Pablo Gutiérrez Carreras | 17 de abril de 2019
La serie de artículos más larga de todas las colaboraciones periodísticas del creador del Padre Brown.
G.K. Chesterton, autor de estos que le suenan a todo el mundo, fue el creador del cura y célebre detective Padre Brown, y el autor de novelas inmortales como El hombre que fue jueves. Escribió muchas otras novelas y ensayos, que se vuelven a editar hoy, igual que hace cien años, pero por muchas más editoriales: Acantilado, Renacimiento, Cátedra, Pre-Textos, Acuarela, Encuentro, More, etc…
El fin de una época. Artículos 1905-1906
Ed. José Julio Cabanillas y Carmelo Guillén Acosta
Ediciones Encuentro
344
24 €
Aunque Brown y Jueves le dieron fama inmortal, Chesterton se consideró a sí mismo, ante todo, un periodista. Esta fue la faceta que más le ocupó y no en vano se cuentan sus artículos -bastante largos, por cierto- por más de seis mil. Añadamos las novelas, biografías, ensayos, teatro, poemarios, libros de viaje, etc. y tendremos una obra muy difícil de abarcar en una edición completa. Como curiosidad, en los años 60, en España, la editorial Plaza publicó cuatro volúmenes con las obras «completas» de Chesterton. Hoy sabemos que esos cuatro volúmenes apenas llegarían al 20 por ciento de su obra escrita y publicada.
Ediciones Encuentro, con el Club Chesterton de la Universidad CEU San Pablo, acaba de publicar El fin de una época. Artículos (1905-1906), el primer volumen de una anunciada serie que recoge cronológicamente la serie de artículos más larga de todas las colaboraciones periodísticas de Chesterton: la que lo unió con el semanario gráfico Illustrated London News, el pionero de su género. Sus artículos aparecieron en sus páginas desde 1905 hasta la muerte del titánico periodista en 1936.
En 1905, G.K. Chesterton ya era un célebre periodista que se había dado a conocer por sus originales recensiones literarias. Había publicado dos poemarios, dos curiosas biografías, una novela y recopilaciones de relatos breves; mientras, su nombre se iba añadiendo más y más, como columnista, a muy diversos periódicos. En una deliciosa carta que escribía pocos años antes a su prometida, le daba cuenta de los honorarios que percibía semanalmente de cada periódico, sumas que, sin ser ni indefinidas ni regulares, le permitirían al menos afrontar el reto del matrimonio, meta soñada por Gilbert (Chesterton) y para la que echaba tan prosaicas cuentas.
Poco después, a un Gilbert nunca boyante económicamente se dirigió el Illustrated London News, para pedirle una colaboración semanal, que se prolongaría durante más de tres décadas. Tras muchos años de infatigable colaboración, en una ocasión el agente de Gilbert pretendió que el Illustrated subiera los honorarios, pues Chesterton ya era una celebridad internacional, a lo que el propio Chesterton se negó. Para él, el Illustrated London News había supuesto una tabla de salvación en sus primeros años, económicamente los más difíciles.
El encargo del semanario gráfico tenía su miga: podía hablar de todo menos de política y religión, los únicos temas que para Chesterton eran imposibles de evitar, puesto que lo permeaban todo. Pero así fue y, aunque en Chesterton era imposible separar por completo cualquier faceta, pues su visión de la realidad lo penetraba todo, nos encontramos con toda una serie de más de 1.500 artículos que, a pesar de ser escritos al calor de la época, conservan toda su frescura y originalidad.
En El fin de una época encontramos 60 de estos artículos, que ocupan desde noviembre de 1905 hasta diciembre de 1906. Desde sus primeros años, el credo de Gilbert estaba ya formado y lo que haría es dar frutos, uno tras otro, pero en una línea siempre homogénea: el amor por las personas sencillas, la desconfianza frente a plutócratas e intelectuales encastillados, tales como estadísticos, encuestadores y psicopedagogos; la sacramentalidad de toda realidad, hasta la más prosaica, la defensa de los bares y la crítica de las corrientes abstemias, la defensa de una religión material y carnal frente los espiritualismos inhumanos y falsos de la ciencia cristiana, etc.
Muchos de los conceptos que aparecen en estos artículos son lo que reconocemos cuando leemos su obra ensayística o novelística, como Ortodoxia, de 1908, o El hombre vivo, de 1914.
El esfuerzo de recopilación de una obra periodística completa merece todo encomio. Y es preciso agradecerle a Ediciones Encuentro la voluntad de acometerla. Ya hizo hace mucho tiempo una apuesta por J.H. Newman, de cuyos sermones ha publicado nueve volúmenes (aparte de sus ensayos teológicos y novelas); puede que Gilbert siga sus pasos. Newman será canonizado en breve, y el proceso de Chesterton apenas ha comenzado. Los escritos de uno y otro son, en cualquier caso, de fama universal y perenne.
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