Juan Orellana | 29 de enero de 2021
Hay actores y actrices que han conseguido encarnar modelos humanos sumamente atractivos e interesantes. Y su vida personal rara vez desmiente a sus personajes. No suelen ofrecernos páginas de escándalos o sonadas extravagancias.
Se acaba de estrenar Noticias del gran mundo, de Paul Greengrass, protagonizada por Tom Hanks. El actor encarna a un antiguo impresor de periódicos que, tras la Guerra de Secesión, se gana la vida yendo de pueblo en pueblo en el lejano Oeste leyéndoles las noticias relevantes de los diarios a sus ignorantes habitantes. Se trata de un viudo bueno y cabal que encuentra a una niña abandonada y la acaba convirtiendo en su hija de acogida. Si después de ver esta conmovedora y esperanzadora película uno repasa la filmografía de Tom Hanks, se da cuenta de que siempre afronta personajes que hacen el mundo mejor: el empático y entrañable Fred Rogers de Un amigo extraordinario (2019), el amante de la verdad Ben Bradlee de Los archivos del Pentágono (2017), el valiente y responsable Chesley Sullenberger de Sully (2016), el patriota James Donovan de El puente de los espías (2015), el simpático y genial Walt Disney de Al encuentro de Mr. Banks (2013), el líder prudente de Capitán Phillips, el luchador y esperanzado Chuck Noland de Náufrago (2000), el inocente optimista de Forrest Gump (1994)… Y un largo etcétera que solo tendría como excepción la insoportable saga de El Código Da Vinci.
Tom Hanks casi siempre elige papeles de hombre bueno, familiar, prudente, paciente, de buen carácter… Es difícil pensar en una casualidad, más bien parece que comprende su vocación de actor como una contribución al servicio de una cierta forma de entender al ser humano. Y en su rostro se han ido encarnando perfectamente estas actitudes y virtudes, y es capaz de transmitirlas a la perfección. No es la primera vez que un actor se convierte en su personaje, o incluso viceversa, que el personaje se transforma en el actor. ¿Quién mejor que Gregory Peck para ser el Atticus Finch de Matar a un ruiseñor (1962)? ¿Qué decir de tantos entrañables papeles de Spencer Tracy, refunfuñón por fuera y un pedazo de pan por dentro? ¿O de la íntegra caballerosidad de un James Stewart? ¿Qué decir de la interioridad de los personajes de Meryl Streep? ¿O la luminosidad inherente de Roberto Benigni? ¿O de la inocente fragilidad de Audrey Hepburn? Son actores y actrices que han conseguido encarnar modelos humanos sumamente atractivos e interesantes. Y su vida personal rara vez desmiente gravemente a sus personajes. No suelen ofrecernos páginas de escándalos o sonadas extravagancias.
Ni mucho menos queremos decir que sean mejores profesionales que los actores camaleónicos, ni lo contrario. Simplemente representan un fenómeno muy curioso dentro del mundo de la interpretación y que tiene que ver con una forma particular de vivir su oficio. Es como si dijeran que no quieren papeles que entren en contradicción con su forma ideal de entender la vida. Se podría interpretar como una limitación a sus posibilidades, pero de cara al espectador ellos se convierten en un icono poderoso, en un referente elevado de humanidad. Y esto es sumamente valioso.
Hay otros actores geniales que interpretan a la perfección tanto a personajes abyectos como ejemplares, y es el caso, por ejemplo, de Anthony Hopkins, Russell Crowe, Glenn Close, Uma Thurman o Sean Penn, y sin ellos no existiría el cine. Pero hoy queremos llamar la atención sobre los otros, los que suelen garantizar que su personaje nos va a reconciliar con la vida. No se pierdan, pues, la última cinta de Tom Hanks.
Tú antes eras valioso para la industria del cine por ser Morgan Freeman, ahora eres valioso porque perteneces al colectivo «minoría negra», un colectivo que abre las puertas de los Óscar.
No tengo ningún interés en proponer a Allen como modelo de nada. Es un triste nihilista, un hombre que no pasará a la historia por su humanitarismo, sino por haber hecho un puñado de películas entretenidas. Pero hay que defenderlo de los movimientos totalitarios, como a cualquier víctima de los mismos.