Fernando Bonete | 07 de diciembre de 2019
Los mejores libros de no ficción. Esta semana, las últimas novelas de Jon Fosse y Bernard MacLaverty.
Aquellos que no conozcan ni hayan leído a Jon Fosse (1959) tienen una sola ventaja sobre sus lectores: cuando gane el Nobel de Literatura podrán abrir bien los ojos, subir las cejas, mirar para arriba, torcer la boca, y poner la típica cara de “no tengo ni idea”, dando continuidad a la tradición popular de no conocer ni de oídas al galardonado. No es el fin del mundo, y está bien que así sea –un servidor no sabía quiénes eran los dos últimos premiados, Olga Tokarczuk y Peter Handke–, pero desde aquí avisamos de que con Fosse todavía hay remedio. Porque este es, sin duda, el mejor momento para iniciarse en la prosa del escritor noruego.
El otro nombre
Jon Fosse
Deconatus
220 págs.
18,90€
Primero, porque disfrutamos a Jon Fosse en español desde hace bien poco, finales de 2018, cuando nos llegó la primera traducción de una de sus novelas más bellas, Trilogía –desde aquí, gracias a la encomiable labor editorial de Deconatus–. Segundo, porque este 2019 su última novela llega en tiempo y forma tras un lanzamiento mundial durante la Feria del Libro de Fráncfort en el que seis editoriales europeas, entre ellas la española, lo pusieron en circulación.
El otro nombre es la primera de siete novelas que irán componiendo hasta el año 2023 la denominada Septología de Fosse; el conjunto final, en caso de mantener la extraordinaria calidad literaria de este primer volumen, pasará a ser una de las grandes obras de la literatura universal.
El protagonista de este hipnótico relato, un artista que dedica su vida a la pintura, es uno y a la vez son tres personas. En el transcurso del relato iremos descubriendo las tres vidas que pudieron ser de acuerdo a las circunstancias que condujeron a cada una de las tres. En la forma, un ingenioso juego narrativo de representación de papeles unidos por sutiles, pero reveladores match-cut que nos muestran las influencias de la escritura Fosse: el teatro –no en vano es el dramaturgo vivo europeo con más obras representadas, mil montajes en más de cuarenta idiomas–. En el fondo, un mosaico de rumbos vitales accionados por distintas decisiones y actitudes que marcan, en uno u otro sentido, la existencia de los protagonistas, pero en el que Dios está siempre presente.
Y es que la fe católica es una constante en la narrativa de Fosse. En esta novela, que transcurre en el tiempo de Adviento, y donde la pintura tiene tanto protagonismo, la fe se manifiesta en forma de luz y en contraste con la oscuridad. Una dualidad a la que estamos acostumbrados, pero que nunca cae en la repetición; la sobriedad del estilo vanguardista del escritor se encarga de limpiarla y dotarla de un lirismo novedoso.
En algún lugar, en la gran pesadumbre, está luego esa luz tan increíblemente ligera, sí, como una fe Jon Fosse, El otro nombre, p. 19
Aunque, más allá de la riqueza formal del prodigioso imaginario desplegado, encontraremos auténticas implicaciones metafísicas –en el sentido literal, no figurado–; ciertas reflexiones sobre la existencia de Dios al hilo de lo narrado bien se podrían proyectar en una clase de teología natural –léanse páginas de la 92 a la 95–. También la transfiguración de escenas bíblicas al uso de los personajes, fusionando ambos planos, el sobrenatural y puramente humano, para ofrecer una atmósfera cautivadora en lo emocional y en lo intelectual –la escena de la representación de la Natividad es soberbia, conmovedora–.
En línea con esta visión trascendente del mundo, se articulan otras cuestiones: la vocación entendida como don, las grandes ausencias, y el sentido de pérdida. La sensibilidad extrema con la que Fosse enfrenta los grandes temas, unida a la eficacia y pulcritud de su escritura –donde la notable ausencia del punto seguido, y el punto final, impulsan la lectura sin remedio– hacen de este escritor uno de los más extraordinarios narradores actuales.
En lo que pinto tiene que haber una luz, una luz invisible, pienso ¿y quizá la luz que trato de pintar tenga algo que ver con la luz que salía del niño de aquel establo? ¿y de la estrella? Jon Fosse, El otro nombre, p. 91
Nunca es tarde para preguntarte acerca del sentido de tu vida. Para interrogarte por primera vez; para replanteártelo, si la cosa no funciona; o para enriquecer, cuando acogemos nuevos propósitos. Otra forma de verlo: nadie está a salvo, antes o después la pregunta llama a tu puerta y llega el momento de responder.
Unas vacaciones en invierno
Bernard MacLaverty
Libros del Asteroide
320 págs.
19,95€
A los protagonistas de Unas vacaciones en invierno, marido y mujer irlandeses residentes en Escocia –detalles de procedencia reseñables por autobiográficos del autor–, el momento les llega al final de su madurez, durante sus vacaciones en Holanda. Uno de esos viajes de apariencia inofensivos, pero que rompen con la rutina y proporcionan el tiempo y el espacio necesarios para atender lo que de verdad importa e iniciar otro viaje: un viaje interior, una búsqueda de sentido.
Así podría resumirse la última obra del escritor irlandés Bernard MacLaverty, un proceso de autoconocimiento novelado, un exhaustivo mapa de recorrido vital de los protagonistas del relato, en el que sus vivencias se entrelazan con la dolorosa historia contemporánea de Irlanda y la experiencia de la fe católica. Cocinada a fuego lento, con la habilidad de los grandes narradores para orientar y retener el desenlace, la novela planea sobre hondas cuestiones existenciales: ¿de dónde vengo? ¿Qué experiencias me han marcado? ¿Qué creencias guían mi vida? ¿Qué quiero cambiar, qué nuevos retos quiero afrontar?
– La gente busca un sentido y un propósito en la vida.
– Y si el sentido y el significado que buscan es falso –dijo Gerry–, ¿entonces qué?
– Se busca de nuevo. Se busca con más fuerza. Se busca mejorBernard MacLaverty, Unas vacaciones en invierno, p. 303
Tras las grandes reediciones que nos ha regalado este año Libros del Asteroide –Agota Kristof, Graham Greene, Eduardo Halfon–, esta es una estupenda novedad para la temporada de libro y manta de una de las tres grandes voces narrativas irlandesas actuales –junto con John Banville y Edna O’Brien, todos guionistas además de novelistas–. Recuperamos en español a un gran escritor de impronta católica; no lo disfrutábamos desde 1997, con la publicación de Solo a dos voces.
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