Fernando Bonete | 14 de noviembre de 2020
El periodista y editor Paco Cerdà recuerda al ajedrecista Arturo Pomar en El peón, una obra de no ficción que es también crónica social de una época y homenaje a las figuras secundarias de la historia.
Durante el primer confinamiento -cuando usted lea esto quizá ya es el segundo- el ajedrez pegó fuerte. Teníamos tiempo para darle a la sesera, o nada mejor que hacer con ella. Las gráficas de uso de plataformas de juego online se dispararon. Muchos se hicieron lichess, otros recuperaron su contraseña de chess.com, y por aquí reseñamos Nieve negra de Jorge Benítez, ese conjunto de semblanzas sobre los dioses chiflados del ajedrez. La afición a los 64 escaques ha cogido tal fuerza que hasta Netflix ha estrenado una miniserie estupenda, Gambito de dama (2020, Scott Frank y Allan Scott), que pone el ajedrez y la figura de la mujer ajedrecista en primer plano.
El peón
Paco Cerdà
Pepitas de Calabaza
256 págs.
18€
Poco antes de aquel encierro, llegaba a unas librerías a punto de cerrar El peón del periodista y editor Paco Cerdà. Con este libro tenía yo una deuda por mi afición a los trebejos. Y España entera la tiene con su protagonista, el Gran Maestro de ajedrez Arturo Pomar (1931-2016).
Niño prodigio del tablero, Pomar fue y sigue siendo el ajedrecista más joven en puntuar contra un campeón del mundo en torneo; contra Alexander Alekhine, a ritmo clásico y con doce años. Fue y sigue siendo el campeón de ajedrez de España más joven de la historia, y todavía conserva el mejor registro de nuestro país en las Olimpiadas de ajedrez.
El talento necesario para que el franquismo lo aupara mientras su precocidad sirviera de propaganda, y la genialidad suficiente para que los españoles vibráramos con sus victorias mientras ganara. Todo para olvidarlo inmediatamente después. En nuestro país, eso significó que Pomar terminara de cartero en Ciempozuelos, pidiendo excedencias sin sueldo para asistir a los torneos. Solo el instinto de un periodista, que busca y encuentra donde nadie mira, podía rescatar e inmortalizar la vida de Arturo Pomar con la verdad, la justicia y el atractivo que merece.
El peón es una obra de no ficción -todo lo que se cuenta ocurrió- animada por los recursos narrativos de la ficción. Con la tensión propia de una buena novela, la lírica de un poema, y la habilidad del periodismo para tejer historias, Cerdà nos presenta a Pomar en 77 escenas, el número de movimientos de la memorable partida que el español disputó en el Interzonal de Estocolmo de 1962 contra la leyenda norteamericana Bobby Fisher. El encuentro pudo ganarlo el español, pero terminó en tablas, y pasó a la historia por inmortalizar el natural resentimiento de Fisher con la célebre sentencia: «Pobre cartero español. Con lo bien que juegas, tendrás que volver a poner sellos cuando termine el torneo».
Solo el avance del peón es irreversible. Condenado a moverse siempre hacia delante, es el único incapaz de volver atrásPaco Cerdá, El peón, p. 61
En el libro, esta partida no es más que un MacGuffin, o mejor, un gambito literario. El peón queda muy lejos de ser un anecdotario o una biografía entretenida, y el match entre Fisher y Pomar se convierte en el motor narrativo para avanzar en una crónica de la historia social de la segunda mitad del siglo XX, y de las figuras secundarias que alimentan los fracasos de una época.
La partida de Estocolmo a la que Cerdà vuelve una y otra vez no es sino una excusa para descubrir los paralelismos de dos vidas, Pomar y Fisher, en mundos tan distintos, la España franquista y los Estados Unidos de Kennedy y la Guerra Fría. Y el recurso para abrir el relato al descubrimiento de otros juguetes rotos del sistema, a uno y otro lado del espectro ideológico, entre otros, el comunista Julián Grimau, el piloto Francis Gary Powers, el anarquista Caracremada, el falangista Román Alonso Urdiales, los activistas Robert F. Williams, Ronald Stokes y Blanche Posner, la escritora Dolores Medio, el universitario James Meredith, el Dionisio Ridruejo opositor, el soldado George Fryett, monseñor Fidel García Martínez, Marilyn Monroe…
¿Qué tienen en común estos nombres? En uno u otro sentido todos fueron, como Pomar, como Fisher, figuras de una historia con minúsculas. «Peones» condenados a avanzar hacia el sacrificio en el tablero de una Historia con mayúscula.
Todo peón es una dama en potencia, y esa creencia, salvífica, suele ser su perdiciónPaco Cerdá, El peón, p. 91
Entre los destacados de este mes, El peón de Paco Cerdà, Exhalación de Ted Chiang, Memoria o caos de Valentí Puig y Los cruzados de Dan Jones. Además, nuestra entrevista cuestionario al escritor Marcos Eymar.
«Nieve negra» de Jorge Benítez y «Seréis como dioses» de Gustave Thibon. El ajedrez y el poshumanismo, protagonistas de las recomendaciones de libros de esta semana.