Pablo Casado Muriel | 21 de diciembre de 2019
La lucha entre los jedis y las fuerzas del Lado Oscuro llega a su fin en una película que simplifica la trama, pero que sirve de homenaje a una historia icónica.
Han pasado más de 40 años desde que se escucharon por primera vez las notas con las que arranca la fantástica banda sonora que John Williams compuso para Star Wars. Con El ascenso de Skywalker se pone punto y final a una saga que es mucho más que cine.
Concluye la tercera trilogía de lo que comenzó siendo La guerra de las galaxias. Disney compró los derechos y decidió continuar la historia de la familia Skywalker donde la dejó George Lucas en 1983 con la redención de Darth Vader y la destrucción del Imperio. Si los episodios I, II y III ya tuvieron que sufrir las comparaciones con las tres películas originales (episodios IV, V y VI), imaginen lo que hemos vivido con esta última aventura (episodios VII, VIII y IX).
Para esta trilogía la factoría Disney optó por compaginar nuevos personajes con los héroes originales: Luke Skywalker, Leia o Han Solo, entre otros. La nostalgia se convertía en uno de los pilares esenciales de El despertar de la Fuerza (episodio VII) y se lleva hasta el extremo en El ascenso de Skywalker (ep. IX), llegando a convertir la cinta en un homenaje continuo al imaginario clásico de Star Wars: personajes, naves, localizaciones…
Más allá de esta masiva dosis de bonitos recuerdos, la última entrega de la saga llega a pecar de simple a pesar de su larga duración. La misión que se le encomendaba al director J. J. Abrams, cerrar como se merece una historia que forma parte de la mitología contemporánea, era difícil. Mucho más complicado es contentar a todo el mundo, especialmente si una buena parte de la crítica opta por comparaciones “interesadas”.
Los ojos de aquellos adolescentes que vieron por primera vez la batalla entre los Rebeldes y la Estrella de la Muerte, o que quedaron fascinados ante la imponente presencia de Darth Vader, no son los mismos que conocieron la historia que provocó la caída de Anakin Skywalker en el Lado Oscuro hace 20 años, y menos aún los que acuden con sus nietos a contemplar la lucha entre Rey y Kylo Ren.
El ascenso de Skywalker da un paso atrás en la complejidad que Rian Johnson había introducido a algunos elementos esenciales de Star Wars en Los últimos Jedi. En aquella película la idea de la Fuerza ganaba en profundidad y dejaba de ser ese concepto abstracto que permitía a jedis y siths mover objetos, asfixiar a esbirros incrédulos y alguna cosa más. Del mismo modo, el episodio VIII profundizaba en la lucha interna de los protagonistas por conocer su origen y su destino. Incluso, siguiendo la línea de Rogue One, se difuminaba la frontera entre buenos y malos que tan clara había sido hasta entonces.
La necesidad de cerrar la historia y la aparición de nuevas tramas que ya de por sí darían para varias películas obliga a resumir y volver a vagas explicaciones y lagunas de guion que, eso sí, dan mucho juego en las improvisadas tertulias tras salir del cine.
Por el lado contrario, El ascenso de Skywalker nos devuelve los grandes duelos de espadas láser, con un choque entre las olas que puede situarse en el top3 de toda la saga, tras el enfrentamiento entre Anakin y Obi-Wan Kenobi en La venganza de los Sith (ep. III) y el de Qui-Gon Jin y Obi-Wan Kenobi contra Darth Maul en La amenaza fantasma (ep. I).
Después de nueve películas, se cierra el círculo de la familia Skywalker. Sin embargo, el universo creado por George Lucas no se queda ahí. La factoría Disney tiene muy buenos planes para Star Wars y, si obviamos el patinazo de la película Han Solo, lo que se aleja del famoso apellido gana en imaginación, valentía e incluso calidad narrativa.
Me refiero a la película Rogue One y también a la serie The Mandalorian, producida para su emisión en la plataforma de streaming Disney+. La historia del cazarrecompensas que tanto nos recuerda al icónico Boba Fett está llamada a devolver la paz entre los seguidores de Star Wars. Me atrevo a decir que habrá unanimidad a la hora de aplaudir este nuevo producto.
«Mira las estrellas» demuesta que, más allá de espadas láser y naves espaciales, es posible encontrar a Dios en una de las sagas más importantes del cine.
Los fans decidirán si merece la pena la última entrega de «La Guerra de las Galaxias», dirigida por J. J. Abrams. Un estreno emocionante y con buen reparto.