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Cualquiera de las múltiples acepciones para “basilisco” que contempla nuestro diccionario podrían haber motivado el título de la última novela de Jon Bilbao. La del animal fabuloso que mata con la vista, la del reptil verdoso poco amigable que campa por territorio americano, el cañón de gran calibre y mucha longitud, y ser persona furiosa o dañina.

Basilisco

Jon Bilbao

Impedimenta
304 págs.
22€

Como el sustantivo, también la obra se significa de diferentes maneras a través de la naturaleza cambiante de los cuentos, tramas y géneros que la componen. Pero la suma final de todos ellos nos brinda un mismo hilo conductor y una única gran novela en torno a un mismo tema: la rabia y la desesperación ante la vida, cuando la vida no nos da lo que queremos.

La obra se divide en dos grandes orbes entre los que se reparten el total de ocho relatos. De una parte, una historia del Far West protagonizada por John Dunbar, un circunspecto, pero virulento pistolero que sirve de guía a una expedición científica. De otra, una historia realista, ambientada en nuestros días, protagonizada por un escritor cansado, huraño, en plena crisis matrimonial e insatisfecho con sus creaciones –que cobran vida propia en la novela–.

Su enfado, la fatiga y el asco venían causados por sentirse, desde hacía demasiado tiempo, instrumento de quienes lo rodeaban, y también de entes invisibles y desconocidos, pero de influencia innegableJon Bilbao, Basilisco, p. 191

En principio, cada universo funciona de manera independiente al otro, y cada uno echa mano del género que le toca, el wéstern y cierto realismo, pero también confluyen, se reflejan el uno en el otro, y crean nuevos niveles narrativos entre ambos. Una amalgama que multiplica las conexiones entre historias, tensiona el enredo hasta el extremo, y permite la irrupción de nuevos géneros, el terror, la fantasía y otras pesadillas de una tormenta que precede a la calma o, más bien, a la soledad y resignación en que todo acaba.

A este revoltijo hay que añadirle la no menos sugestiva presencia de componentes autobiográficos que acaban por hacer de Basilisco un verdadero trampantojo literario. El autor vuelca su biografía sobre el protagonista de la historia, que es escritor, natural de Ribadesella, residente en País Vasco, ingeniero de formación y transita su mediana edad, como Jon Bilbao. Ha publicado libros con tramas parecidas a las de Jon Bilbao, y su actitud ante la vida podría ser la de Jon Bilbao –quizá esto último es mucho suponer–.

Pero es que, a su vez, el protagonista en la ficción hace lo mismo, y vuelca su biografía y sus frustraciones sobre el tipo que protagoniza sus historias, que también es escritor, ingeniero y pasea con antipatía por el meridiano de su vida. Y eso cuando no funde o desahoga sus desilusiones y anhelos en el mencionado John Dunbar, en una suerte de catarsis o intento de llevar a cabo en su imaginación aquello de lo que no es capaz en realidad.

En ocasiones la representación de lo real obliga a su alteraciónJon Bilbao, Basilisco, p. 75

Al final uno no sabe si lo que lee es ficción, o ficción dentro de la ficción; si nos habla el autor, el personaje creado por el autor, o el personaje creado por el personaje creado por el autor. Un lío, pero un lío literario estupendo, creado con inteligencia y maestría artística. Y con propósito, porque amplifica el mensaje, el resentimiento del protagonista –que son varios, pero es uno– en su afán de reconocimiento negado por demasiado tiempo. Ponerse hecho un basilisco es, quizá, otra forma de pedir, de necesitar ser amado.

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