegar a lugares como Proxima Centauri, la más cercana a la Tierra, situada a 4,22 años luz de distancia. En este momento entran en juego tanto los robots como la inteligencia artificial, o los métodos de propulsión necesarios para llevar a cabo semejante viaje. Las velas solares, los motores iónicos, los cohetes nucleares o las naves de antimateria son solo algunas alternativas que la ciencia empieza a considerar, pero que de momento están más cerca de la ciencia ficción que de la física y la ingeniería. La manera de llegar a otros mundos en un tiempo razonable pasa por lograr velocidades próximas a la de la luz, y en esa situación entramos en el mundo desconocido, empíricamente, de la relatividad de Albert Einstein.
Administrator @JimBridenstine mentions that 'the Gateway isn’t just about getting to the Moon. [….] The Gateway gives us the opportunity to study deep space from a human-tended space station.' #Moon2Mars pic.twitter.com/r1PbCgH8oK
— NASA (@NASA) March 11, 2019
A las consecuencias más «sencillas» de las ecuaciones del genio alemán, como la dilatación del tiempo, la contracción de la longitud o el aumento de la masa relativista, se suman nuevos elementos, como los agujeros de gusano, que permitirían el transporte inmediato a través de distintos puntos del universo, o los postulados de la teoría de cuerdas y la aparición de multiversos comunicados entre sí. La tercera parte del libro de Kaku nos enseña que apenas hemos rascado la corteza de los conocimientos de la física que rige el universo y que en los próximos siglos los avances tecnológicos serán tan inimaginables como hubiera sido para los hombres que pintaron Altamira pensar que un cohete acabaría llegando a la Luna.
En definitiva, una obra muy recomendable para lectores curiosos que permite poner en perspectiva lo pequeño de nuestro planeta en la inmensidad del universo o universos que nos rodean. Si a estos ingredientes sumamos la posibilidad de la existencia de civilizaciones extraterrestres, probabilísticamente viable según la famosa ecuación de Drake, e imaginamos una futura diáspora humana fuera de nuestro sistema solar, tenemos un interesantísimo material para la reflexión y para volver a poner en contexto las eternas preguntas sobre quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos.
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