Fernando Bonete | 03 de abril de 2021
La escritora británica Emma Stonex explora los recuerdos, las emociones y los afectos de tres mujeres enfrentadas a la soledad tras la desaparición de sus hombres, Los guardianes del faro.
Un accidentado y oscuro paraje marítimo, un peñón, un faro, y un relevo que no llega y que cuando llega no encuentra a los tres fareros salientes. La puerta está cerrada por dentro; los relojes, parados; no hay rastro de los tres hombres. Veinte años después siguen sin aparecer.
Los guardianes del faro
Emma Stonex
Ático de los Libros
344 págs.
17,90€
Con estos indicios dignos de suspense que nos presenta la escritora británica Emma Stonex en su primera novela se podrían mentar un buen puñado de obras literarias y audiovisuales que hacen uso de los faros, las desapariciones, y la mística de los faros y las desapariciones; no todas sobresalientes, pero sí El faro (2019), largometraje de los hermanos Eggers, o la novela –también película– La piel fría (2002) de Sánchez Piñol; también Julio Verne, siempre Julio Verne, aunque en clave de aventura, en El faro del fin del mundo (1905).
Algo así me vinieron a decir no pocos en Instagram cuando compartí Los guardianes del faro. Algo así pensé yo mismo cuando recibí la novela: «Esto me recuerda a» y «esto ya lo hemos leído». Lo primero sí, el imaginario es el que es: torre, niebla, tempestades, rompeolas, mediciones, estática, tabaco, visiones, embarcaciones… Lo segundo no. No has leído nada parecido.
Porque todo lo que parece que es Los guardianes del faro –una novela de suspense, una novela enigma, una novela de misterio– no lo es en realidad. El suspense, los enigmas y el misterio imprimen un ritmo y un tono, sí; los fareros y el enigmático escritor que se ocupa de remover el caso dejan su impronta en la narración, sí. Pero todo eso es accesorio, porque todo eso se fue o está de paso.
Lo que importa es lo que permanece –lo que permanece suele olvidarse–, las vidas de quienes se quedaron; los recuerdos, las emociones y los afectos de aquellas tres mujeres enfrentadas a una soledad abrupta tras la desaparición de sus hombres. ¿Quién se acuerda de ellas? ¿Pero quién sino ellas se preguntan, se torturan todavía por la verdad de lo sucedido?
Es chocante y extraordinaria la capacidad de Stonex para introducirnos en los personajes que comparecen en sus páginas. El lector es mente y cuerpo con cada uno de ellos, pivota de uno a otro para avanzar en la narración, y no escapa sino brevemente de esa unión para revisar una nota o una carta ocasionales, más como interludio que por necesidad.
A través de sus miradas, pensamientos, actos y palabras viajamos del presente al pasado, de la costa al faro, para conocer todas las piezas de un rompecabezas en el que no es fácil hallar una sola verdad, como no hay vivencia igual de una pérdida, de una traición, tampoco del olvido o la liberación.
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