María Rodríguez Velasco | 20 de enero de 2021
Las Edades del Hombre ha ayudado a revitalizar el conocimiento de la cultura de Castilla y León y ha puesto en valor su historia en las distintas épocas a partir del patrimonio generado por una fe viva.
«Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida». Las palabras pronunciadas por san Juan Pablo II encuentran plena correspondencia con la labor realizada por la Fundación Las Edades del Hombre, centrada en la conservación y difusión del arte sacro de Castilla y León. Sus exposiciones, que comenzaron su andadura en 1988, nos han llevado a visitar catedrales, monasterios, colegiatas y parroquias convertidos en marco incomparable de recorridos monográficos que han abordado muy diversos temas: manuscritos, música, cruzadas, monacato, eucaristía, el agua…
Con sus discursos plásticos también han contribuido a engrandecer efemérides, como el V nacimiento de santa Teresa de Jesús, con la edición Teresa de Jesús. Maestra de oración, en las sedes de Ávila y Alba de Tormes, lugares de nacimiento y muerte de esta doctora de la Iglesia. En un mismo espacio expositivo se citan los grandes maestros con otras piezas menos conocidas que nos hablan de la riqueza del arte sacro a lo largo de los siglos y de la necesidad de valorar las obras, no tanto por su calidad técnica, sino por los significados que transmiten. En las visitas a las exposiciones se nos invita, mediante cuidadas explicaciones, a trascender la belleza material para elevar nuestra mirada a la Belleza espiritual a través de las más variadas manifestaciones artísticas: orfebrería, vidriera, marfil, pintura, escultura…
Esta iniciativa de Las Edades del Hombre ha ayudado a revitalizar el conocimiento de la cultura de Castilla y León y ha puesto en valor su historia en las distintas épocas a partir del patrimonio generado por una fe viva. Y en este empeño han rebasado nuestras fronteras, al proyectar la identidad del arte español en el ámbito internacional, con las exposiciones celebradas en Amberes (1995) y Nueva York (2002). Tras los espectaculares montajes se esconde un silencioso trabajo de investigación y selección de las piezas, reflejado en el rigor científico de sus publicaciones. En ellas se advierte cómo, siguiendo la provocación de la Carta a los artistas (1999), donde san Juan Pablo II alertaba del distanciamiento entre el arte y la Iglesia en el mundo contemporáneo, las exposiciones de Las Edades del Hombre no olvidan piezas y maestros de la actualidad. Estos nos recuerdan que el arte responde a las inquietudes del hombre a lo largo de los siglos y que, aunque el lenguaje formal evolucione, los significados esenciales permanecen invariables en la medida que el arte sacro refleja la tradición de un pueblo.
Este acercamiento al arte contemporáneo se constata en Cuadernos de Arte, un proyecto más desconocido de la fundación, que ha convertido una parte de su sede en el monasterio de Santa María de Valbuena (Valladolid) en galería para autores actuales. De esta forma, encontramos la combinación entre las trazas de la arquitectura cisterciense, fundada en 1143, y las nuevas vías de expresión plástica. Tradición y modernidad se unen en busca de la belleza. Esta sintonía la advertimos también en el taller de restauración impulsado desde Valbuena para devolver a piezas de arte sacro, como la talla del Cristo atado a la columna (h. 1620) de la parroquia de Peñaranda, el esplendor perdido por el paso del tiempo.
Esta incesante labor de recuperación y difusión del patrimonio saca del olvido a numerosas obras anónimas y nos hace conscientes de la inmensa riqueza del arte generado por el cristianismo, como memoria de pertenencia a una comunidad y, en muchos casos, al servicio de la liturgia. De esta forma, se trata de evitar errores pasados que nos llevaron a vender valiosas piezas medievales a colecciones extranjeras en detrimento de nuestro patrimonio. Es el caso, por ejemplo, de las pinturas de San Baudelio de Berlanga (h. 1125), dispersas en su gran mayoría en museos americanos, y presentes a partir de un pequeño fragmento en el emblema de la fundación.
En sus proyectos la Fundación también ha integrado las nuevas tecnologías, impulsando un Centro de Documentación Digital de la Iglesia de Castilla y León, que está llamado a convertirse en valioso instrumento para la investigación por aunar el inventario del patrimonio de las distintas diócesis. Por otra parte, servirá de soporte para la recuperación de edificios religiosos abandonados, una realidad que tampoco queda al margen de la intensa actividad de la fundación.
En su cita del 2021, Las Edades del Hombre nos invita a descubrir el protagonismo de la luz en el arte sacro (LUX) en las sedes de Burgos, Carrión de los Condes y Sahagún, respondiendo a su vez a dos acontecimientos que marcarán este año, el VIII centenario de la catedral de Burgos y el año santo jacobeo. Y de nuevo en esta vigésimo quinta edición, como en todas sus iniciativas, serán fieles a su lema, «construyendo Iglesia a través de la belleza».
El Museo del Prado devuelve el color y la luz a una obra renacentista cargada de una fuerte iconografía.
«¿Qué es ese paraguas que hay en la iglesia?». He aquí cómo una niña de trece años, que asiste sentada en el sofá a la retransmisión de Vatican News de la bendición urbi et orbi del pasado 27 de marzo, describe el ombrellino que protege el Santo Sacramento antes de la bendición. Exégesis a minima de un fenómeno ritual complejo por parte de una integrante de la Generación Z.