Ana Arreo | 10 de febrero de 2021
Las ventajas de utilizar la paja como material de construcción son muchas. Entre ellas, cabe destacar su gran aislamiento térmico, además de ser transpirable, reguladora de la humedad y económica.
El mundo de la arquitectura está experimentando grandes cambios. La sociedad está caminando hacia una vida más sostenible y ecológica, palabras que oímos por todas partes y que muchas veces no sabemos si tienen que ver con nosotros mismos o es algo que nos quieren vender. Pues bien, no significan otra cosa que ser responsables con lo que se nos ha dado, cuidarlo y sacar el mejor provecho de ello. Esto, que tiene consecuencias en nuestra cotidianidad, es aún más patente en la arquitectura, porque ¿qué hay más inmerso en nuestra vida? Arquitectura es donde nacemos, desarrollamos nuestra vida, nos sentimos seguros y donde descansamos.
Por eso se está desarrollando un profundo análisis desde el punto de vista de la construcción, proyectamos edificios «eficientes» que respetan el medio ambiente y gastan menos energía, menos emisiones de CO2, pero ¿los materiales de construcción son los adecuados?
Hay muchos materiales naturales que se están retomando para una construcción saludable y uno de ellos es la paja. Mezclada con barro, se ha utilizado desde hace miles de años, pero las casas construidas con «balas de paja» o «fardos de paja» datan de finales del siglo XIX, cuando se inventaron las máquinas que las embalaban. La primera casa que se conoce con este material fue construida en 1896 en Nebraska, EE.UU., y aún sigue en pie. Utilizaron paja por la falta de piedra y la escasez de madera. Construían casas temporales hasta que los colonos traían materiales de construcción. Algunas de esas edificaciones no se destruyeron y siguieron sirviendo, debido a las grandes prestaciones de la paja, incluso hasta nuestros días. Al ser un material barato y fácil de manejar, fueron construidas numerosas casas con balas de paja a principios del siglo XX. En Europa, la casa más antigua que se conoce está en Montargis, Francia, construida en 1921.
La Segunda Guerra Mundial y la utilización del cemento, que estaba en auge en los años 40, provocó el abandono de la construcción con este material de tal manera que en nuestros días sigue resultando extraño para muchos. Si bien, en 1973, un artículo sobre construcción con paja, escrito por Roger Welsch para el libro Shelter de Lloyd Kahn, impulsó de nuevo esta manera de construir que se está abriendo camino en muchos países, entre ellos España.
Las ventajas de utilizar la paja como material de construcción son muchas, entre ellas cabe destacar su gran aislamiento térmico. Para una bala de densidad adecuada (en torno a 100kg/m2), se obtiene un coeficiente de conductividad térmica de 0,045w/mK (esto es la capacidad que tiene un material para transmitir calor) que, en comparación con los materiales más utilizados en España, es algo que llama la atención (por ejemplo, la conductividad térmica del ladrillo es alrededor de 0,80 w/mK). Además, debido a su capacidad de compresión, puede actuar como elemento portante y aislante al mismo tiempo, y ser a su vez un gran aislamiento acústico. La flexibilidad y su bajo peso hacen que su manejo sea fácil y rápido. Es transpirable, reguladora de la humedad, es económica, ya que resulta de residuos de la producción agrícola, y es biodegradable. Hay que mencionar que su combustibilidad es mínima; aunque la paja suelta arda fácilmente, las balas de paja se someten a una presión que las compacta, de manera que el aire en su interior se reduce considerablemente. Además, se revocan con cal o tierra y esto las protege aún más en caso de incendio.
El enemigo real de la paja no es el fuego, es la humedad, que se trata eficazmente de diferentes maneras, colocando una barrera de vapor al interior, revestimientos que permitan respirar al muro, impermeabilizando la base correctamente para evitar la humedad por capilaridad o hacer un diseño adecuado de la cubierta para evitar el agua de lluvia.
La paja, por lo tanto, puede formar parte de muros, suelos y cubiertas. Algunos sistemas utilizados para construir con paja son el sistema Nebraska, que se basa en la colocación de balas de paja, como gigantes ladrillos, sin marco estructural de otro tipo, que actúan como muros de carga, recibiendo el peso de la cubierta apoyada sobre un zuncho perimetral de madera, que corona los muros de paja y los comprime. Este sistema es el más antiguo, y aunque es muy fácil de utilizar, tiene algunas limitaciones, como son el crecimiento en altura del edificio y la apertura de grandes huecos en la fachada. Otro sistema es el Cut, desarrollado por Tom Rijven, en el que se utilizan montantes de madera y balas unos 5 cm más grandes que el hueco que hay entre ellos, de manera que al cortar las cuerdas de la bala, una vez metida en el hueco, los montantes trabajan junto con las balas de paja, que se van comprimiendo en cada hilada mediante rastreles horizontales. El sistema de entramado ligero es el que utiliza la paja únicamente como cerramiento y material aislante, pero la carga la soportan los montantes de madera, esto permite huecos más amplios en fachada y crecimiento en altura. Otro sistema es el de paneles prefabricados de madera y paja, que no necesitan otro tipo de estructura y son fáciles de manejar y montar en obra.
A pesar de que construir con paja pueda resultar arcaico o incluso limitado al ámbito rural, es un sistema constructivo que admite diseños muy variados y contemporáneos. La construcción con balas de paja es, sin duda, un camino abierto para la arquitectura del futuro.
Las Edades del Hombre ha ayudado a revitalizar el conocimiento de la cultura de Castilla y León y ha puesto en valor su historia en las distintas épocas a partir del patrimonio generado por una fe viva.
Era abril en Sevilla, pero con aguas mil. Si se piensa que el día en que murió Gustavo Adolfo hubo un eclipse de sol, hay que deducir que el cielo no era indiferente y se sumaba al duelo a su manera.