Manuel Llamas | 04 de julio de 2019
Multimillonarios estadounidenses piden a los políticos que les suban los impuestos. Un brindis al sol que tiene truco.
La riqueza que acumulan las grandes fortunas del planeta suele ser objeto de envidia por parte de muchos, pero, muy especialmente, de los políticos más populistas y perniciosos, ya que, además de culpar a los millonarios de casi todos los males que aquejan a la sociedad, ansían disparar los impuestos de los ricos para sufragar sus desproporcionados e ineficientes planes de gasto público. De ahí, precisamente, que haya sorprendido tanto que un grupo de millonarios, y no los habituales burócratas, defienda la necesidad de elevar la fiscalidad sobre la riqueza en Estados Unidos, generando con ello una encendida polémica a uno y otro lado del Atlántico.
La idea en cuestión, impulsada por una veintena de multimillonarios, entre los que destacan el inversor George Soros, el cofundador de Facebook Chris Hughes y la heredera del imperio Disney, consistiría en implantar un gravamen específico sobre el 0,1% de los contribuyentes más ricos de la primera potencia mundial, lo cual ha levantado un sonoro aplauso en buena parte de los estamentos socialdemócratas de Occidente. Sin embargo, a pesar de que esta propuesta puede resultar atractiva e incluso laudatoria a ojos de muchos, lo cierto es que esconde, al menos, cinco verdades incómodas para sus defensores.
Estados Unidos tiene una responsabilidad moral, ética y económica de gravar más nuestra riqueza, deberíamos sentirnos orgullosos de pagar un poco másCarta abierta a los candidatos a la presidencia estadounidense en 2020
La primera es que, lejos de suponer una iniciativa altruista o neutral desde el punto de vista político, persigue una clara finalidad partidista, puesto que, tal y como recoge el propio documento, los firmantes se decantan por una propuesta muy similar a la lanzada en su día por la senadora demócrata Elizabeth Warren, que compite con otros legisladores de su partido para convertirse en la próxima candidata a la Casa Blanca. Warren propone aplicar una tasa del 2% sobre los patrimonios que superen los 50 millones de dólares y de hasta el 3% para los de más de 1.000 millones. Pero es que, además de ser partidista, resulta una idea absolutamente marginal, puesto que estas 20 grandes fortunas tan solo representan al 0,0001% de los millonarios norteamericanos.
Dicho lo cual, lo que no acaban de entender los militantes de subir los impuestos de los ricos es que las rentas más altas ya aportan una ingente cantidad de beneficios al conjunto de la sociedad, cuyo valor y utilidad es inmensamente superior a la recaudación fiscal que generan. No en vano, el origen de sus fortunas no estriba en la suerte, sino en el hecho de cubrir satisfactoriamente los intereses y necesidades de la población. Es el mercado (todos nosotros) el que, voluntariamente, premia sus servicios haciéndolos millonarios.
Jeff Bezos, con más de 130.000 millones de dólares, es hoy el hombre más rico del mundo porque su compañía, Amazon, se ha convertido en una de las plataformas de compraventa más usadas del mundo, al igual que Bill Gates revolucionó la informática haciendo los ordenadores accesibles a cientos de millones de personas o Amancio Ortega facilitó diseños de alta costura a rentas medias y bajas, por citar tan solo algunos ejemplos.
Pero es que, más allá de generar riqueza sirviendo provechosamente a los demás, los ricos son los grandes filántropos, dado que muchos donan buena parte de sus fortunas a obras benéficas. En concreto, las 2.000 familias más acaudaladas de Estados Unidos, con patrimonios de 500 millones o más, destinaron a caridad unos 45.000 millones de dólares en 2017, el equivalente al 1,2% de sus carteras. Asimismo, la iniciativa The Giving Pladge, impulsada por el matrimonio Gates, ya ha logrado que algunas de las 200 mayores fortunas del planeta donen, como mínimo, el 50% de todo su imperio.
Se trata de construir una tradición filantrópica que ayudará al mundo a convertirse en un lugar mucho mejorBill Gates sobre The Giving Pladge
No es casualidad que la plataforma filantrópica más grande del mundo haya surgido, precisamente, en Estados Unidos, donde más de 17,3 millones de personas poseen como mínimo un millón de dólares, registrando así el 40% de los millonarios a nivel global, a la cabeza del ranking internacional que elabora Credit Suisse, muy por delante de China, que ocupa el segundo puesto con casi 3,5 millones. Y es la combinación de libertad económica, seguridad jurídica e impuestos moderados lo que ha permitido semejante aumento de la riqueza, y no solo entre las clases más pudientes, sino entre las rentas medias y bajas. Prueba de ello es que el 60% de los hogares estadounidenses ingresan más de 62.000 dólares al año y el 80% más de 31.000.
Y, por último, aunque no menos importante, los veinte firmantes que piden subir los impuestos de los ricos son muy libres de destinar más dinero al Fisco si así lo desean. Hacienda permite a los contribuyentes aportar más de lo que exige la ley, nunca menos, pero esta opción rara vez es empleada. Soros, Hughes y Disney pueden pagar cuanto quieran, pero resulta hipócrita e inmoral que, pudiéndolo hacer voluntariamente, no solo se nieguen, sino que pretendan imponer su interesada y perjudicial propuesta tributaria al resto de exitosos empresarios, directivos e inversores que residen en Estados Unidos.
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