Fernando Bonete | 20 de diciembre de 2020
Así celebró el diario El Debate de 1936 el primer centenario del nacimiento de Bécquer, con un número extraordinario en el que se dieron cita firmas de la talla de Gerardo Diego, Dionisio Ridruejo, Díaz Plaja, Foxá o Margarita de Pedroso.
El tributo que rinde la literatura española al poeta del romanticismo tardío Gustavo Adolfo Bécquer es monumental. Comenzó a sentar bases poco después de su fallecimiento, tomando como punto de partida la edición de sus Obras. No fueron todo lo elogiadas que cabría esperar, pero sí fueron objeto de positivos y entusiastas comentarios ocasionales por parte de literatos de la talla de Benito Pérez Galdós.
Esos comentarios empezaron a sonar cada día con más fuerza, llegando sus ecos al ámbito hispanoamericano gracias a los esfuerzos de difusión de Guillermo Blest, Guillermo Matta o Augusto Ferrán. Prestigiosos foros como el Ateneo de Madrid incluyeron su nombre en los debates celebrados, compartiendo programa con Garcilaso, Fray Luis de León, Góngora, Lope de Vega, Quevedo. Su figura se alzó a la consideración de «clásico moderno».
Pronto se sucedieron también los elogios y poesías de críticos y literatos como José Yxart, Juan Valera, Manuel Reina, Rubén Darío, José Asunción Silva, Miguel de Unamuno, Azorín, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Pedro Salinas, entre muchos otros, porque todas las generaciones culturales del primer tercio del siglo XX, en especial la Generación del 27, se vieron influidas por Bécquer, tanto poetas como prosistas. Durante los años veinte y treinta, todo el espectro ideológico del pensamiento intelectual español guardó admiración por el poeta. Los homenajes coincidentes con la efeméride de su nacimiento tomaron cuerpo por vez primera en la prensa española con la celebración de su cincuentenario, inmortalizado en un número extraordinario de 27 de diciembre de 1886 de La Ilustración Artística (1886).
Los continuos conflictos sociales y los levantamientos que se fueron sucediendo durante 1936 no alentaron la celebración del primer centenario a gran escala, pero ello no impidió que El Debate regalara a los lectores con un pequeño extraordinario especial de cuatro páginas dedicado al poeta el 1 de marzo de aquel año, en fechas cercanas a la efeméride de su nacimiento, 17 de febrero de 1836.
Todas las generaciones culturales del primer tercio del siglo XX se vieron influidas por Bécquer
Este número extraordinario, el número 24 de un total de 28, presentó una apariencia gráfica totalmente novedosa con respecto a los anteriores que el diario venía publicando, a modo de suplemento y con motivo de distintas efemérides, desde 1928. La totalidad de las cuatro páginas del número se imprimen, no sobre fondo neutro, como el resto de suplementos o la totalidad del número ordinario, sino sobre una ilustración a modo de marca de agua, cuya temática coincide con el contenido del texto sobreimpreso. Las ocho columnas en que acostumbra a distribuir la plana en los extraordinarios especiales de El Debate quedaron reducidas a tres para facilitar la lectura de los textos.
A lo largo de este extraordinario especial se suceden tanto la reproducción de poemas y pasajes de la obra de Bécquer como los extractos de monografías sobre su literatura, y creaciones propias de intelectuales y escritores del momento para celebrar su figura. Se reproducen una selección de sus Rimas –VII, X, XIII, XXI, XXX, XXXVIII y LXXVI–, un fragmento de Miserere, uno de los cuentos publicados en el marco de las Leyendas, y la tercera carta de los testimonios vitales Desde mi celda, escritos por Bécquer desde el monasterio cisterciense de Veruela, mientras duró su reclusión con la esperanza de recuperarse de la incurable tuberculosis que le afectó.
Además de la reproducción de extractos de la obra de Bécquer, desde la misma portada comienzan a sucederse colaboraciones literarias originales, como el poema homenaje de Gerardo Diego, titulado Rima penúltima. En esta composición, que terminará siendo recogida en la Primera antología de sus versos, el poeta de la Generación del 27 hace gala de la intensa querencia por lo becqueriano, influencia que, junto a la de Quevedo y algunos contemporáneos, definió su obra. En él juega de manera lírica e ingeniosa con recursos e imágenes típicas del universo literario de Bécquer.
En esta primera plana, también Dionisio Ridruejo, en Elegía a Gustavo Adolfo, ofrece sus versos al poeta, todavía no recogidos en monografía alguna.
Completa los contenidos de portada el comentario de Margarita de Pedroso, titulado Bécquer, en el que vincula la obra del poeta, no a la desazón e incertidumbre románticas, sino a la búsqueda permanente de lo «Perfecto», el entendimiento espiritual con Dios, y la alegría de la vida expresada por la naturaleza.
De influencias también nos habla el clérigo benedictino, doctor medievalista, fray Justo Pérez de Urbel con El espíritu de la Edad Media en las «Leyendas». La que tuvo el medievo español, con sus estampas históricas y sus personajes de leyenda en los ensueños de Bécquer. El periodista y humanista Nicolás González Ruiz nos abre en La intimidad de lo pretérito a la influencia de Toledo, en la que el poeta buscó inspiración desde todos sus rincones.
Durante los años veinte y treinta, todo el espectro ideológico del pensamiento intelectual español guardó admiración por el poeta
Y de Toledo a Sevilla con José María del Rey Caballero en Sevilla en los ensueños becquerianos. La intención es parecida a la de González Ruiz, mezclar la biografía del poeta, en este caso en sus años de juventud, con las estampas típicas que debió recorrer y que quedaron después inmortalizadas en su obra: los jardines de la Alameda Vieja, la ribera del Guadalquivir, la plaza de toros de la Maestranza. En esa misma página, Luis Fernando Pérez Infante lleva a cabo en Fortuna y desgracia de las rimas un rápido recorrido a través de los temas principales, musicalidad y visión de la mujer que ofrece Bécquer en sus Rimas.
El novelista y diplomático Agustín de Foxá abre con Bécquer en Soria la última plana de este extraordinario especial. La pieza es un inspirado comentario en tono literario acerca de la llegada del poeta a Soria, la contención, sobriedad y moderación de la que se contagiaron sus líneas, los elementos motívicos de su obra adquiridos tras su llegada, y las lecturas de El Contemporáneo, periódico en el que el poeta publicó su obra. Foxá relaciona la ciudad de Soria, su influencia literaria, los pasos de Bécquer, con el camino vital de Antonio Machado: «Años después otro poeta seguirá tu huella y abandonará el naranjo del patio para cantar “las tierras labrantías, como retazos de estameñas pardas”»; detalle que establece un vínculo entre ambas generaciones, expresada de nuevo al final de esta colaboración, «en su tertulia de un café madrileño he ido a preguntar a Manuel Machado por Gustavo Adolfo».
Cierra el número la presencia de Guillermo Díaz-Plaja Contestí en su faceta de historiador y crítico literario, con la reproducción de un fragmento de su libro más apegado al tema marco del extraordinario Introducción al estudio del Romanticismo español, por el que recibió el Premio Nacional de Literatura en 1935, bajo el título Bécquer y las ruinas, sobre el valor emotivo y expresivo de las ruinas en su obra.
Un pódcast especial para celebrar el 150º aniversario de la muerte del poeta sevillano, autor de versos que sirven al lector para acercarse por primera vez al mundo de la lírica.
Desde los hermanos Machado y Juan Ramón Jiménez, pasando por Luis Cernuda hasta José Mateos, sus sucesores han explorado sin tregua la lección simultáneamente popular y experimental que conserva la obra de Gustavo Adolfo Bécquer.